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5. Solamente son recuerdos

Mila:

Esta vez si hubo despedida, un beso largo que me hizo seguir soñando y atesorando el recuerdo de su pasión, de su seducción y de esas dos noches en las que me hizo sentir mujer.

Nadie iba a poder borrar eso, y sí, si moría mañana no me arrepentiría de lo que había hecho.

Flashback

—Debo irme—espere, levantándome de su cálida cama.

—Espérate un poco más, por favor… apenas son las cuatro de la madrugada—rodeo mi cintura con sus fuertes brazos.

Me di la media vuelta, rodando en la cama y me pose arriba de su firme y sensual torso, atacando a besos su boca, mientras él no desaprovechaba la situación y palpaba mi desnudo cuerpo que había sido suyo toda la noche.

—Te dejaré ir solo con una condición—entre mis labios había susurrado.

—¿Qué condición?—dije a secas, acomodándome en su enorme pecho, acariciándolo.

—Qué siempre me recuerdes como tu primer hombre, que recuerdes estas dos noches como yo lo haré… aparte, ¿Cuál es tu lugar favorito en Washington?—.

Pensé y pensé en lo que me había dicho, calmando lo necesidad de no dejarlo y ser suya eternamente.

—Nunca te olvidaré… tus huellas quedarán grabadas en mi piel, como tatuajes de noches mágicas y llenas de sensualidad—Él volteo a verme y beso mi frente—, con respecto a mi lugar favorito en Washington… me encanta ir por las tardes a Kramers, adoro los panques de ahí… cuando te decidas ir a Washington, debes ir a Kramers—espete.

El me vio y volvió a besarme, haciéndome suya nuevamente, en cuanto se quedó dormido, volví a vestirme y me fui de la cabaña que había sido testigo de dos noches de total desenfreno lujurioso.

Fin Flashback

Ese día por la mañana, me duche y vestí, arreglándome para ml toparme con Hillary o con Kevin, me encamine al ascensor, ya el taxi que había pedido me llevó al aeropuerto, haciéndome ir un poco triste por no haberle pedido el número a ese hombre guapo, que me sedujo de principio a fin.

Las horas en el vuelo se hicieron eternas, leí uno de mis libros favoritos y me quedé dormida, hasta cuando sentí la turbulencia del avión descendiendo para el aterrizaje… estaba muy cansada y era obvio, no había dormido en dos noches seguidas.

Llegué a casa, desempaque y traté de descansar más, mañana debía de presentarme al trabajo y debía terminar de arreglar las cosas con respecto al señor Ford, así que me acomode y empecé a trabajar sin parar, hasta que llego la noche, me puse a ver una serie de Netflix en la televisión, hasta que recordé que el teléfono lo tenía en modo avión, aun.

Más de 70 mensajes y algunos eran de Hillary, Lorain y de mi hermano, preguntándome si ya había llegado a mi casa en Washington o seguía perdida en Asturias, tomé el teléfono y llamé a Hill, que seguramente estaría preocupada por mí, debía inventar una excusa para explicarle el porqué me había ido sin decir nada ni despedirme.

—Aló, ¿Estas bien?—expresó Hillary cuando apenas había sonado el primer timbre de llamada.

—Claro que estoy bien, tontita, perdón por irme solo así y no despedirme de nadie, solamente fue que me llamaron del trabajo y debía estar aquí a primera hora mañana—exprese, abriendo una botella con agua para calmar mi sed.

—Oh, si claro, debí suponerlo. ¿Cómo te fue en el vuelo?

—Bien, muy bien. Gracias por preocuparte por mi, debería ser al revés y te diría que ser yo la que me preocupe por ti—Dije con pena.

Ella río y soltó un suspiro

—Tenía miedo que estuvieras mal o no sé, es que… Joder, ¿cómo te lo cuento?

—¿Contarme qué?

—es que por la noche Kevin armo un escándalo tremendo, uno horro le qué entre dos tipos grandes tuvieron que sacarlo del hotel, mientras un botones recogía sus pertenencias y lo escoltaban hacia un taxi, dándole hospedaje en otro hotel, esto último me lo dijo nuestro hermano—dijo bastante sorprendida.

Obviamente yo sabía lo que le había pasado al idiota de Kevin, pero no debía decírselo ¿o sí?

—¿y por qué tendría que estar yo mal por eso?

—Es que el decía que tú y tu conquista me habían hecho eso. Es algo que sostiene y amenazó con denunciar al hotel y al tipo que lo golpeó, así que… si debes de contarme algo, deberías hacerlo ya.

Me puse nerviosa, aunque no tanto porque en parte Kevin se merecía esa paliza más que nadie, así que empecé a contar todo a rajatabla, sin escaparme de los detalles, eso sí… exceptuando que ese hombre me había hecho su mujer dos noches seguidas y que lo único que conservaba de él era una foto en mi celular donde estaba dormido y la otra prueba, eran sus besos en todo mi cuerpo, haciéndome erizar la piel y humedeciendo mi ropa interior solo de recordarlo.

—¡Jodido Kevin! Y que bueno que ese caballero haya hecho eso por ti.

—Si, fue muy caballero…

—¿Hay algo más que debas contarme? No soy tonta Mila, sé que ese hombre te pretendía y es mucha casualidad que ambas noches en Asturias hayas desaparecido, anda, cuéntame—expreso.

No quería contarle a mi hermana lo que había pasado así que le invente lo mismo, que su había agradecido a ese guapo chico y que luego me retire a caminar por la playa antes de volver a mi habitación.

—Perfecto Mila, si no quieres abrirte conmigo, no lo hagas. Sólo te pido que me mantengas siempre informada de cómo te va, por favor. Te amo hermana y nuestro hermano te envía saludos—espeto, despidiéndose y cortando la llamada.

La verdad es que quería conservar los recuerdos para mi misma y así poder seguir envolviéndome en ese recuerdo de estar bajo su cuerpo. Abrí la galería de fotos de mi celular y ahí estaba él, con los ojos cerrados y ese rostro que me estaba volviendo loca.

—¡Espabila, Mila!—dije para mi misma en voz alta, mientras me levante de la cama y prepare una cena para hacer en microondas y comer, mientras verifique correos electrónicos poniéndome más al corriente del caso del señor Ford.

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