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Capítulo 5:

—Hermano—el de ojos grises lo observó⎯Se te han abierto las puertas del infierno, y el diablo resultó ser una hermosa mujer negra, con un carácter del demonio⎯el mayor gruñó algo intangible a la vez que tomaba una manzana roja y vistosa de la mesilla a su lado y la lanzaba hacia el menor, los hermoso ojos verdes de Brian destilaban diversión y algo de inocencia que debería haber muerto hace mucho y que sin embargo aún seguía ahí, aferrándose a su dueño.

⎯Ni siquiera me lo recuerdes, no hay que ser muy inteligente para saber que esa mujer me traerá muchos problemas⎯maldijo por lo bajo pasándose una mano por el rostro, todo era una mierda.

El reino de Anskar era lo que podría decir la definición de buena casta y estirpe, si bien la pobreza extrema en parte de la población era un problema que persistía y que la corona no tenía intenciones de erradicar, socialmente todos eran, como explicarlo de forma simple:

Política y moralmente correctos, sí, eso.

Las mujeres eran sumisas y delicadas, incluso soportaban conductas desagradables con la cabeza gacha y en silencio, todos sin excepción alguna practicaban la cristiandad, no había otro dios que el de los cielos, otro mesías que Jesús y ninguna virgen más que María, su cultura se resumía a la delicada pintura, el toque sutil del arpa, guitarra, flauta y demás, sus bailes se resumen en desplazarse de un lado a otro moviendo las manos en danzas de pasos elaborados con saludos simples y un pueblo con una dependencia de la opinión social demasiado insana, esa era Anskar, un reino que era todo lo contrario a Aritz.

⎯No puede ser tan malo⎯dijo Brian⎯Quizás no es lo que esperabas, bueno...⎯meneó la cabeza con una risa llena de gracia⎯Lo que nadie esperaba, pero es hermosa y seguro cuando la llegues a conocer se llevan bien.

Nicholas elevó la ceja acomodándose en la silla, mirando fijamente a su hermano, apretando la mandíbula.

⎯¿Qué parte de problemas no entendiste?⎯el ojiverde resopló.

⎯Por favor Nik ¿qué es lo peor que puede pasar?⎯preguntó⎯solo tienen que intentar, mantener una vida matrimonial decente y respetarse.

⎯¿Respetarnos?⎯inquirió incrédulo.

⎯Ya sabes, fidelidad y toda la palabrería que abarca un compromiso matrimonial ante los ojos de dios.

⎯Tu simplemente has perdido la mente por completo⎯soltó escandalizado.

⎯¿Por qué piensa eso, príncipe Nicholas?⎯entró una tercera voz en la conversación, ambos girando sutilmente ante la dura mirada de unos oscuros y femeninos orbes.

Ambos hombres voltearon a ver a una Amarü con expresión seria, envuelta entre las telas azules de un vestido largo hasta el suelo, entallado, de tirantes gruesos que cubrían todo su pecho y daba a la vista un corte en ambos lados de los muslos hasta las piernas, notándose la piel morena solo cuando dio un par de pasos más cerca de ambos, su pelo en disímiles trenzas agarradas algunas en un moño y otras completamente sueltas, un aro de aleación entre plata y oro, y sandalias enrolladas en elaborados amarres en toda su pierna, anillos, pulseras, ligera sombra en sus ojos, bálsamo en sus labios, Brian tragó saliva y miró a su hermano que no apartaba la mirada de la flamante mujer que con su vestimenta hacía justicia a cada curva de su cuerpo y miraba a Nicholas con brillantes ojos divertidos, con una sonrisa divertida⎯y queriendo estar lejo de lo que sea que fuera a pasar⎯Brian se alejó dejando a ambos completamente solos en el salón.

⎯¿Príncipe?⎯volvió a preguntar la fémina, ambas manos juntas en su bajo vientre y una sutil sonrisa, el de ojos grises pestañeo un momento antes de hablar.

⎯¿Qué hace aquí, princesa?⎯su postura cambió rápidamente a una en tensión, Amarü solo mantuvo la misma calma⎯Es impropio de alguien de nuestro nivel, andar escuchando conversaciones ajenas.

⎯No se preocupe, mi señor⎯dijo en voz melódica aún sonriente, más Nicholas vio en sus ojos la hipocresía de su alma⎯Solo pasaba en el momento al parecer para usted menos propicio, intentó llegar al comedor, no pienso pasar el resto del día con el estómago vacío y al comienzo a creer, a solo un día aquí, si me permite destacar, que la servidumbre de este palacio siempre está demasiado ocupada para atender a sus invitados⎯Nicholas abrió los labios para decir algo pero la sorpresa de la tan creíble respuesta lo dejó sin lugar a una réplica favorable a sí⎯Sin embargo me ha dejado intrigada, ¿por qué ha dicho eso a su hermano?.

⎯¿El qué?.

⎯Que ha perdido la cabeza según usted por mencionar fidelidad o respeto entre ambos, entre nosotros⎯él suspiró y levantó del asiento, barriendo las arrugas inexistentes en la elaborada ropa, un traje de dos piezas en azul oscuro, de camisa, chaqueta y pantalón, botas de tacón de dos centímetros y reluciente color. Se acercó con ambas manos en su espalda baja, mantenidas lejos de los ojos de Amarü.

⎯Creo que debo aclarar ciertas cosas, princesa Amarü⎯la morena casi podía jurar sentir el aliento chocando en su mejilla pese a la distancia mantenida, el tono altanero haciendo que una de sus delicadas manos se convirtiera en puño⎯Nuestra unión se debe a desesperadas cuestiones de ambas naciones, muy lamentable, pero real⎯sonrió socarrón⎯Juraremos palabras dulces y amorosas ante mi dios, a ojos del mundo seremos un ejemplo, pero ambos sabemos que dentro de las paredes de nuestros aposentos nunca será así, no me pidas nada a cambio, con el dinero de la corona basta, fidelidad, amor, comprensión, o cualquier treta de niña ilusionada no la obtendrá de mí. Dejando eso en claro me retiro⎯concluyó dándole una seria mirada pasando por su lado para alejarse, acto que se vio interrumpido por una fina y femenina mano que posó su agarre en la flexura del codo, Amarü haciendo uso de un poco de fuerza y de la docilidad de Nicholas previendo no hacer un escándalo se colocó delante de este y le dio la sonrisa más brillante que los grises ojos hayan podido ver jamás.

⎯¿Quién te crees que eres?⎯preguntó ña princesa con una seriedad abrasadora y una mirada penetrante⎯¿Tú me hablas de beneficios?. Por favor Nicholas, no nos engañemos, ustedes financian la guerra, nosotros pondremos las armas, ¿realmente crees que somos los más perjudicados?.

Él la miró sin emitir palabra.

—Si hablamos de estrategias, ustedes caerían primero, y nosotros después, con la enorme diferencia, de que lo haríamos como los guerreros que somos—la mandíbula de él se tenso, las palabras eran como rafagas de certeras cuchilladas bañadas de un óxido llamado verdad—¿Treta?—rió bajito—Claro que haremos una, una obra maestra que llegará a golpe de fama a los más inhóspitos rincones del mundo "El actual heredero del trono blanco y la hija del rey del trono de oro"—Amarü rió con total hipocresía y burla—¡Seremos el próximo clásico de la literatura!—se acercó un poco más rozando alientos haciendo que el hombre tensara el resto de su cuerpo⎯No sé qué clase de mujeres hayan aquí, Nicholas, aunque viendo a la reina me hago una desagradable idea—pudo observar perfectamente cómo el cuerpo se tensaba frente a sus ojos al mencionar a la reina—Así que te diré algo. Las mujeres de Aritz no somos de las que nos sentamos a esperar, o dejamos correr cualquier falta, ¿no piensas respetarme?, bien—se alejó—Pero entonces ocurrirán dos cosas, primero me aseguraré de darte una lección educativa acerca del cumplimiento de los votos y su importancia al estilo de los míos, y en segundo lugar me encargaré de pagarte con la misma moneda.

⎯No te atreverías⎯susurró alto entre dientes⎯No me harás andar en la ridiculez de tu pantomima. Una vez ponga mi anillo en tu dedo, eres mi mujer⎯Amarü negó con diversión.

⎯Se equivoca alteza⎯alzó su voz solo un tono más alto, Nicholas pudo ver como esta abría los ojos y respiraba solo un poco más fuerte, como si la ira simplemente comenzará a tomar lugar para luego retroceder y tomar de vuelta la actitud mantenida hasta ese instante⎯Yo soy mi propia mujer, dispuesta a entregarme solo ante un hombre que me brinde culto como la diosa que soy, ni tú y ningún otro mortal me dará menos que eso, cuando los dioses me dan su favor—la sonrisa maliciosa en sus labios hizo a Nicholas reprimir un jadeó indignado—Ninguno quiere esto y puede jugar a carta segura que de terminar la amenaza saldré por las puertas del palacio y cruzaré el mar sin mirar atrás—respiró hondo—Pero mientras, estamos juntos en esto, así que piense dos veces antes de cometer actos de los que pueda arrepentirse—Nicholas alzó el mentón altivo.

⎯Cuide su tono Amarü, puedo oír amenaza implícita en el.

⎯Solo es advertencia⎯sonríe inocente⎯Estoy segura de que así como mujeres quieren ocupar su cama, hay hombres que querrán la mía—la diversión de Nicholas lleno todo su ser.

⎯Lo dudo.

⎯¿Lo dice por mi color de piel o porque vengo de bárbaros incultos?⎯preguntó⎯Porque déjeme decirle algo príncipe, puede que según su reino, mi pueblo solo haya dado mujeres bárbaras e incultas, pero somos mujeres difíciles de olvidar⎯se acercó lo suficiente, demasiado a parecer de Nicholas que lo único que le detuvo de retroceder fue su orgullo, Amarü se aproximó a los labios acariciándose con el aliento de ambos⎯Las pieles de nuestros amantes nos reconocen incluso a la distancia, porque sus cuerpos nos pertenecen una vez prueban nuestro tacto, calor...⎯se acercó al oído⎯...y humedad.

⎯Amarü...⎯dijo en un soplido enojado, aunque no lo suficiente.

Nicholas era un hombre de sangre caliente, la mayoría del tiempo actuaba y después pensaba, y la cercanía de la morena le estaba haciendo por un segundo olvidar su maldito desagrado y ver la mujer que realmente era, lo cual lo tenía entre enojado e exitado, y no podía, ¡joder no!, ¿por qué su cercanía le afectaba tanto?.

⎯Ahora, ¿sería tan amable de indicarme como llegar al comedor?. Realmente tengo hambre⎯no esperó palabras, solo dio media vuelta y salió caminando con la frente en alto y serena, aunque su corazón retumbara de nerviosismo.

Nicholas tragó en seco y a paso rígido la siguió encontrándose con la mirada burlona de un divertido Brian, negó y resopló por lo bajo.

Serían tiempos difíciles para él, su cordura, y hombría, Dios lo ayude a superar esta prueba.

⎯Amarü—la joven volteó a verlo con rostro serio, habían llegado a las puertas del comedor, durante todo el camino, parecía que la morena era a quien le enseñaba hacia dónde ir.

Amarü se mantuvo todo el tiempo delante de él, como si guiara al príncipe y no a la inversa, el silencio reinando en todo momento, junto a la soledad que bañaba los pasillos llenos de cuadros, reliquias y vistosos adornos carentes de real significado, darían un toque tétrico si no fuera por el dulce calor del sol que entraba a través de las ventanas.

Amarü se había mantenido en una postura regia e inexpugnable, Nicholas entendía su ofensa, pero no su enfado, si bien ambos aceptaron el matrimonio, cada cual por intereses y motivos propios, los cuales el príncipe sabía a su parecer eran completamente egoístas, no lograba captar del todo el porqué la mujer de cabellos negros y piel morena había reaccionado así, y es que, ¡dios lo guarde y quite de su cabeza tales pensamientos!, pero después de abandonar la sala de descanso, a cada paso que dieron el aroma de Amarü aún le afectaba, era un matiz extraño y si no se equivoca de palabra lo definiría como afrodisiaco, uno que nunca había olido en su vida, sumándole también el temperamento de la joven.

Nicholas sabía que no sería fácil, la mujer venía de un lugar donde un cuerpo femenino no representa una debilidad porque son capaces de doblegar a los más imponentes ejemplares masculinos, y eso le había quedado claro a golpes de palabras cuando la princesa lo había hecho aspirar aire como si el simple gesto resultara difícil ante su cercanía, sin embargo, él era un Zlata, y se comportaría como tal.

⎯Las palabras dichas, espero que queden entre nosotros⎯Amarü giró todo el cuerpo en su dirección, los oscuros ojos tenían un tono brillante que no sabía si siempre estuvo ahí, no obstante la pregunta no pudo ser formulada porque la mujer solo le dio una sonrisa con sombras de ironía y entró al comedor dejándolo solo en los corredores, y preguntándose.

«¿Quién era realmente la princesa Amarü?, se preguntó así mismo y dio un suspiro alejándose del lugar».

Nicholas ni siquiera se refería a su estatus, sino a la fuerza que parecía esconderse bajo el rostro de una mujer perteneciente a una monarquía, una que en solo horas le había hecho cuestionarse unas cuantas cosas.

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