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Capítulo 2. Comienza la aventura ( 1ra. parte)

El día lunes a las 4:00 de la mañana Carmen despierta, prepara su desayuno, se viste y al salir dice:

—Bendición mamá, deséame suerte para que me den mi pasaporte.

—Dios te bendiga hija y te acompañe en este día y puedas sacar tu pasaporte. —Contesto Luisa.

Carmen sale de casa y se dirige en busca de katiuska, la hija de Belkys.

—Hola buen día, katiuska, buen día, Sra. Belkys, ¿cómo están? Aquí estoy lista para ir a la oficina de migración extranjería a sacar el pasaporte.

—Buenos días, hija bien y ¿tú?

—Bueno, vengo a buscar a Katiuska para irnos.

—Bendición madre, nos vemos ahora. —Dijo Katiuska.

—Hasta luego señora Belkys. —Añadió Carmen.

—Dios te bendiga Katiuska que Dios me las acompañe. —Contesto la Sra. Belkys.

Las dos muchachas salieron rumbo a la capital, el traslado de la casa a la capital duraba dos horas de camino para llegar a su destino.

Al llegar eran las ocho de la mañana se encontraron con una inmensa fila en las afueras de la oficina migración, las chicas se forman de últimas mientras conversan, luego de cuatro horas en la interminable fila conocieron a varias personas que iban solicitando tan preciado documento.

—Carmen, tengo mucha hambre, ¿Qué te parece si vamos a esa panadería y compramos un par de panes y queso para comer? Porque esto durara mucho tiempo. —Dijo Katiuska.

—Ok está bien, Katiuska, ve y compra los panes y un jugo mientras me quedo cuidando la fila. —Respondió Carmen Esmeralda.

Después de cinco largas horas, llego su turno, las muchachas entregaron los documentos exigidos, luego de los funcionarios revisar la documentación le entregaron el documento firmado y sellado.

—Bueno Katiuska, la espera valió la pena ahora a esperar a que nos llamen por teléfono, para ir al aeropuerto e irnos, mientras tanto vamos rápido al terminal de pasajeros y agarrar el autobús que nos lleve a nuestro pueblo y de allí a casa a descansar después de un día muy agitado.

—Si claro. Vamos, estoy muy agotada, me duelen terriblemente las piernas por permanecer tanto tiempo de pie.

El reloj marcaba las ocho y media de la noche cuando cada una de las muchachas llegó a sus respectivas casa, de inmediato comenzaron a contarle a sus madres cómo fue su día y de que en el momento en que les tomaban sus datos para llenar en los documentos ellas por curiosidad, le hacían preguntas a los funcionarios; mientras le explicaban a sus madres todo el proceso cenaron y se fueron a dormir.

El sábado por la mañana katiuska recibe una llamada, era la coordinadora de planificación, la cual le indicaba que tenía que presentarse al aeropuerto en Catia la Mar el lunes a las 8:00 de la mañana, ya que a esa hora y fecha fue programado su vuelo con destino a Jena una Ciudad con una población de 100.000 habitantes, donde se percibe un ambiente familiar. Las facultades de la Universidad de Friedrich Schiller están repartidas por toda la ciudad, pero a poca distancia.

Después de que recibiera la llamada le contó a su madre y ella fue a decirle a Carmen.

—Bueno, hija, gracias a Dios te llamaron, ve y avísale a Carmen y a Luisa que te llamaron.

Katiuska, muy alegre y emocionada por la llamada, se le olvidó que no había desayunado y fue a la casa de Carmen a contarle.

—Buenos días, señora Luisa, ¿cómo está? Le vengo comunicar que me llamaron y me dijeron que tengo que presentarme en el aeropuerto el lunes a las 8:30 para agarrar el vuelo de las diez, ya tengo lista las maletas para irme.

—Gracias hija por avisarme. —Contesto Luisa. Dos horas más tarde de recibir la noticia, la señora Luisa fue a casa de Belkys.

—Buenos días, Belkys, ¿cómo está?

—Dígame ¿en qué le puedo servir?

—Vengo hablar con usted.

—Si claro Pase, tome asiento, le ofrezco un café mientras conversamos.

—Bueno Belkys, en vista de que tu hija la llamaron para presentarse en el aeropuerto se me ocurrió venir a tu casa y decirte a ver si existe la posibilidad de que nuestras hijas se vayan juntas, tu hija me dijo que en el terminal de pasajeros estaría un autobús que la transportaría hasta el aeropuerto.

—Sí, Sra. Luisa es correcto.

—Bueno, por eso vine a proponerle que las dos se vayan juntas porque mi hija no sabe llegar sola al aeropuerto.

—Bueno, sí está bien quedamos así que las dos salgan juntas, pero eso sí, las dos tienen que salir a las 5:00 AM de la casa para llegar a la hora justa porque dijeron que ya tienen un listado de la gente que se va. —Añadió Belkys.

— Gracias por la información, por cierto tendrá un bolso grande, yo no tengo en donde mi hija guarde su ropa.

—Tranquila déjeme buscarlo. Segundos más tarde, Belkys le entrego un bolso a Luisa para que Carmen empacara sus cosas. Luisa llegó a la casa y llamo a Carmen.

—Carmen ven un momento por favor, estuve hablando con Belkys y acordamos que ustedes se fueran juntas al aeropuerto, aquí tienes un bolso lo suficientemente grande para que empaques todas tus cosas.

—Si mamá está bien entendido.

Y así fue Carmen dejó todo listo, solo esperaba con ansias que llegara el día para salir a su nueva aventura, estudiar en otro país con todos los gastos pagos era un verdadero sueño hecho realidad. Llegó el día esperado, Carmen se levantó a las cuatro de la mañana, se alistó desayuno para luego despedirse de su madre y de sus hermanos un fuerte abrazo mientras les promete que al llegar a su destino los llamara por teléfono o les mandara cartas.

—Bendición madre le mantendré informada de todo lo que pase, voy a buscar a katiuska y nos vamos estaremos en comunicación ella con su madre y yo con ustedes.

—Dios te bendiga, hija, y que Dios te ampare y te favorezca rezaré por ti todos los días, hija.

—Amén madre hasta pronto.

Carmen salió a buscar a katiuska y se van juntas al terminar en dónde las espera el autobús que las llevara a su destino. Al llegar al terminal hay un grupo de personas convocadas para ir al aeropuerto y hay 5 autobuses en espera de que sean las 6:30 de la mañana para salir.

Llegada la hora la gente aborda las unidades de transporte y se van, las muchachas están nerviosas y con ansias de ir al otro país a estudiar y conocer las culturas y costumbres de otro país en el camino van conversando de lo bien que la van a pasar.

Las chicas rezaban porque no las separaran, querían estudiar juntas en la misma universidad, en el trayecto hacia el aeropuerto les daban una charla donde informaban que no todos quedarían en el mismo lugar para estudiar, que ya estaban distribuidos los grupos para diferentes ciudades del país.

En el viaje al aeropuerto le ofrecieron desayuno (sándwich con jamón y queso y un jugo). Al llegar al aeropuerto se bajan del autobús y se sorprenden de la cantidad de gente que hay, por lo menos aproximadamente quinientas personas más o menos en la entrada del aeropuerto, salió un supervisor a dar la bienvenida y orientaciones acerca del viaje y dice que hay que esperar un poco a que lleguen las visas de las personas que van a salir, mientras la gente se distrae contando chistes y jugando juegos de mesa (dominó, monopolio, etc.).

Eran las 12 del mediodía, llego Luis Valenzuela, uno de los coordinadores, a dar el siguiente aviso:

—Señoras y señores acaba de llegar la visa, los voy a ir nombrando uno por uno para que pasen abordan el avión con destino a Alemania.

A medida que pasen adquieran sus boletos de ida y vuelta, tomando en cuenta que tienen que cuidar los pasajes, Luis Valenzuela comienza a pronunciar nombres y van cumpliendo con los protocolos del abordaje al avión, por último llaman a Katiuska Solimar y el Coordinador dice:

—Las personas que no he nombrado tienen que esperar en las instalaciones del aeropuerto.

En esto Katiuska le dice Carmen:

—Bueno, Carmen, hasta aquí te acompaño, pero nos veremos en cuanto llegues, nos encontraremos otra vez.

—Está bien Katiuska, esperaré a que llegue la visa y me pueda ir, nos veremos allá hasta pronto.

Katiuska sube al avión con destino a Alemania, mientras Carmen espera en el aeropuerto a que llegue la visa, mientras esperaba en el aeropuerto se unió a un grupo de 3 jóvenes, dos muchachas Teodora y Julia y un chico llamado Juan Carlos. Carmen inicia una conversación con ellos:

—Hola mi nombre es Carmen Esmeralda y vengo del estado Miranda y ustedes?

—Hola, mi nombre es Teodora, Soy del estado Vargas, soy Ingeniero Civil, tengo dos pequeños niños y en estos momentos en cuanto me vaya a realizar este curso mi mamá estará al pendiente de mí dos niños.

—Hola mi nombre es Julia y soy del estado Anzoátegui yo me dedico a ser manicurista no tengo hijos y estoy estudiando en la universidad Administración de Recursos Humanos y como vi esta oportunidad de hacer una carrera en otro país congele el semestre para así poder hacer este viaje en cuanto regrese vuelvo a retomar mi carrera.

—Hola mi buena amiga Carmen, mi nombre es Juan Carlos, yo soy del estado Miranda, tengo 26 años de edad y soy Médico Veterinario.

—Me da gusto en conocerlos y me alegra muchísimo que dos de ustedes hayan estudiado en la universidad y tengan su título universitario, puedan ejercer lo que más les gusta. —Dijo Carmen. — ¿Y tú? Pregunto Julia.

— Yo aún no he podido entrar a la universidad, estaba trabajando de cajera en un supermercado y renuncie para realizar mis estudios en otro país, espero que al regresar a Venezuela pueda encontrar una buena oferta laboral.

El grupo de jóvenes estuvo hablando de sus vidas un largo rato, en eso llego la noche y Luis el coordinador llamo a las 50 personas que se quedaron:

—Señoras y señores afuera hay unos autobuses para que los transporten a unas cabañas para que descanse y estén el tiempo necesario en espera de que le llegue la visa y mandarlos a buscar.

Se subieron al autobús, después de cenar fueron a descansar. En la mañana desayunaron y decidieron realizar rutinas de distracción para mantenerse ocupados, llego el atardecer y aún no los llamaban, así que esa noche también tendrían que quedarse a dormir en las cabañas.

Al segundo día en la mañana continúan con sus rutinas. Carmen se dirige al grupo al que se incorporó el día anterior y les dice a sus compañeros:

—Julia, Teodora, Carlos no se le hace extraño que ¿no nos hayan llamado?

—Claro Carmen se están demorando mucho, ya regreso voy a preguntarles a los encargados de las cabañas a ver si saben algo. —Dijo Julia.

Julia se les acercó y hablo con ellos, a lo que respondieron que están esperando la aprobación de las visas y puedan salir. Julia regresó con el grupo y le dicen que tienen que seguir esperando. Al pasar las horas siguen con sus distracciones, en eso llega la noche cenan y duermen.

Ya en el tercer día el grupo de 50 personas despierta y continúan con sus labores en espera de qué los llamen, a las 12 del mediodía almuerzan, en ese momento llega uno de los encargados Mario y le dice a la gente:

—Señores se nos ocurrió una idea, en vista de que todavía no han llegado sus visas y deben seguir esperando, venimos a llevarlos a la para la playa. En seguida todos exclamaron

— Todos: ¡Excelente idea, vámonos para la playa a disfrutar un rato!

Después de que el grupo de 50 personas estuvieran por largas horas disfrutando de la playa,

Mario les dice:

—Oído, grupo alístense que recibimos una llamada de que tienen que estar en el aeropuerto porque ya les llegó la visa, así que apresúrense es hora de viajar.

Todos recogieron sus cosas y se fueron, al bajar del autobús, el señor Luis Valenzuela, los llama uno por uno y les entrega su pasaje, en eso Carmen recibe su pasaje, entra, observa detenidamente el avión y se dice así misma en voz alta:

— ¡Gracias Dios mío, por permitirme viajar, está primera vez en un hermoso avión, hacia un lugar que desconocido, a conocer las culturas y costumbres de otras personas, aprender una carrera que me ayudará en un futuro!

Ante esta exclamación, Carmen termina de subir al avión, hasta el último pasajero y ya cuando todos están ubicados en sus asientos sale la aeromoza y les da instrucciones de cómo comportarse en el avión, aquellos que tengan teléfono celular, apagarlos, abrocharse el cinturón de seguridad, etc.

Al despegar el avión, a Carmen le da un cosquilleo mientras va subiendo siente que estuviera subiendo un ascensor y cuando despega siente que va viajando por el metro casi ni se siente a la velocidad en que vuela. Típico de una persona que viaja por primera vez en un avión.

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