Cambio de vida.
Olivia abrió los ojos con dificultad, se llevó una mano a la cabeza estaba acostada en el sofá de su casa.
—¿Olivia?— escuchó la femenina voz que le llamaba—¿Olivia?— se sentó lentamente en el sofá, encontrándose con la preocupada mirada del policía, la realidad la golpeó.
—¿En realidad. . . sucedió?— preguntó a la vez que sus ojos se llenaban de lágrimas— ¿se fueron. . . los tres?
—Lamento esto, Olivia— colocó una mano en su hombro— de verdad lo lamento, se que este es un golpe muy duro. . .
—¡Estoy sola!— gimió con desconsuelo, mientras cubría su rostro— ¡Oh Dios mío, los perdí, perdí a mi familia, estoy sola!— sus sollozos desgarradores llenaron la casa. Santiago la miró con desconsuelo, esa era una de las peores partes de ser un oficial de policía, tener que dar estas noticias, ver cómo personas sufrían por sus seres queridos y no poder hacer nada por aliviar su pena.
—Olivia, debe haber algún familiar que pueda a ayudarte con los preparativos funerarios, éste es un proceso duro y no es adecuado que estés sola.
—Solo tengo a un tío— gimoteó— mi padre era hijo único, y mi madre solo tenía un hermano mayor, mi tío Leonardo, mis abuelos fallecieron.
—¿Podrías llamarlos para darle la noticia? ¿O quieres que lo haga yo?— la miró con ternura y compresión.
—Creo que. . . debería llamarle yo— secó sus lágrimas.
—Bien— Santiago tomó el teléfono y se lo pasó. Olivia con dedos temblorosos marcó el número y esperó. Timbró tres veces antes de obtener respuesta, la voz de su prima llegó hasta ella.
—Hola, soy Violeta, ¿En qué te puedo ayudar?
—Hola, Violeta. . . soy Olivia— dijo con voz temblorosa.
—Oh prima, que alegría escucharte, estaba por llamarte para desearte Feliz cumpleaños, y mi madre. . . —Olivia comenzó a sollozar con fuerza—¿Olivia? ¿Olivia, qué sucede?
—Ha pasado algo horrible, Violeta— sollozó— tuvieron un accidente. . . ellos están muertos. . .
Aquella misma noche, los únicos familiares que tenía vivos llegaron para acompañarla en su terrible dolor. Su tío Leonardo y su tía política Leonor, se encargaron de todos los preparativos y Olivia lo agradeció, no tenía fuerzas, ni ánimos para tomar las riendas del asunto. Violeta, se mostró muy solidaria y compasiva con su prima, brindándole todo el apoyo necesario en aquel momento, se quedó a su lado y sostuvo su mano casi todo el tiempo.
Dos días despues de la muerte de sus familiares se llevó a cabo el sepelio, las dos urnas marrones y en medio de ellas la pequeña urna blanca, era la imagen más dolorosa de la corta vida de Olivia, y sin duda una imagen que se quedaría en ella para siempre.
El día de su cumpleaños, ese tan anhelado día, se había convertido en el día más amargo de su existencia, el peor día de su vida, jamás volvería a celebrar un cumpleaños, sintió que la fecha de su nacimiento estaba maldita, nunca había tenido una celebración y el día que la tendría, perdió a toda su familia, como una señal, de que era un día que no debía ser celebrado.
Sus tíos, su prima y ella, regresaron a casa, Olivia estaba en una especie de shock, ya no lloraba, no gemía, no gritaba, sólo estaba allí, sin nada más que tristeza en ella.
—Olivia— le llamó su tío y ella elevó el rostro para mirarlo; ojos hinchados, mirada apagada— Mañana temprano nos iremos a la ciudad.
—Tio. . . yo preferiría quedarme.
—No te haría bien— dijo el hombre— estar sola en esta casa llena de recuerdos, lo mejor será que vengas un tiempo con nosotros. Cuidaremos de ti.
—Pero, yo no. . .
—Olivia, lo último que quiero en este momento es tener está conversación— los fuertes ojos de su tío, serios e implacables, se quedaron fijos en ella— Mañana a primera hora nos marcharemos, así que ve haz un par de maletas con todo lo que necesites. Violeta te ayudará.
Olivia no supo como reaccionar así que solo asintió y se marchó en dirección a su habitación. Un par de minutos más tardes, Violeta llamaba a la puerta, le permitió entrar, entonces su prima se sentó junto a ella en la cama y le tomó las manos, mirándola con ternura.
—Será lo mejor, Olivia, no es bueno que estés aquí sola.
—Si, pero. . . es como abandonarlos, abandonar mi casa, mis recuerdos, no asimilo aún que ya no los tengo, y ahora también pierdo mi casa— sus ojos se cristalizaron— estoy perdida Violeta, siento que. . . no sé quién soy, no sé que hacer.
—No debes preocuparte, te prometo que cuidaré de ti— los hermosos ojos verdes de su prima estaban fijos en ella— mi padre tiene un carácter difícil y mi madre. . . ella es casi de adorno, pero todo estará bien, yo cuidaré de ti y superaremos esto, al menos aprenderemos a vivir con ello, yo también los voy a extrañar, me querían mucho y siempre fueron dulces y buenos conmigo.
—Esto es demasiado duro— dijo angustiada— si creen que será lo mejor, está bien, aunque no estoy segura.
Cuando el sol se filtró por la ventana, era muy poco lo que había podido dormir Olivia, se sentía tan triste, como si alguien le hubiese arrancado todo por dentro, dejando en ella un enorme vacío. Pasaban las ocho y media, cuando emprendieron el viaje a la ciudad, era un viaje no muy largo, de unas dos horas por carretera, y mientras más se alejaban, más tristeza cargaba Olivia en su corazón, no supo cuándo se quedó dormida, solo que Violeta la llamaba para que despertara. El auto estaba estacionado frente a la bonita casa, no era tan grande, ni elegante, pero sí un claro contrastes con su casa, que era humilde y en un vecindario tranquilo. La vida en el centro de la ciudad no le agradaba del todo, las personas siempre parecían estar estresada y llenas de angustia, con un malhumor permanente, era extraño conseguir a alguien que se comportará de forma amigable.
Suspiró con pesar siguiendo a su familia dentro.
—Hogar, dulce hogar— dijo su tío— Bien Olivia, puedes ubicarte en la habitación que está junto a la de Olivia, no es tan grande pero si muy cómoda y con colores cálido, seguramente te ayudará tener tu propio espacio.
—Muchas gracias, tío.
—Vamos Olivia— Violeta le acarició el cabello— te ayudaré a subir las maletas y a ordenar todo.
—Gracias— le sonrió con timidez.
La habitación era cómoda, decorada en colores pasteles que le hacían sentir a Olivia, que era una habitación para una niña, pero no le molestaba, ya que los muebles si eran hermosos, era un contraste extraño. Violeta le ayudó a organizar todas sus cosas.
—Tambien tiene un pequeño cuarto de baño, no es muy grande, pero. . .
—No me importa, que tenga un baño solo para mi, ya es más de lo que pude haber pedido. Gracias Violeta, gracias por todo el cariño, y todo esta apoyo.
—Se que solo soy un año mayor que tú y que no siempre hemos sido tan cercanas como quisiéramos, pero siempre voy a estar para ti, Olivia— la miró con ternura— Siempre podrás contar conmigo— Olivia le dió un fuerte abrazo, Violeta la rodeó con ternura, de forma protectora— Ahora intenta descansar un poco, prepararé el almuerzo.
—Puedo ayudarte— le dijo.
—Luego, ahora debes descansar un poco, cuando despiertes podrás tomar una jugosa comida.
—Gracias— Violeta se marchó dejándola sola. Ella tomó una rápida ducha, seco su cabello con una gruesa toalla, se puso un pijama de pantalón y camisa, estaba bastante usado por el tiempo que ya tenía con ella, pero Olivia lo amaba, lo cosió su madre, con sus propias manos y todo el trabajo y tiempo que invirtió en el, lo hacía amarlo más. Se metió bajo las sábanas diciéndose que debía dormir un poco, y así sin saber cuándo el sueño la venció, se durmió.