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5. Tenia que hacerlo

La rubia toma el viejo libro que su amiga le tendió, en cuanto toco la cubierta de éste sintió una pequeña descarga por todo el cuerpo. ¿Qué significaba aquello? Miro de manera inquisitiva el objeto entre sus manos, ¿Qué clase de libro era? Era muy antiguo con una cobertura muy vencida, era extraño.

—¿Qué quieres que haga con este libro? ¿Cómo me va ayudar? — Esta frunce el ceño.

—Pues con él obtendrás el amor de tu jefe — La pelirroja le sonríe pícaramente.

—¿De que estas hablando? ¿Cómo es eso posible?

—Es muy fácil, te lo voy a explicar. Veras que mañana cuando llegues al trabajo tendrás a ese hombre arrastrándose a tus pies.

—Espera un momento, no estoy entendiendo nada de lo que me estás diciendo.

Abby seguía sin comprender que estaba queriendo decir su amiga, a veces era tan extraña porque no hablaba con claridad.

—Escucha, ve a tu casa. Colocas a este libro en un círculo rojo pronuncias algunas palabras que se encuentran en la página del medio, pides tú deseo después de pronunciar aquellas palabras y te aseguro que tendrás el corazón de tu jefe para el día siguiente.

—Denise, ¿acaso has perdido la razón? Como se te ocurre pensar que haciendo este tipo de cosas haría que Callan se colara por mí. ¡Esto es malo! No es natural.

—Presta atención, este no es un libro cualquiera niña. Me lo he robado de la estantería privada de mi hermana y esa mujer sí que sabe cómo tener a un hombre a sus pies.

—¿Por qué rayos te robarías su libro?

—Porque este mi querida amiga es un libro para pedir deseos ¿comprendes? Y si haces bien lo que te estoy diciendo, te aseguro que Callan se enamorara de ti en un dos por tres.

La chica de ojos azules pestañeaba como si no creyera las palabras dichas por la pelirroja… le estaba sugiriendo que utilizara magia oscura para atrapar a su jefe, ¿se había vuelto loca? Si, ella quería que ese hombre se fijara en ella, pero a utilizar hechizos para amarrarlo era otro nivel.

—Yo no puedo hacer eso, Denise. Jamás recurriría a la magia para tener un hombre. Yo quiero que él me ame sin que tenga que utilizar nada de esto.

—No seas tonta amiga — Esta se ríe a carcajadas —Es la forma más rápida y segura que tienes para atraparlo — Le dice señalando el libro con sus dedos.

—¡No! Definitivamente no haré tal cosa. Estoy desesperada, pero no para tanto — Contesta devolviendo el objeto.

—Llévatelo, y piénsalo… analízalo bien, no pierdes nada con intentarlo — Ella le regresa el libro.

Abby lo vuelve tomar dudosa de llevárselo a casa o dejarlo en la casa de su tostada amiga… miro nuevamente la cubierta desgastada. Al final, pensó que igual no perdería nada con llevarse esa cosa.

—¡Esta bien! Solo me lo voy a llevar. Pero no practicare hechizos contra Callan — La mira seria.

—No son encantamientos niña, es algo inofensivo — Esta le guiña un ojo.

Abby negó, se despidió de su amiga para entrar en su apartamento. Dejo el libro sobre la estantería y en seguida Chen estaba sobre sus pies. El canino frotaba su cola contra las pantorrillas de la rubia, ladraba y gimoteaba por un poco de atención.

—¡Ya se! ¡Ya se! Tienes hambre, como siempre — Le dice sonriendo.

Después de servirle la comida al peludo, ella se ducho para tumbarse en la cama… su día había sido de perros. Metió el pie hasta el fondo con Callan, y luego la perra de Susan la golpea. Es que odiaba a esa tía. Abby recordó las últimas palabras que le dijo “será mío” ¿Qué estaba planeando esa mujer? Se preguntó.

Entonces Abby se sentó de golpe en la cama…

—¡Claro! Eso es lo que quiere ella. Esa perra se quiere casar con Callan, seguro está tramando embarazarse de él ¡Que maldita! — Exclamo furiosa.

Mordió la uña de su pulgar con afán, tenía que evitar que esa pendeja se saliera con la suya. Callan se merecía a una mejor mujer, no esa resbalosa lagartona cazadora de fortuna.

—¿Dónde está ese maldito libro? — Dice poniéndose en pie.

Abandona casi que corriendo la habitación, en cuanto lo encontró por instinto mordió sus labios, sentía dudas al respecto de ese libro. Nunca le había lanzado un hechizo a nadie, pero si no lo hacía… cerro los ojos por un momento, si no lo hacia la idiota de Susan haría hasta lo imposible por atraparlo.

Decidida. Regreso hasta su habitación tomo un lápiz labial rojo, sentándose en medio de la recamara. Hizo un círculo rojo sobre el piso de madera dejando el libro abierto por la mitad.

—¡Bien, ya está! — Indica pasando la palma de la mano por las envejecidas hojas.

Era fácil lo que tenía que hacer, solo debía pronunciar aquellas palabras y su anhelado deseo después y el debería de hacer el resto. Junto las manos y cerró los ojos.

Suspiro… era fácil, su deseo era más que claro. Ansiaba que Callan Meison se enamorara de ella. Si, lo haría. Definitivamente lo haría, no permitiría que la prepotente de su supervisora se lo quedara. Su jefe se arrastraría a sus pies. Solo tendría ojos para ella.

—Tengo que hacerlo. ¡Está mal! Lo se… pero tengo que hacerlo — Se decía pero no pronunciaba aquellas palabras —¡Ya, Abby! No seas cobarde, ¿Qué tanto puede pasar?

La chica comenzó a pronunciar las palabras plasmadas en el libro. No estaba segura de que las estuviera manifestando correctamente pero ya había comenzado y no pensaba detenerse. Cuando por fin termino de pronunciar las frases escritas en la libreta, realizo su petición poniendo su corazón en ello… se quedó quieta por un momento, no sabía que esperar, pero solo guardo silencio.

Pero nada paso…

La joven abrió un solo ojo al ver que todo seguía igual, chasqueo la lengua, aquel conjuro solo era un fraude. Como llego a pensar que la magia resolvería su problema amoroso. ¡Era estúpido! Abby tomo el m@ldito libro sacándolo del círculo para luego lanzarlo lejos, ni supo donde había parado. Cuando la chica se disponía a ponerse en pie, algo comenzó a emerger del suelo. Era como una nube entre gris y negra.

Empezó como una especie de remolino, abarcando casi toda su habitación. La rubia estaba estupefacta observando todo el espectáculo que estaba pasando. No se podía creer que aquello estaba sucediendo en su recamara. ¿Pero qué coño era todo eso? Con los ojos bien abiertos Abby seguía observando detenidamente lo que se estaba formando en medio de aquel tenebroso remolino.

Cada vez se hacía más ancho y grande, en medio comenzaba a formarse una figura que se veía como la de una persona. ¿Pero qué estaba pasando? Se preguntó arrastrándose un poco hacia atrás. Y justo en ese momento toda la neblina oscura se disipo, y con ella una ráfaga de viento soplo en su habitación desordenando todo a su alrededor.

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