Sinopsis
Al fallecer su hermana y su cuñado en un fatal accidente, Carolina se tuvo que hacer cargo de sus dos pequeñas sobrinas, en ese momento ella era una joven abogada recién recibida, al tener una entrevista de trabajo, descubrió el paradero del hombre que alguna vez amó, que era sin lugar a dudas, el abogado más poderoso del país y…su nuevo jefe. A sus sentimientos como mujer, se le suma la batalla que lleva con la hermana de su cuñado, no sólo por la obscena cantidad de dinero que le corresponde a las pequeñas, sino por obtener la custodia de las mismas. La angustia de perder a las criaturas parece no tener fin y para guardar su más profundo secreto, cuando finalmente ese secreto es descubierto, ella tiene que renunciar a su amor, ganando su desprecio y poniendo en juego, por segunda vez, la tenencia de las pequeñas.
Capítulo 1. ¡Es él!
Por Carolina
Miré el gran edificio, se alzaba imponente, casi obsceno, por su gran tamaño y su lujo derrochador.
Era majestuoso.
—Vos podés.
Me dije a mí misma, es la tercera entrevista, y la definitiva.
Pasé las otras dos entrevistas sin problemas.
Ahora era distinto.
Ahora tenía que ver al señor Sergio Hortiguera Del Valle.
Me tiemblan las piernas solo de pensar en ese nombre.
El mejor abogado de la ciudad.
Se supone que estoy acá y llegué a esta instancia porque valgo.
Fuí el mejor promedio de mi camada.
Solo por eso merezco una oportunidad, al menos eso dicen los requisitos.
Tomé aire y entré.
La recepcionista me indicó que suba al piso 20, el último.
Y era todo el edificio de los Hortiguera Del Valle.
Los mejores abogados, son implacables y no hay juicio que pierdan.
Es la oportunidad de mi vida.
Y estoy recién salida del caparazón.
Tengo 22 años y me comí la carrera, literalmente.
Bajé del ascensor, donde me recibió otra recepcionista, que me acompañó por unos pasillos y nos encontramos con una secretaria.
Las paredes eran blancas, con enormes ventanales, que hacen que el edificio tenga ese aire moderno, impecable, lujoso.
—¿Carolina Pridón?
—Si, mucho gusto.
No me dijo su nombre.
—El señor la atenderá en breve.
Tomé asiento.
15 minutos después, me dice que puedo pasar.
Golpeó la puerta y luego de ese temido ¨adelante¨, entré.
Digo temido, porque mis nervios ya están a flor de piel, sin saber que eran nada en comparación de lo que venía.
Cuando entré, esperaba, sinceramente, encontrarme con un señor de unos 60 años, el que aparece siempre en las portadas de las revistas más prestigiosas de derecho.
Sin embargo, nunca en la vida esperé encontrarme con él.
—Buenas tardes señorita..
—Carolina, Carolina Pridon.
Me extiende la mano.
—¿Nos conocemos?
Debe haber notado mi asombro, o mi indecisión.
En realidad estaba temblando.
—No, no lo creo señor, solo esperaba encontrar a un señor mayor.
Se ríe a carcajadas.
—Te escucha mi padre y seguro que no te contrata.
—Perdón.
Digo poniéndome de todos colores.
—Es nuestro secreto.
Dice mientras me guiña un ojo.
—Gracias.
—Voy a hacerla corta, no tengo demasiado tiempo, si llegaste hasta acá es que pasaste todos los requisitos, comenzás el lunes como abogada juniors, en la oficina de personal te indican las dudas que tengas.
—Muchas gracias...señor.
—Bienvenida a bordo.
Le sonreí.
Cuando salí de allí, me dirigí a la oficina de personal.
Por suerte la entrevista fue realmente corta, aunque yo esperaba que me hiciera muchas preguntas, no lo hizo, a lo mejor tendría que ir a tribunales o preparar un juicio, por el motivo que sea, fue corta y yo me alegré por eso, estoy asombrada, anonadada.
Me temblaban las piernas.
No puede ser….
Es él…
Tantos años sin saber siquiera su nombre, ni quién era y ahora trabajo para él.
No me registró.
No sabe quién soy.
Aunque no se porqué me preguntó si nos conocíamos, debe ser por mi titubeo.
Traté de concentrarme en el tráfico.
Lo último que necesito es chocar.
Se abrió el garaje y dejé el BMW junto con los otros dos autos, uno era una camioneta, también BMW, y el otro era un Mercedes, clásico, pero de los más lujosos, voy a tener que rotar de autos, sino se les va a pudrir la nafta.
Gracias a Dios que tengo las tarjetas que me habilitan para manejar todos los vehículos.
Están a nombre de mi hermana y de mi cuñado.
Llego al living y las dos preciosuras saltan sobre mí.
—Tía llegaste.
—Tía, te quiero.
—Yo también las quiero a las dos, ¿Cómo se portaron?
—Biennnnnn.
Sonrío, son el eje de mi vida.
Brenda le va a avisar a mi amiga Andrea, que estaba en la cocina, que llegué.
Abrazo nuevamente a Priscila, casi temblando.
Miro sus hermosos ojos verdes…
No los sacó de mí…
Son iguales a los de su padre.
Es increíble, pronto va a cumplir 7 años, pasa demasiado rápido el tiempo.
—¿Cómo te fué?
Me pregunta mi amiga, sacándome de mis pensamientos.
—El lunes comienzo a trabajar.
—Excelente, ¡Te felicito!
Me mira.
Me conoce muy bien, a pesar que estuvimos años separadas, desde que me vine a vivir a la ciudad balnearia más grande del país.
Fui obligada, literalmente, por mis padres.
Dejé mi vida, a mi amiga...todo atrás y asumí las consecuencias de mis actos.
Ahora Andrea me acompaña nuevamente, se peleó con el amor de su vida, lo típico, lo encontró con otra teniendo relaciones en la cama de su departamento, le quiso dar una sorpresa y esperarlo en el departamento, a su novio, y la sorpresa se la llevó ella.
Justo pasó la tragedia de mi hermana y mi cuñado y mi amiga vino inmediatamente.
Acá estamos.
A ella le falta un año para recibirse de licenciada en Literatura.
En realidad le faltan unas pocas materias.
Mientras, consiguió trabajo de camarera en el bar de un hotel.
Es fina, domina dos idiomas, y es bastante llamativa, es hermosísima.
La tomaron enseguida, podría estar trabajando en otra cosa, pero eso le divierte y saca muy buenas propinas, aparte del sueldo.
Me ayuda con los gastos de la inmensa casa.
No es mi casa, es de mi hermana y mi cuñado.
Pero la luz, el gas, y los demás servicios, hay que pagarlos.
Gracias a Dios mi hermana era ahorrativa.
No les faltaba dinero, pero mi cuñado era de los que dicen que si él traía la plata, entonces la manejaba él.
Por otro lado, mi hermana también era abogada y el marido nunca le permitió trabajar.
Ellos fallecieron en un accidente automovilístico y doy gracias a Dios que ese día salieron solos, sin las pequeñas.
Si no, mi vida, que ya está destrozada por la muerte de mi hermana, se hubiera acabado.
Terminamos de cenar y hago dormir a las niñas.
Son mi vida entera.
Priscila tiene 6 años, va a cumplir 7 y es un sol, inteligente, deshinibida, charlatana, muy madura para su edad, y bella, es rubia, con el mismo tono de cabello que el mío y unos asombrosos ojos verdes, francamente la adoro.
También está Brenda, de 5 años, es más tímida, pero aun así, tiene cada salida que nos hace reír.
Tiene mi mismo color de ojos, grises, que era el mismo color de ojos de mi hermana, y rubia, en eso salió a mi, tiene mi mismo tono, mi hermana tenía un rubio más oscuro y las niñas lo tienen tirando a ceniza, como yo.
Salgo de la habitación y Andrea me estaba esperando.
—Contame.
Es la única persona que sabe la verdad.
Mis padres murieron al poco tiempo de venirme a vivir a Mar del Plata, la ciudad costera más grande de mi país.
Me enviaron ellos, me obligaron ellos.
Se pusieron de acuerdo con mi hermana y mi cuñado, mataron dos pájaros de un tiro.
Mi cuñado era ingeniero naval y se embarcaba por bastante tiempo, hasta dos meses, algunas veces más, pero la mayoría del tiempo sus viajes eran de 35 a 40 días.
Paula, mi hermana, estaba mucho tiempo sola, él no quería que vaya a la capital a ver a mis padres, al menos no por mucho tiempo, con lo cual, a Paula le embargaba una soledad inmensa.
Habían intentado, desde que se casaron, tener niños y éstos, no llegaron.
Fué ahí donde entro yo y termino viviendo en la casa de ellos.
Andrea está esperando que le diga lo que tengo que contarle.
Es mi amiga del alma, compañera de aventuras y la guardadora de mi más grande secreto.
Teníamos 15 años cuando fuimos a la casa de una tía de ella.
Nos quedamos cerca de 10 días, era verano, Andrea tenía una prima de nuestra edad y otra de 19 años.
Nos divertíamos todo el día.
Y pasábamos 30 veces por día por la puerta de la casa de la vuelta de donde vivía su tía.
Claro, había dos chicos nuevos.
No los conocíamos, la prima más grande conocía de vista a uno de ellos, era el nieto de la señora señora que vivía en esa casa, aunque alguien había dicho que dicha señora había fallecido.
La casa era la más hermosa del barrio.
De 3 pisos, con parque, piscina, una verdadera mansión.
Nosotras morimos por esos chicos, aunque eran algo mayores para nuestra edad.
Se hizo una reunión, una juntada, como se le dice a veces, en la casa de una amiga de la prima más grande de Andrea.
No sé en este momento cómo hicimos para colarnos en esa fiesta.
Vimos cosas que no conocíamos.
Chicos fumando porros, mucho alcohol, y parejas haciendo quién sabe qué cosas, en la oscuridad del parque.
Fue cuando vimos a los dos chicos que nos gustaban.
Yo moría por el de ojos verdes, tenía el cabello castaño, era alto, musculoso, un adonis.
A ella le gustaba el otro chico, también de una belleza imponente.
Alto y musculoso, parecían que competían con su amigo para ver quién tenía más músculos.
Ojos oscuros, penetrantes y cabello castaño oscuro.
Le hago una seña sin disimulo, ellos se dieron cuenta, el de ojos claros se me acerca y me pregunta cuántos años tengo.
—Voy a cumplir 18 en dos semanas.
No iba a quedar como una bebé.
Me comienza a besar, nunca me habían besado así, me besaron dos o tres chicos y fueron besos en los labios, algo insignificante, comparado con ésto.
Estábamos en un sillón que había en un rincón del parque de esa casa, apenas llegaba la luz.
Sus manos iban por todo mi cuerpo.
Dios, era hermoso y me estaba besando y tocando de una manera, como jamás lo soñé.
Sentí humedecer mis partes íntimas.
Y sus manos fueron directamente a ese lugar.
¡Qué vergüenza!
Me corrió la remera y besó mi pecho, sentí un hormigueo espectacular, me quemaba todo el cuerpo.
—¿Querés hacerlo?
Asentí.
Era una locura, no lo conocía y yo era virgen.
Así, sin más, se desabrochó los pantalones y dejó su miembro afuera, era grande, aunque mucho no quise mirar, a lo mejor todos son iguales.
Me penetró directamente.
Yo pegué un grito de dolor y me moví hacia arriba, estaba sentada a upa de él.
—¿Sos virgen?
Me preguntó y a mí me pareció que estaba molesto.
—Seguí..
Le dije, y es que a pesar del dolor, estaba sintiendo un fuego interior, que era desconocido por mí.
Él siguió besándome y tocando, hasta que una explosión de placer me embargó.
Tuve mi primer orgasmo en los brazos del chico más sexi qué había visto en mi vida.
Se corrió unos segundos después.
—Nena, sos muy sexi, pero no me gustan las vírgenes y espero de verdad que estés por cumplir 18 años, te falta crecer.
Yo tragué saliva.
Él guardó su cosa y se fué.
No lo ví más.
A su amigo tampoco.
Me sentí humillada.
¿Eso era todo?
Perdí la virginidad con el chico más sexi, arrogante y el peor hijo de puta que existe.
La busqué a Andrea.
Le conté todo.
—Estás loca.
—Toqué el cielo, mientras duró, pero fueron unos minutos.
Luego...me faltó el periodo.
En mi casa me querían matar.
No sabía ni el nombre del padre de mi bebé.
Nunca más lo ví.