Capítulo 5
Narra Abel.
—Apuesto a que quieres que yo castigue esa boca, esas tetas y ese coño —le dije, estaba perdiendo la cabeza. Dejé libre su muñeca y empujé un dedo tan profundamente dentro de ella que mi nudillo me impidió ir más lejos—.¿Esto es lo que quieres, niña traviesa? ¿Qué yo te castigue? Ella soltó un suave gemido y encendió el fuego prohibido dentro de mí.
Si antes tenía alguna fuerza de voluntad para alejarme de esta atracción ilícita, ahora se había ido. Entré en ella, agregué un segundo dedo. Vi que sus ojos se volvieron pesados, los cerró por completo, sus dientes mordieron su labio inferior. Estaba perdiéndome en su olor y en sus gemidos. Empujé su pecho y tiré de sus muslos, obligándola a recostarse contra mi escritorio. Incliné mí cabeza y cubrí su coño, succionándola instantáneamente en mi boca. Cualquier pretensión de ser amable se había ido, pero esta niña no quería que lo fuera.
—¡Sí !—gimió.
Mordí el interior de su coño, enviándola de vuelta al escritorio.
— Estás pidiendo esto. Te estás burlando de mí para que sea malo—mencione empujando mi lengua dentro de ella, lo hacia adentro y hacia afuera en un solo ritmo. No me daba cuenta de lo hambriento que realmente había estado por su coño hasta que sentí su sabor en mi lengua. Era rudo y rápido, comiéndomela sin piedad. Sus caderas se retorcieron bajo mi agarre, empujando su hinchado coño contra mi cara. Los gemidos brotaron de su boca cuando alcanzó la cima de su orgasmo. Luego la solté y me pare—. Levántate—le ordené
Pude ver en sus ojos fuego.
—Quiero su polla señor Brown —dijo, mi polla se endureció más.
—No me digas señor Brown, dime Abel y trátame de tu—le dije—. Si quieres mí polla entonces date la vuelta—le pedí. Cuando lo hizo levanté su falda para tener una vista perfecta de su culo firme, su piel era suave como porcelana. Le di unas cuentas nalgadas, la adrenalina se disparó a través de mí mientras la azotaba, cada bofetada marcaba mi palma en su piel desnuda. Ingresé mis dedos en su trasero—.¿Alguna vez te han jodido aquí?—le pregunte, mientras mi pulgar presionaba contra su agujero, ella se retorció, empujando su trasero hacia mí, lo que me indicaba que me daba libertad de hacer lo que yo quisiera. Dejé caer mi boca y giré mi lengua alrededor de su agujero.
—¡Si!—gimió con placer.
— Tu coño puede tomar mis dedos y mi lengua, pero mi polla va a arruinar tu pequeño coño apretado —le dije, con su agujero lubricado con mi lengua, empuje mi dedo dentro de su culo. Su gemido hizo que mi polla se hinchara, mi pre-semen saturando el interior de su muslo—.Cometiste un error al entrar aquí y burlarte de mí. ¿Crees que puedes manejar a un hombre como yo?—murmure.
—He estado fantaseando contigo durante mucho tiempo. No tengo miedo de lo que me puedas hacer. Tengo miedo de lo que no harás—respondió ella con mucha seguridad.
Empuje en ese momento mi dedo más profundo.
—Maldita sea, ella no debería querer esto. Ella debería estar asustada—dije mentalmente—.Dime que pare—le dije.
Mi polla palpitaba para estar en su culo, en su boca y en dulce y estrecho coño. Deslicé mi dedo, levanté la palma de la mano hacia atrás y le di una palmada en el culo. Ella miró hacia atrás, sus ojos en forma de gato mirándome desde debajo de sus espesas pestañas. Ella era tan jodidamente traviesa, sus labios entreabiertos, jadeando como un felino en celo. Tiré de mi pulgar hacia atrás y rodeé su abertura mientras alineaba mi polla hasta su coño, lo deslicé hacia arriba y hacia abajo por su raja cubriéndome con su humedad. Un gruñido retumbó en mi pecho mientras me relajaba en la punta de mi polla, mientras cubria mi pulgar y empujaba en su culo. Su ronroneo travieso era música para mis oídos mientras se balanceaba contra mí, tratando de llevarme más profundo. Le di una palmada en el costado del culo mientras mi pulgar abría por completo su estrecho agujero y mi polla la llenaba hasta la empuñadura.
—Ahh— gritó tratando de alejarse de la plenitud de mi polla, pero la jale hacia mí, bloqueándola en su lugar.
—Vas a tomar cada centímetro de mi polla exactamente como quiero que lo hagas. ¿Crees que puedes jugar con los grandes? Pruébalo—pronuncie.
Salí y volví a golpearla.
—Mierda, tu polla es tan grande. Me encanta la forma en que me estás castigando —me contestó ella excitada.
Ingresé dentro de ella como un loco, mis músculos estaban en llamas, una capa de sudor se acumuló en mi frente. Ella me llevaba más profundo cuando su apretado coño apretaba mí polla. Sus gemidos me llevaban al límite, me acerque y froté su clítoris, su cuerpo sucumbió a cada uno de mis toques. Los malditos ruidos que hacia alimentaban a la bestia dentro de mí.
—Quiero que supliques. Ruega por mi polla —mencione sacando mí polla de ella—.Ponte de rodillas. Ruega por chupármela. Si eres una buena niña, te dejaré ver lo dulce que sabes en toda mi polla.
Ella ni siquiera lo dudó. Se deslizó de mi escritorio hasta ponerse de rodillas. Sus ojos sensuales se nublaron ante mi polla reluciente. Su sonrisa era malditamente pecaminosa.
— Por favor, quiero ahogarme con tu…
No deje que hablara más, metí mí polla en su boca, gemí ante el sonido de sus arcadas. Me agarró las pelotas y me las chupó mejor que cualquier mujer de mi edad. Mis manos se deslizaron hacia la parte posterior de su cabeza y empujé hacia adentro y hacia afuera. La saliva goteaba por su bonita barbilla. Estaba tentado a correrme en su boca solo para verla tragar hasta la última gota. Echando mi cabeza. Empuje dos veces más, luego salí de su boca, como esperaba, ella gimió de decepción.
—Quítate la camisa. Quiero ver tus tetas—ordene, acariciando mi polla mientras ella obedecía. Levantó su camiseta por encima de su cabeza, la dejó caer al suelo, sus pechos desnudos rebotaron con el movimiento. Me acerque he hice un círculo con mi pulgar sobre su pezón, ella gimió aún más. La tomé de la cintura y la levanté sobre mi escritorio, separando sus rodillas. Mi polla palpitaba mientras lo conducía hacía su coño hinchado y resbaladizo. La penetre de golpe, mis movimientos en ese momento eran rápidos y profundos ella jadeaba exquisitamente. El golpe de piel con piel resonó en mi oficina. Mis brazos y piernas estaban en llamas. Una gota de sudor se deslizó por un lado de mi cara. Dejé que sus manos subieran por mi pecho, rasgando mi camisa. Sus labios se extendieron a lo largo de mis pectorales, hundiéndome más en la locura. Quería follarla hasta el olvido. Róbale la oportunidad de salir de esta habitación. Sus ojos se cerraron y su boca se abrió en un grito silencioso mientras se apretaba a mi alrededor, su orgasmo robó mi resolución y me envió al límite—.Mierda—exclame, mis bolas golpeaban su trasero mientras me perdía, mi polla tenía espasmos. Saqué mí polla para bombearla sobre ella, derramando mi semen sobre su estómago y tetas.
Una sonrisa se deslizó por su rostro y bajó la cabeza, admirando mi obra de arte. Ella hizo girar la punta de su dedo índice en mi semen, luego se lo llevó a la boca y lo probó.
—Delicioso—pronunció con lujuria, ella era ardiente. Di un paso atrás, mientras miraba como se deslizaba fuera de mi escritorio como si no me la hubiera follado duro y sucio. Ella se inclinó, mi semen aún goteaba entre sus tetas, levantó su camiseta, sin mostrar una pizca de timidez o culpa mientras se la colocaba de nuevo. La realidad me golpeó en ese momento como un tren de carga mientras se bajaba la falda por las caderas. Joder, qué acabo de hacer? Luciana todavía estaba disfrutando del resplandor de lo que acabamos de hacer. Pero mi sangre se enfrió rápidamente, reconociendo mi error. Me apresure y metí mí polla en mí pantalón tratando de averiguar qué hacer y decir a continuación—.No tienes que decir nada, si tu quieres seguir con esto, entonces puede ser nuestro pequeño secreto—pronunció de repente. Quizás había visto arrepentimiento en mí—. Piénsalo—agregó saliendo de mí oficina.
—¿Pero que demonios acababa de pasar ? —Me pregunte —.¿Debía realmente aceptar su propuesta de tener un especie de aventura en secreto? Y Si lo acepto ¿Ella podrá seguirme el ritmo de mis fantasías oscuras? —mencione, aunque con lo que acababa de hacer me demostraba que si sería capaz de hacer más que otras mujeres de mí edad. Tendría que pensarlo bien antes de continuar con esto.