Capítulo 3
Después de 15 kilómetros llegan al portón de la finca, y Lucas baja del auto para abrirlo.
Tan pronto como pasan, Erica sigue mirando hacia adelante tratando de ver la casa, pero no ve nada.
- ¿Dónde está la casa?
- Dos kilómetros hasta ella. - Dice riendo.
- Vaya, qué lejos.
- RS, a mi padre le gusta la tranquilidad. Le molestan los coches, los camiones que pasan por la calle y hacen ruido.
- Más en este camino, solo estábamos nosotros.
- Hoy es sábado, pasan pocos vehículos.
Cuando llegan, aparca junto al granero y sale.
- Vamos, entremos.
- Pero, ¿qué pasa con las cosas del coche? ¿Y los animales? Hace calor.
El capataz ya me ha visto llegar, ahora se ocupará de ello.
- Oh, está bien, vamos.
Hacen las maletas y entran a la casa.
- ¿Esta casa tan grande como esta solo para tu padre?
- No olvides que éramos tres.
- Cierto, lo había olvidado.
Dentro de la casa, pone las bolsas en el pasillo de las habitaciones.
- Ven, te presentaré a una persona maravillosa.
- Está bien, jaja.
En la cocina, Lucinda está demasiado ocupada cocinando cuando alguien la abraza por detrás.
- ¿Qué es esto? - pregunta Lucinda asustada.
Le cubre los ojos y dice:
- ¿Adivina quien es?
- Solo puedes ser tu, Lucas mocoso.
- Hola mi amor, te extraño, especialmente tu comida, jajaja...
Él le da un cálido abrazo.
Lucinda era como su segunda madre.
- Mira, pensé que te extrañaba, todo. Bueno, bueno, ¿qué hay de esta hermosa joven? Hija saliste de una portada de revista?
- No. RS, soy Erica.
- Lucinda, muy amable querida. Me disculparás, pero hoy estoy cocinando para un batallón, actúa hombre. No sé si estoy caliente por la estufa o por todos los hombres gato en esta granja.
- Lo siento, ni siquiera pregunté si están saliendo y estoy aquí bromeando con esta chica, RS.
- Kkk, solo somos amigos. - Confirma Érica.
- ¡Ay! Entonces niña, cada uno mejor que el otro, más como el jefe Cássio y el capataz Rodrigo, no hay igual.
- RS... - Erica sonríe toda avergonzada.
- ¡¿Así que no soy guapo?!
- Eres muy lindo hijo, pero tu padre, piedad. Mira, ¿estás callado?
- Jajaja esta bien. Tu secreto está bien guardado.
- Ven Erica, vamos a dar un paseo a buscar a papi.
- Fue a juntar las vacas. - Habla Lucinda.
Salen de la cocina y caminan lentamente alrededor de ella, el auto está vacío y Lucas lo coloca en el lugar correcto.
En el abrevadero al lado del establo, Cássio ya ha reunido todo el ganado, los animales serán vacunados por el veterinario y liberados a pastar.
- Sr. Durant, lamento causarle todos estos problemas. Vine en el último minuto, un cliente canceló y pensé que te gustaría que llegara pronto.
- Fue inesperado y laborioso, pero está bien, ya está solucionado. Puede empezar.
Cassio va a beber agua, mientras el veterinario comienza su trabajo con el asistente.
El calor aprieta y apenas pasan de las 9 de la mañana. Se desabrocha la camisa a cuadros y se la quita, la brisa refresca su cuerpo sudoroso, se sienta en la valla y observa al veterinario trabajar.
- Ahí está, ven hermosa.
Erica, te sorprende lo grande y hermoso que es el lugar. Las flores, los árboles, la casa, mira a su alrededor con asombro.
- ¿Que dijiste? Lo siento, es muy hermoso aquí, no presté atención a lo que dijiste.
- Está bien, es realmente hermoso aquí. Vamos, papá está allí.
-Oh si por supuesto. ¿Dónde?
- El que está sentado en la cerca.
Erica mira, deja de caminar cuando ve a un hombre de espalda desnuda y bronceada, cabello oscuro cubierto por un sombrero vaquero, su rostro es muy hermoso, ni siquiera se da cuenta que tiene la boca abierta.
- Érica? - La amiga la llama.
- ¿Oh? ¿Qué? - No puedo dejar de mirar.
- RS, mi padre es muy guapo, vamos.
Él tira de ella de la mano, ella la suelta.
Su respuesta es:
- ¡Sí! En realidad es normal, creo. -Intenta disimular el interés.
"¡Ponte guapo! ¡Dios mío, dama soltera que nunca ha sido besada!" - Pensamientos.
Todo sonrisas Lucas se acerca a su padre, casi arrastrando a Erica, quien no puede mantener la boca cerrada.
- ¿Papá? Buenos días, estamos aquí.
Cássio Durant, escucha a su hijo llamar y mira hacia la voz.
- Lucas, te extraño hijo. - Abraza al hijo, sin ver a la niña. - ¿Olvidaste que tienes un padre? JAJAJA.
La sonrisa de Cassio la atrapa, se pasa la mano por el cuello.
"Dios mío, qué sonrisa. Qué cálido, señor". - Pensamientos.