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Capítulo 4

- Estuviste fantástico - le dije. Fui sincero.

Él sonrió y vislumbré un atisbo de vergüenza en su mirada. El chico arrogante había sido reemplazado por el inseguro. Debajo de ese caparazón arrogante había otro German y quería saber todo sobre él. Conoce cada matiz.

Se puso de pie y extendió su mano para ayudarme a ponerme de pie. -Tú también- _

Lo agarré y un shock irradió de mi palma. - No hice nada -

- Elliott colgaba de tus labios cada vez que intervenías -

- ¿ Entonces llevarme contigo era parte de tu estrategia? -

Él se rió entre dientes. - Quizás. Funcionó ¿no? Traje a la chica más sexy de la oficina y ahora tenemos un trato .

Puse los ojos en blanco. - Gracias, jefe -

Me acercó y envolvió mi cabello en su mano. Estábamos demasiado cerca y su aroma celestial llegó a mi nariz. Sabía a gel de ducha y a German. Se me subió rápidamente a la cabeza, más que un trago de tequila. Mis manos se levantaron con voluntad propia contra su pecho. Fue una roca muy dura.

" Deberíamos salir y celebrar " , susurró.

- ¿Ahora? - pregunté con voz ahogada.

El asintió. - Sí, solos tú y yo -

Recuperé la cordura y lo alejé. - No puedo -

- ¿ No puedes salir conmigo o ya tienes un compromiso? -

Recogí mi bolso. - Ambos -

Hizo un puchero. - ¿ Entonces mañana? -

- Persigue... -

Lo encontré encima de mí nuevamente y me metió dos dedos debajo de la barbilla para que lo mirara. - No me importa que sea tu jefe, peperino. Me gustas y quiero conocerte mejor. Pasar tiempo contigo -

- No creo que sea buena idea -

Estaba decidido, tenía que darle ese crédito. - No me rindo fácilmente. Seguirá siendo nuestro secreto : estaba dividido. No sabía si arriesgar mi trabajo por un hombre o rendirme antes de lastimarme. - Por favor -

Suspiré. Mi fuerza de voluntad en su presencia duró un nanosegundo. Especialmente si estaba rogando. - Ok, pero bajo algunas condiciones - cedí.

La sonrisa llegó a sus ojos. Y aparecieron esos malditos hoyuelos. Quería meterles un dedo o lamerlos. Tal vez ambos. - Vale, ¿cuáles? -

- Nadie en la oficina debería saberlo. Sólo nos veremos fuera del horario laboral .

El asintió. - Me parece bien. Fuera del horario laboral no seré tu jefe, solo German .

Mirándolo me di cuenta de que acababa de hacer un trato con el diablo. Definitivamente me estaba metiendo en problemas.

Diez años antes...

Travis y yo habíamos logrado colarnos en un club con documentos falsos. Bien podríamos haber aparentado veintiún años. Ambos éramos altos, musculosos y definitivamente menores de edad.

No nos importó.

Sólo queríamos divertirnos y ¿por qué no? Incluso emborracharse. Encuentra una buena chica con quien ligar y bailar.

Realmente necesitaba un descanso.

Mi padre exageraba al querer que participara en la empresa familiar. Siempre que podía me llevaba consigo a sus clientes o a leerle un montón de documentos aburridos.

Quería que yo estuviera listo para reemplazarlo en el futuro.

Ashton Parker era el más conocido y rudo de los abogados de Boston. No quería que manchara el buen nombre de la familia y quería que aprendiera rápidamente los trucos del oficio. Ya conocía todos los códigos a los diecisiete años. Tuve suerte de tener buena memoria y ayudarlo fue fácil.

Conocía a todos en su oficina, incluida Olivia, su secretaria. Esa mujer me asustó muchísimo.

- ¿ Cuánto tiempo ha pasado desde que salimos? - preguntó Travis, abriéndose paso entre los cuerpos amontonados.

- Demasiado. Finalmente mi viejo está de viaje por negocios .

- Se tomó en serio esto de la herencia -

No tienes idea. - Mi hermana le dijo claramente que no quiere ser abogada, así que pone toda su confianza en mí - Desafortunadamente .

Mi papá era un tipo duro. De esos que nunca quiere que le digan que no. Pero en casa con nosotros también fue un buen padre. Estuvo en todos mis juegos de lacrosse y en los espectáculos de baile de mi hermana.

Trabajaba sesenta horas a la semana pero no faltaba a los eventos familiares. Estaba seguro de que moriría pronto a este ritmo.

- ¿ Vamos por tequila? - , preguntó Travis.

El asintió. Tenía muchas ganas de emborracharme.

Diez disparos después... ¿o fueron once? – Estaba oficialmente borracho y feliz. Una hermosa chica se había extendido sobre mí y su boca se fusionó con la mía. Estaba en el puto cielo.

Mi hermosa velada fue interrumpida por el timbre de mi teléfono celular. El nombre de mi hermana apareció en la pantalla. Con un gemido contesté el teléfono. - ¿ Qué es? - , espeté.

- ¿ Estás borracho, German? -

- Puede ser -

Él maldijo. ¿Mi perfecta hermanita maldijo? Esto era nuevo para mí. - ¿ Qué quieres? -

- Estaba vigilándote. Papá decidió volver esta noche y quiere que vayamos al evento benéfico esta noche .

Repollo. Estaba jodido. - Está bien. Ven y tómame -

- ¿ Dónde estás? -

Intenté recordarlo. - En Luz Azul -

- Ok mi novio y yo llegaremos en media hora -

Esperé afuera del club durante tres horas. Ella nunca llegó.

Eran las nueve de la noche y la oficina estaba completamente desierta. La única persona que conocía era Carl, el guardia de seguridad que había conocido unas noches antes. Los pasillos estaban todos oscuros y reinaba la paz. Fue mi momento favorito.

No hay frenesí en los pasillos. Sin interrupciones. No hay Luis el Tirano por aquí.

Estaba tan inmerso en la lectura que no me di cuenta del hombre apoyado contra mi puerta. Hasta que habló, haciéndome saltar. - Trabajas catorce horas al día. Incluso me haces quedar mal .

Levanté la vista y me quedé con la boca abierta. Todavía llevaba su traje, excepto que la corbata y la chaqueta habían desaparecido, las mangas de su camisa estaban arremangadas y sus antebrazos musculosos estaban a la vista. Y Dios, esas venas… amaba esos brazos. - Tengo que entregárselos a Luis mañana por la mañana - le expliqué, señalando los documentos esparcidos sobre mi escritorio.

Entró y se sentó en la silla frente a la mía destinada a los invitados. - ¿ Ya cenaste? -

- No tuve tiempo - Mi estómago gruñó al pensar en la comida.

German se rió. - ¿ Quieres unirte a mí? Pido algo para llevar -

- Está bien, gracias -

- ¿ Podrías prestarme tu teléfono? - preguntó extendiendo una mano.

Lo abrí y se lo entregué. Miró la foto que tenía como fondo. - ¿ Hermana? -

Negué con la cabeza. - Mejor amigo -

- ¿ Qué te gusta? -

- Tú eliges. No soy exigente

Marcó un número que se sabía de memoria y pidió una enorme cantidad de comida chatarra que tendría que consumir en el gimnasio toda la semana. Simplemente no me importaba. Iba a pasar algún tiempo con German. Me emocioné ante la idea.

Me devolvió el teléfono. - Estarán aquí con la entrega en quince minutos. ¿Nos vemos pronto en mi oficina? Tengo algunos papeles que firmar .

Fueron los quince minutos más largos de mi vida, pero al menos había terminado todo lo que Luis me había asignado. Antes de llegar a German, dejé los archivos en el escritorio del Tirano.

Cuando entré a la oficina de German, el olor a comida hizo que mi estómago gruñera una vez más. Me reuní con él en su sala de estar y me hundí en un suave sillón de cuero. Un poco alejado de él. No confiaba en mí misma compartiendo un espacio reducido con German.

- Espero que te gusten las hamburguesas – dijo, entregándome un envoltorio.

- Me encantan las hamburguesas. Y las patatas fritas ...

Él me guiñó. - Es bueno saberlo -

- Entonces, ¿terminaste de trabajar por hoy? - pregunté mordiendo mis papas fritas.

- Eso creo. ¿Tú? -

- Eso creo -

Él me miró. - ¿ Quieres jugar un juego? -

- ¿ Juego? -

Él sonrió. - Sí, ¿alguna vez has jugado a esto o aquello? -

- De niña, sí -

Tomó un sorbo de coca cola. - ¿ Mar o montaña? -

- Mar. ¿Tú? -

- Ambos - respondió él, - Te toca a ti -

- ¿ Cabeza o corazón? -

Pienso en. - Depende de las situaciones, creo. ¿Tú? -

- Corazón, siempre -

- ¿ Perro o gato? -

- Perro, ¿tú? -

- perro -

Seguimos así por un tiempo. Descubrí que le encantaba la pizza, pero odiaba las verduras. Su fruta favorita eran las fresas y no soportaba la sandía.

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