Sergio
Mi papá ingresó a la carpa en la que me estaba arreglando, me sacó de mis pensamientos, mi mamá sonrió y le dio una mirada a mi papá antes de que se acercara y me diera un abrazo largo y cálido.
—Te ves muy guapo—dijo mi mamá y le dio un beso en la mejilla a papá.
—Gracias, tú estás más guapa que nunca.
—Soy la mamá del novio —Dijo le acomodó la corbata. —Mi amor, si no estás seguro, Sergio, están demasiado jóvenes y han pasado demasiado tiempo en vidas separadas, qué tiene de malo vivir juntos mientras pasan el embarazo y en un par de años se casan.
—Mamá, en serio no entiendo desde cuándo te cae mal o por qué está molesta con Arabela.
—Arabella es lo suficiente mayor como para recordar y saber tomarse la pastilla, es tres años mayor que tú Sergio y creo que si quería un anillo bastaba con que te lo pidiera no tenía que embarazarse para ello.
—No voy a dejar que la destruyan, conoces a su familia y lo hecho está hecho mamá. Arabella no va a soportar ser la vergüenza de su familia y yo no voy a dejarla sola con mi hijo.
—¡Qué grande estás! Y guapo —dijo mi papá y vino a abrazarme, yo a él, le abracé con fuerza y mi mamá nos abrazó a ambos.
—Entonces, hoy te conviertes en esposo.
—Sí.
—Sergio, si quieres irte este es el momento. Nunca has hecho nada malo y no casarte por las razones nobles no es del todo inapropiado—comentó mi madre.
Estaba por responder cuando escuché los gritos de las hermanas de mi novia y los de ella. Arabella entró a mi carpa y mis papás le vieron asustados.
—¿Qué pasa, Ari?—preguntó mi papá.
—Ocupo cinco minutos con Sergio —respondió y se cubrió los ojos mientras intentaba respirar adecuadamente.
—¿Te traigo un poco de agua o té? —preguntó mi mamá.
—Solo ocupo hablar con Sergio —dijo ye intentó no derramar lágrimas.
—Es de mala suerte, pero, tres minutos.
Me acerqué a mi novia y le dije que se veía guapísima con rulos, lencería y pantuflas, ella me miró de pies a cabeza y se acercó para besarme, me acarició la espalda y dijo en mi oído.
—Puedes cancelar la boda.
—¿Por qué?—pregunté.
—Estoy perdiendo al bebé. Ayer comencé con dolores, fui al doctor, me dijeron que reposara, pero, que si sangraba era un aborto y... estoy sangrando.
—Ari —dije y le acaricié el cuello.
Le pregunté si prefería ir con un médico, si necesitaba un poco de medicación o reposo, pero, ella estaba concentrada en no llorar. Le acaricié la mejilla mientras intentaba tranquilizarle. Arabella me dio un beso en la mejilla y me abrazó, luego se disculpó y lo hizo un par de veces más.
—Perdón.
—Nos casaremos y en dos años tendremos otro hijo o hija y le llamaremos Collin o Carla —ella rió porque los dos odiábamos a nuestros compañeros con esos nombres. —Y le contaremos que papá y mamá nacieron para amarse. Será nuestro secreto, en unas semanas les diremos que te tiré de las escaleras, como si fuese novela mexicana, y que perdiste al bebé pero sobreviviste —Bromeé.
Arabella rió y me abrazó mientras se disculpaba de nuevo y le aseguré que por más loco que hubiese sido todo estaba feliz porque fuese a casarme con ella.
Para haber organizado todo en menos de cuatro semanas mi novia, mi mamá y mi suegra hicieron un trabajo fenomenal en crear la boda del año, todo el mundo lo recordaría, había muchas rosas, invitados VIP, incluso algunos de nuestros amigos cuyas bodas y fiestas de divorcio queríamos disfrutar.
La ceremonia fue emotiva, romántica y religiosa como la quería Arabella, desosé de pronunciar mis votos fue su turno.
—Sergio es un niñato molesto que sentaron a mi lado en clase de francés—todos rieron. — Lo más molesto es que debía estar en avanzado porque lo habla perfecto y por error estaba en intermedio. Sergio me escribía estas notitas muy divertidas y tardó una semana en convencerme de darle una oportunidad, pero, obviamente me resistí y le dije que sí sería su novia como un mes más tarde. Siempre pienso en ese tiempo que perdí, solo porque sí, y me arrepiento de no haberme decidido antes. Porque en Sergio, el niñato pesado, encontré a un amigo incondicional, a una pareja amorosa y detallista, a un sabelotodo que sabe cuándo fingir que no sabe nada. Sobre todo encontré al amor de mi vida. Gracias por elegirnos siempre y gracias por amarme.
La fiesta inició con un almuerzo muy equilibrado, un menú casi perfecto, el baile de los novios y todos nuestros invitados uniéndose. Mi mamá se lució con un pastel clásico de ocho pisos y una mesa de dulces con la forma de novios.
Mi papá y sus amigos no dejaron e reír y mi nueva esposa estaba tan preciosa, con la sonrisa siempre en le rostro y el sol iluminándole de forma delicada. La única persona que no estaba feliz era mi suegro parecía más molesto que nunca. Todos saben que no es mi fan número diez mil, pero tampoco para el funeral que se montó, desde el traje hasta la cara de miseria.
—Sergio, quiero hablar contigo—pidió y me acerqué.
—Claro.
—Este es un regalo para ti, mi hija y mi nieto —Dijo y me entregó las llaves de una casa.
—No gracias, tengo varias opciones y Ara quiere el Penthouse en el centro para ir a la universidad.
—Mi hija no va a ir un apartamentito.
—Papá, estás montando una escena—intervino Arabella.
—No me interesa. Que Sergio meta a sus putas en una ratonera, a mi hija la trata como la dama que es—espetó.
—Nunca la he tratado diferente—respondí. —Amo a mi esposa y la respeto, pero eso no quiere decir que voy a encerrarla en una jaula, si Arabella quiere estudiar o trabajar va a hacerlo.
—¿Con cuál dinero?—respondió en tono de mofa. — ¿El de papá?
—Soy económicamente independiente desde los 16 años, tengo inversiones, herencias y trabajo. Arabella no le va a faltar nada.
Mi esposa se desmayó.
Y toda la atención se puso sobre la novia. El lugar estaba lleno de médicos, mis tíos, algunos de mis amigos y todos hicieron lo que se pudo. En la mañana fui un soltero, en la tarde un esposo y para la noche tenía que decidir que hacer con su vida.
Embolia por líquido amniótico.