Capítulo 5
Chasqueo mi lengua contra el paladar.
Digo tratando de sonar intimidante pero fallando estrepitosamente ya que mis hijos parecen muy, quiero decir, muy interesados e impresionados por sus tatuajes que están en exhibición en todas partes de su increíble cuerpo.
Y me toma un segundo recordar todas las veces que besé esos tatuajes... los acaricié uno a uno... lamo mis labios, enfocando mis ojos en ella
quien a su vez me está mirando.
Le sonrío y le guiño un ojo y juro que ni siquiera sé por qué. Tal vez quiero que él sepa, o al menos imagine lo que está pensando.
Y definitivamente debió entenderlo, ya que con sus labios me dice un - cerdo - .
Sacudo la cabeza.
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Santa Maggie.
Matt y Clara la siguen hasta la mesa, donde como cada mañana ella ha preparado un espectáculo de desayuno, todo con sus manitas doradas.
Estamos solos.
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Podría decir que sí, quedo encantada cada vez que lo miro, y yo mismo me cabreo porque no debería ser así, pero me quedo en silencio.
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Arturo
Sus manos se mueven con cada vez más énfasis....Dios es hermoso lastimar...
Todo en ella grita sexo... sexo salvaje y desenfrenado. Como lo que estamos consumiendo en el sofá. Mi sofá, en mi casa.
- Muévete así... buena pequeña... continúa... -
Estoy más emocionado que nunca. Sin embargo, he tenido mujeres, y muchas de ellas.
Mi boca saborea cada parte de ella... Sus labios, su cuello y luego más abajo... Me detengo a venerar esos dos pechos que son puro pecado.
Pura tentación.
Sus gemidos son algo espectacular... Y siento que exploto dentro de ella.. No puedo parar... Me la follo como un animal... Y eso es lo que me pasa cuando estoy con ella. .
Siento mi orgasmo junto con el suyo... Estoy a punto de tocar el cielo...
Y luego un sonido... molesto, sin cesar... me está molestando...
¡¡Qué carajo!!
Abro los ojos de golpe. Estoy sudado.
Y estoy en mi cama.
Fue un sueño.
Me acerco a la mesita de noche para apagar la alarma.
Nunca he odiado el despertador como esta mañana.
Hundo la cabeza en la cama. No puedo creerlo. Soñé con ese pequeño terremoto.
¡Y qué sueño! Y como suave prueba de ello, mis ojos quedan atrapados en mi erección, mi enorme erección sobresaliendo de mis boxers.
Mierda.
Me paso una mano por la cara perturbada y totalmente molesta por todo esto.
Me digo a mí mismo en mi cabeza que es sólo porque no he follado en varias noches.
Me repito que me pasa, soñar con ella, porque es la última a la que me follé.
Y el recuerdo me persigue.
Decido levantarme e inmediatamente meterme en la ducha.
Frío.
Permanezco bajo el chorro de agua durante bastante tiempo y cuando salgo mi problema parece estar resuelto.
Bien.
Bajo las escaleras el tiempo suficiente para escuchar las puertas del ascensor abrirse.
Y allí estaba, el objeto de mis fantásticos y sublimes sueños.
Incluso allí puedo disfrutarlo tal como lo hice en la realidad.
- Sr. Doyle... - me saluda.
- Señorita Whiskies... -
Le permito avanzar delante de mí, sólo porque esta mañana me siento más maníaco que de costumbre y por eso aprovecho la oportunidad para tener una buena visión general de su trasero.
- Ten cuidado... Corres el riesgo de quedarte ciego así... -
Sonrío, pero sólo porque ella no se da cuenta.
Llevo una semana acosándola, intentando hacerle la vida imposible...
Pero ella no se rinde.
Yo, en cambio, estoy a punto de rendirme.
¿Por qué? Porque lamentablemente maldigo el momento en que lo tomé.
Pero, en mi defensa, estaba pensando con un músculo completamente diferente al de mi cerebro.
Sé que no es adecuada, es una niña pequeña y, aunque, curiosamente, mis hijos aún no le han hecho ninguna broma, no estoy seguro de que me guste tenerla cerca.
Es una tentación constante. Incluso en la oficina, todo lo que hago es mirar desde mi computadora las cámaras dentro de mi casa.
Sí, estoy lo suficientemente paranoico.
- Oh, no te preocupes.. no es el primero que veo.. -
- No tengo dudas sobre esto…pero tengo la confianza suficiente para admitir que la mía no es la de los demás…sin ofender ..-
E incluso podría estar de acuerdo.
- Lo importante es estar convencido de ello, ¿no? -
La escucho sonreír e inexplicablemente yo también hago lo mismo.
MARÍA
Odio sentirme atraída por él.
Odio que me hagas sentir así...
Creo que la atracción por él es natural, también porque de lo contrario dudo que me hubiera acostado con él.
Pero odio sentirme vulnerable.
Fue sólo una noche. Y eso fue suficiente para mí. No necesito nada por el momento.
Mucho menos él.
Por cierto… digo en mi mente mientras miro hacia la cocina de la casa Doyle.
Los niños están en la escuela. El jefe en el trabajo.
Frente a mí, Maggie.
He tenido una pregunta para ti toda la semana...
- Hola pequeña… ¿cómo estás? -
Le sonrío porque en los últimos días me he dado cuenta de que me gusta.
Es una buena mujer y normalmente no me equivoco en estas cosas.
- Bueno Maggie... Escucha... ¿Puedo hacerte una pregunta? -
Ella deja lo que está haciendo por un momento y me mira.
- Dime... -
- ¿ Dónde está la señora Doyle? -
La veo cuando está desconcertada.
Veo cómo sus ojos cambian.
Lo que no sé es por qué.
- ¿ Por qué quieres conocer a María? -
- ¿ Es un secreto? -
Él pone los ojos en blanco.
Se seca las manos en un mantel individual y luego se acerca a mí.
- Ok Mary, no entraré en detalles, por respeto a Arturo y al cariño que me une a esta familia. Pero me gustaría decirle que no existe la señora Doyle, o me temo que la habría visto estos días, ¿no? -
Oh.
Aquí estás.
Entonces... él no es un traidor...
Bien.
En realidad no... en absoluto.
Porque ahora el riesgo es... De sentirme tan atraído por mí, que no pueda mantener mis manos quietas... o todo lo demás.
Estoy libre de barreras.
MARÍA
Me encuentro observando al niño frente a mí. Los ojos bajos, el rostro que de vez en cuando se curva en una mueca de dolor.
Suspiro y me froto las sienes con las manos. Esto no era necesario.
- ¿ Te duele? -
Veo a Matt levantar un poco la nariz. En estos días que hemos pasado juntos, he aprendido a conocerlo un poco. Incluso si es sólo un niño, tiene muchas ganas de ser independiente y siempre parece fuerte y casi valiente.
Me gusta, al igual que su gemelo.
Son dos niños buenos, terremotos, pero muy inteligentes. Es por eso que ver al pequeño envuelto en su brazo vendado me duele el corazón.
- Ok... Vamos, vamos a ponernos el ungüento que te dieron en la enfermería.. -
Él asiente en silencio. La llamada que recibí esta mañana casi me hace entrar en pánico.
En la escuela me advirtieron que se había lastimado mientras jugaba.
Pero si miro al mismo niño que en este momento está mirando al suelo, sinceramente lo último que me viene a la cabeza es que se lastimó jugando.
No, Matt parece enojado, ¿triste?
El caso es que no dijo nada cuando fui a buscarlo y regresamos a casa.
Me acerco a él sosteniendo el tubo de crema en mis manos que ayudará a aliviar un poco el dolor.
Tomo su brazo, lo libero del vendaje y le extiendo un poco de crema.
Lo veo apretar los dientes de dolor, pero nada más... No habla, no se queja. Parece un verdadero adulto. En realidad no, ni siquiera. Porque los adultos podemos ser bastante melodramáticos.
- ¿ Te duele? - Intento preguntar.
- No. -