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Capítulo 1

Cuando era niña, tenía una extraña obsesión por romper muñecos. Lo hice por una razón muy válida: curarlos después de haberlos roto en mil pedazos.

Primero los desnudé con cuidado, luego les quité los brazos e inmediatamente después las piernas.

Al final de cada procedimiento me sentía tan satisfecho que me felicitaba por ser el mejor médico del mundo. Molly era mi asistente personal, una gatita de pelaje blanco y algunos tonos beige. Me miraba fijamente durante horas, y cuando menos lo esperaba, yo lo agarraba por la cola, lista para torturarlo también. Sus insistentes maullidos fueron inútiles, nada me impedía torturarlo.

Siempre jugaba con Enly, mi mejor amiga que conocí en el primer año de jardín de infantes. Este último se escapaba cada vez que cogía un muñeco, pero no entendía qué tenía de perturbador querer romper en dos un juguete y luego repararlo.

Hoy, sin embargo, me doy cuenta de que no era un niño tan normal. Pero recordar esos momentos de total despreocupación me hacía sonreír cada vez.

- Ven a la fiesta de esta noche, Scar... Te lo vengo pidiendo desde hace una semana. - Resopló Enly, arrojándome una almohada.

Me llevé la mano a la cabeza, exasperada.

Odiaba tener que entrar a esos clubes llenos de gente apiñada y emborrachándose como si no hubiera un mañana.

La música estaba demasiado alta y me molestaba y el mal olor a humo que se me metía en el pelo me hacía sentir mal.

- Le dije que no, no insistas - . La señalé con el dedo, molesto. Cuando se le metió algo en la cabeza, hizo todo lo posible para hacerme cambiar de opinión, incluso amenazando con contarle a todos mi secreto.

- Bueno, esta noche le diré a Matthew que te gusta mucho... Oh no, es un prostituto que sólo busca sexo. Mientras que la dulce Vanesa sigue virgen a sus veinte años. - Respondió teatralmente cruzando las piernas.

He aquí que empezaba a parecer una niña de cinco años otra vez.

Sabía muy bien que él nunca lo haría, pero de alguna manera, trató de ponerme nervioso sólo por diversión.

- Ya basta, si quisiera ir con Matthew ya lo habría hecho. Pero a diferencia de algunos, a mí no me gusta ser el que está en una aventura de una noche… - Bromeé con ella divertido.

- El sexo es placer, cariño. Simplemente hazlo con la persona adecuada - Respondió ella con orgullo.

Si no la hubiera conocido toda su vida, habría considerado sus maneras demasiado descaradas, pero sabía con certeza que Enly era todo humo y fuego.

- Bueno, lo haré cuando conozca a la persona adecuada. - Rápidamente lo descarté.

Un ruido más allá de la puerta llamó su atención. Le fruncí el ceño a Enly de reojo.

- Ve a ver, ¿qué estás esperando ? - susurró, empujándome un poco.

Suspiré nerviosamente y abrí la puerta. No era la primera vez que esto sucedía, e incluso hoy, la entrometida estaba inclinada hacia adelante con su mano junto a su oreja.

Golpeé con el pie, mirándola severamente, ella no mostraba ningún signo de moverse. Me miró fijamente con una sonrisa idiota mostrando toda su dentadura postiza.

- Abuela, ¿cuántas veces te he dicho que no escuches a escondidas? - La regañé de buen humor.

- Hola cariño, estaba a punto de tocar - . Fingió descaradamente, inclinándose para ver mejor por encima de mi hombro.

- Hola abuela Lisa - . La saludó Enly, disimulando una media risa.

Para ella, un saludo fue suficiente para ponerse en marcha. Me empujó, ignorando mis maldiciones bastante audibles.

- Hola cariño, entonces ¿de qué estás hablando? - Se sentó en mi cama, pasándose la mano por su cabello peinado hacia atrás, perfectamente recogido.

- De nada. - Lo corté en seco, con la esperanza de que desapareciera.

- Pero te escuché hablar de sexo - . Ella respondió obviamente, mirándolos a ambos con curiosidad.

- ¿ Entonces estabas escuchando a escondidas? - respondí molesto.

- Sí, ¿qué le pasa al pequeño de la abuela? - se acomodó el chal sobre los hombros, esperando ansiosamente que alguno de los dos le dijera algo.

- Abuela, sal o llamo a mi madre - le advertí.

- Me voy, está bien. Pero te espero esta noche, cariño... Hay una buena película para ver juntos - , me recordó frotándose las manos.

Se levantó lentamente hasta llegar a la puerta.

Pero yo no quería pasar toda la noche con ella viendo una estúpida telenovela.

- Esta noche no estoy aquí, tengo que ir a una fiesta. Ahora sal - . Lo empujé suavemente hasta que lo vi desaparecer por completo.

- Tu abuela es demasiado fuerte - . Enly negó con la cabeza.

- Mi abuela es un dolor de cabeza, es diferente. - Le señalé poniendo los ojos en blanco.

- Bueno, me voy a preparar. Nos vemos luego en la fiesta. - Me apretó el ojo, enormemente satisfecha.

Ajusté la falda decididamente corta a mi gusto con mis manos, no entendía por qué había elegido usarla. Estaba seguro de que pasaría toda la noche bajándolo constantemente.

Mi abuela siempre decía: "No sirve de nada intentar bajarlo, cariño. La tela no crece". Bueno, tenía razón.

Humedecí mis labios, frotándolos entre ellos. A toda prisa me abrí paso entre la inmensa multitud de The Moar, conseguir llegar a la mesa previamente reservada sin un pelo despeinado era imposible.

- Aquí tienes, monja de clausura... - Enly, junto con David, soltó una carcajada.

Obviamente se estaban burlando de mí.

Coloqué la bolsa negra sobre la mesa, que ya estaba repleta de bebidas recién servidas. Luego me senté junto a ellos y agarré uno de los vasos. De vez en cuando también me gustaba dejarme llevar y divertirme un poco, pero siempre intentaba no excederme.

- ¿ Vamos a bailar? - Propusieron a coro, ya emocionados por la inminente diversión.

Sacudí la cabeza tan pronto como vi a Matthew abriéndose paso entre la multitud. Vino hacia mí con la sonrisa más armoniosa jamás vista, seguro del efecto que causaba en mí. Me llevé la pajita a los labios, succionando completamente el líquido rojizo con extrema velocidad, solo para calentarme un poco.

- Está bien, te dejaremos en paz. Tan pronto como termines, únete a nosotros en el centro - . Mi amigo gritó, esperando ser escuchado.

Desaparecieron y él se sentó a mi lado, el chico del que había estado enamorada durante meses. Suspiré, mostrando una de mis mejores sonrisas, de esas con las que cualquiera podría entender instantáneamente el interés en la otra persona.

Era guapo, vestía unos vaqueros claros y una camiseta negra de manga corta. Lo suficientemente ajustado como para notar los músculos del brazo. Sus sombreros desaliñados rodeaban su rostro perfecto. Los ojos negros y profundos, listos para encantar a cualquiera.

- Estás hermosa esta noche, ¿lo sabías? - me susurró al oído colocando su mano en mi muslo expuesto.

La tentación de caer en su trampa era grande, pero no podía dejarme utilizar sólo por una noche. Siempre había sido claro sobre esto, Matthew no era el tipo de relaciones serias. Yo, por supuesto, no estaba de acuerdo con ser su juego por una noche.

- Gracias. Susurré agitadamente, moviéndome continuamente sobre la otomana.

- No nos andemos con rodeos, Scar. Sabes lo que siento por ti... - Me halagó como sólo él podía hacerlo.

Pero lo que sentía por mí no era más que atracción física. Nada más.

- ¿ Qué sientes exactamente? Ya te lo dije, Mateo. No sólo quiero sexo entre nosotros. - Le dije, estaba totalmente en desacuerdo.

- No habrá sólo sexo, somos amigos especiales, ¿recuerdas? - continuó descaradamente, acariciando mi cabello sensualmente.

Su insistencia en llevarme a la cama me molestó mucho. En esos momentos me sentí demasiado frágil, incapaz de poder arrojarle en la cara mis sentimientos hacia él. Quería iniciar una relación seria con él pero, lamentablemente, nada fue correspondido.

- Voy un momento al baño. - Me escapé, como siempre. Tan pronto como la conversación se volvió más complicada, simplemente me escapé.

Agarré mi bolso con manos temblorosas, odiaba cuando la gente tenía el poder de hacerme sentir así. Lo que más me dolió fue saber que él era el tipo equivocado para mí. Pero a pesar de ello seguí dejando las cosas como estaban.

Empujé con fuerza la puerta del baño, entré corriendo con el único deseo de salir. Apoyé los hombros en las frías baldosas y me deslicé con un ruido sordo hasta el suelo.

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