5. Lo que tenga que ser, será
Tano:
Está es la primera noche con una bebé, con una mujer… una mujer qué no protestar a al dormir o eso es lo que yo creo.
Llamé a Marina, le pedí, le implore que regresará mañana mismo, que tenía problemas en casa y que la necesitaba urgente, ella quedó preocupada y dijo que estaría a primera hora. Raquel y Nath me ayudaron a ordenar la casa y la habitación que María Elvira iba a ocupar, pero como no se quedaría por mucho tiempo a mi lado, no hice mayor cosa; la cuna, el mosquitero y algunos juguetes que le ayudarían a dormir, fueron los primeros que metimos a mi habitación, Raquel insistió en que la niña no podía dormir sola, debido a las altas posibilidades de una “Muerte de cuna”, carajo, ¿en qué cabeza cabía eso?
—Bueno, esta princesa merece un baño y a la camita—Dijo Raquel, cantadito y con muchísimo amor y cuidado.
Nath empezó a reír en son de burla, viendo como yo estaba acomodando la tina para bañar a la pequeña, coloque lo que debía e inmediatamente Raquel nos obligó a entrar con ella al baño.
—¡tú, debes poner atención! Luego no podre estar yo todo el tiempo, Tano—dice muy seria, destapando a la bebé y dejándole caer un poco de agua tibia en su cuerpecito regordete.
La bebé está encantada con el agua, sonríe y me deja embobado, sus ojitos brilla hermosamente y Nath me ve sin poder para de reír.
—Ahora, cuando apliques el champú, evita que le llegue a sus ojitos y con esta borla debes restregarle su piel, siempre que no se irrite y le quites la suciedad detrás de sus orejitas, que ahí siempre almacenan suciedad, es normal—acota.
Asiento con la cabeza, con una mini bata color blanco con bordes lila y dorado, listo para recibirla en brazos luego de la relajante y refrescante ducha. Inmediatamente Raquel me la entrega, la envuelvo completamente y nos apresuramos a llegar a la habitación para vestirla.
—Nath, alcánzame el pijama verde menta, ese le quedara perfecto—Dice Raquel, toda una experta en moda infantil.
—¿Qué pasará en la mañana?—dice Nath, se nota que también, en cierta parte le preocupa la situación.
Le acomodo la almohada a María E, la cuna quedó cerca de mi cama, acomodo los monitores de movimiento que compre para la seguridad de la niña y paso mis manos sobre mi cabello, alborotándolo en señal de: “no sé, no sé qué haré”.
—Pues mañana iré a servicios familiares para dar con el paradero de la madre de esta niña, sin duda esto fue una broma. Yo apenas me recuerdo de comer—Raquel solamente me lanza una mirada sin sentimiento, termina de cambiar a la bebé, que se hecho se ve hermosa con ese pijama.
—Deberías aprovechar y, ahora que le daré su biberón y la arrullare para dormir, darte una ducha. El día lo haz tenido muy ajetreado y yo también—acota meciendo a la bebé qué ya tiene sueño.
Nathan asienta y le da la razón.
—Aprovecha, Tano y así también llevo a Raquelita a su casa, yo creo que ya mañana Marina puede ayudarte—dice confiado, mientras Raquel le lanza una mirada de desprecio al chico.
—De ninguna manera me quitaran del lado de esta muñeca, puede venir Marina, pero yo me quiero encargar también de este bombón, abuelita no le faltará—acota, besando los cachetitos de la niña.
Sonrió de ternura, obviamente no soy un desgraciado sin corazón, solo soy un borracho que no sabe lo que quiere y, menos lidiar con una ex loca y una bebé.
—Mañana empezaremos a buscar una asistente para tu papá, o, en este caso para ti y yo así me ocupo de María Elvira, ¿te parece la idea?— expresa con una sonrisa de lado a lado.
Tiene un buen punto, ya no puedo llevar mi vida desordenadamente.
—¡Claro, esa es la actitud, joder!
—¿Quieres que te acompañe a servicios familiares mañana?— Dice Nath, suelta un suspiro y, con la cabeza asiento.
Voy de inmediato a la ducha, incrédulo de lo que estará por pasar. Nunca me había pasado algo así y el miedo también se apodera de mi, haciendo a que disfrute la ducha más de lo normal.
Me seco el cuerpo, lavo mis dientes y aplico mis cremas para dormir (Lo sé, parezco chica pero, mi rostro lo agradece). Me pongo el pijama de satén verde menta, me enfiló para el living, cuando veo a Raquel y al tonto de Nath, acomodando a María Elvira en la cuna, es una escena conmovedora, lo sé.
—¡Shhh! No hagas mucho ruido, recuerda las tomas de biberón, en esta mesita te dejo la fórmula y el agua con los biberones, el agua debe ser tibia no la vayas a quemar. Arrúllala y dale mucho amor, mañana será un nuevo día—dice Raquel, mientras Nath me ve y empieza a reír como tonto, sin parar.
—¿Pero que te pasa? Cállate que la bebé ya está durmiendo—dice Raquel.
Yo lo veo con cara de asesino serial y el sigue riendo.
—Que te ha sentado muy bien el pijama, ¿ahora usáis la misma ropa que tu hija? ¡qué guay!— caigo en cuenta y este energúmeno tiene razón, el color y el estilo es casi el mismo.
Maldigo para los adentros, solamente me despido de Raquel y veo como se van yendo del apartamento.
Me quedo yo, mi soledad y María E.
(***)
10:00 PM.
—¡Bebé, ya cálmate por Dios!—digo al borde del abismo a los nervios.
María Elvira no deja de llorar, ha dormido poco desde que Raquel nos dejó.
Creo que quiere comer, así que preparo un biberón con leche tibia, añado un poco de miel, inmediatamente tira el biberón. La arrullo y trata de calmarse, hasta que me siento en la mecedora y nos quedamos dormidos.
1:00 AM.
—Niña, duérmete por favor, mañana a primera hora debo de ir a la oficina y luego a buscar quiénes son tus padres… ¿podrías dormir un poco?—le digo, buscando consuelo.
Ella solo me ve y deja de llorar, creo que una charla no nos caería mal, así que la traslado a mi cama, me pongo en posición de cuchara y empiezo a cantarle una de las canciones que papá me cantaba al dormir.
—Tararaaaaa, duerme ya… a soñar, a soñar… las estrellas bajaran y tus deseos cumplirán, una hermosa gitana cantara en tus sueños y llevará alegría a tu corazón inmenso….—ella sonríe, me deja ver en la oscuridad sus pequeños ojos destellantes, y, como supongo, prendo la lámpara de la mesita ratona que acompaña el otro lado de la cama, en lo que canto, nuevamente nos dormimos…
3:00 AM.
—¡Guaaaa!, ¡Guuuuaaaaaaaaaaa!—grita María E, aunque le diera biberón, la meciera y platicara con ella, no deja de llorar.
El portero del edificio, obviamente convivo con vecinos demasiado estrictos. Me ha llamado catorce veces, pidiendo que calle a la niña que tengo en casa, sin embargo no depende de mi, no quiero molestar a nadie, pero me tocará llamar a Raquel.
—¡Tindong, Tindong!—suena el timbre.
Camino con la bebé en brazos, abro la puerta y mi sorpresa, ver al portero, con una de las vecinas detrás de él, escudriñándome con la mirada.
—Es mi hija, soy padre soltero y no sé como cuidarle—exclamó.
Ella me ve, le da una mirada al portero y esté acota con un —«¡Si señora, descanse!»—.
—Soy Macarena Ruiz, no soy mamá pero si una tía mimosa ¿Puedo pasar?—dice en tono dulce.
—¡Cla, claro!—la dejo pasar.
Ella examina el apartamento de pies a cabeza, cierra la puerta y se enfila al living, se acerca a mí, toma a la bebé en brazos y empieza a platicarle en un tono muy, pero muy ridículo.
—¡Eresh una coshita hemocha!—le dice, mientras la mece y María E se tranquiliza.
Veo la estampa y, eso me pone dura la entrepierna… ¿pero que carajos?
—Esta bebé necesita un cambio de pañal y otro pijama, esto le incomoda—dice,
Le busco en el closet un pijama mas fresco, los pañales y wipes para cambiarla, Maca termina de cambiarla y la arrulla, hasta que se duerme…
—¡Joder, gracias! Por fin dormiré—exclamo.
—No es nada, te entiendo… Merezco una recompensa… ¿no crees?—Dice con voz excitante.
Mi cabeza empieza a volar, la imaginación no es necesaria para saber que hacerle a ese delicioso cuerpo…
¡Pues que pierdo, lo que tenga qué ser, que sea!