Capítulo 12: El bolso es auténtico
Zeltia se quedó mirando los billetes esparcidos por todo el suelo.
Estaba confundida.
Nunca imaginaba que fuera un montón de dinero guardado en la bolsa de basura.
-¿Ah? El dinero… -
Se le sonrojó mucho la cara -Diego, ¿de dónde viene? -
Él no le hizo caso.
Se puso en cuclillas y recogió los billetes de nuevo.
-¿Qué te importa? ¡El pobretón como yo no soy bueno para ti como dijiste! -
Al decir eso, se volvió y se fue.
Zeltia se impacientaba.
Estaría bien si rompiera la relación con él debido a la pobreza suya. No le importó mucho a ella que regalase el bolso que había comprado con la tarjeta de un solo uso, aunque le pareció una lástima.
No estaría arrepentida demasiado.
No obstante, Diego había tenido 10 mil euros…
-Diego. Detente. Tienes que explicármelo. Si no, ¡voy a gritar! -
Ella se puso ansiosa.
Insistió saberlo.
Ella no supo por qué tenía miedo de que Diego se hiciera rico. Temía mucho.
¿Gritar?
Vale.
Diego trató sonreír con cierta amargura, -Como tú quieras. -
-¡Ah! ¡Ayuda! ¡Me va a violar! ¡Me va a violar! -
Esta vez ella gritó en serio.
Aunque anocheció, se vieron muchas parejas jugando en el campus.
Al oír la voz, miraron hacia el lado de la laguna.
-¡Maldita sea! -
Diego se quejó porque nunca hubiera imaginado que ella se llamaría a sí mismo violador.
-Zeltia, ¿qué quieres? Me das miedo. ¿Vale? -
Volvió enseguida para hacer que se callase.
-Diego. Quiero que me lo cuentes todo sobre el dinero. ¡Tienes que decírmelo!
A ella se le fruncían las cejas.
Diego había perdido la esperanza por esta mujer.
No quería tener nada que ver con ella.
¿Será mejor si sigo mintiendo para que ella abandone la ilusión?
-Necesito devolverlo. Salvé a la chica y me dio un mil euros aparte de la tarjeta valiosa, ¡pero me remitió 10 mil y decido devolverle 9 mil! -
Diego se lo digo con sinceridad.
Zeltia lo entendió por fin.
Primero, Diego no era mentiroso.
Segundo, si se hiciese adinerado de la noche a la mañana como ella había imaginado, ¿cómo podría vestirse así todavía sin que se pareciese a los nuevos ricos…?
Lo explicó Diego.
Después todo pareció lógico.
-Ya veo. Es decir, ¡Tienes nada más que 10 mil euros! -
Zeltia respiró profundamente y se sintió relajada.
-Si te quedas todo claro, me voy. -
Terminó de hablar, Diego se fue con el dinero.
-Los pobretones nunca cambiarán. ¡Voy a buscar a Mi Germán! - Ella lo miró con desdén y partió.
Luego de depositar el dinero, Diego no se sintió bien en el corazón.
Zeltia había cambiado como si nunca la hubiera conocido.
Ah, Zeltia.
“Si no te importasen el bolso y el dinero, si pudiese seguir con el disfraz, Yo, Diego, te lo prometería porque ahora tengo no solo 10 mil, ¡sino también miles de euros!”
Vale.
Diego iba a volver, suspirando.
En ese momento sonó el móvil.
Era Blanca.
-Diego, ¿te gusta el pastel? ¡Ven a nuestra residencia y te lo llevo si quieres! -
Estaba interesada por Diego desde el principio.
A decir verdad, eran compañeros de mesa. Se sentía feliz y relajada con él.
También podía compartirle pensamientos íntimos.
Diego no era como esos que siempre tenía la intención de hacer el amor con las chicas, que le parecía repugnante.
-¿Pastel? No lo como ahora… -
Sonrió. A su vez apreció la amistad entre la única amiga suya y él.
-Vale. Vale. No importa lo que haya pasado hoy, Diego. Somos mejores amigos. ¡Me encanta el bolso que me compraste! -
Blanco colgó después de charlar un poco.
En ese momento llegaron muchos que eran sus amigos a su dormitorio.
-Blanca. ¡No hace falta que lo trates bien a ese tipo! -
-Hilda, sé que le tienes poca estima, pero créeme, ¡no es ese tipo que imagines! -
Vino también Hilda Nieves.
Fue ella la más desanimada hoy.
Quería conocer a un hombre ideal, pero resultó que encontró a un perdedor como Diego y luego a un donjuán como Celipe.
Al pensar la situación verdaderamente embarazosa en que fue detenida y no pudo entrar en la mansión, se sintió demasiado pesarosa.
Creyó que se le comenzó la mala suerte desde que lo conoció a Diego.
Entonces lo despreció mucho.
-Y el bolso. Si no hablas de este, ¡no me parecerá repugnante! -
Al ver que Blanca lo tomó como tesoro, lo quitó de su mano y lo tiró en el cubo de basura.
Blanca iba a recogerlo.
-Blanca. ¡Feliz cumpleaños! -
Justo en aquel entonces, se abrió la puerta. Las amigas del dormitorio vecino entraron con un pastel grande.
-Mira. ¡Guapa Josefa! ¡Habéis llegado! -
Blanca se apresuró a saludarlas.
Zeltia entró junto con Josefa.
Al verla, la saludó Blanca sonriendo, aunque tuvo poco contacto con ella debido a Diego.
-A ver. ¡Blanca! ¿Acaso no tienes espacio para más regalos? ¿Tiraste en el cubo de basura un bolso tan bonito? Por Dios, ¿es de Hermès? -
Y Josefa siguió bromeando.
Josefa Aquino, tan hermosa como la divinidad, era absolutamente la chica más linda con Hilda como si fueran dos flores rojas delicadas en el dormitorio.
Hilda miró hacia Josefa que no era peor que ella. Estaba involuntaria de rivalizar en belleza.
-¿Qué pasa con el Hermès? Es solo un producto falsificado que compró un pobretón, ¡que causará repugnancia al verlo! -
Dijo Hilda con las cejas fruncidas.
Zeltia, que estaba al lado de Josefa, puso el ceño cuando se dio cuenta del bolso.
Lo conoció naturalmente. Era el que a Diego le costó 36 mil euros por la mañana.
Lo vio y todavía sufrió en el corazón.
-¿Producto falsificado? -
Josefa lo recogió y lo revisó.
Minutos después, se quedó sorprendida y siguió revisándolo.
-Este… no parece un falsificado. ¡Es auténtico! -
-¿Auténtico? - Las chicas se miraban asombrosas. -No me digas. ¿Cómo pudo el pobre Diego regalar un auténtico? -
-Eso es. Este vale más que 30 mil euros en el mercado por el estilo clásico. -
Hilda mostró la displicencia.
No se supo por qué a Hilda se le aceleró la palpitación cuando oyó lo que había decido Josefa.
-Es auténtico de verdad. Lo toqué personalmente. Los falsificados no disponen de la textura y el tacto. Lo tiene la tienda de lujo al portal de nuestra universidad. Tengo el número de teléfono de la gerente. Si no creéis, podemos pedirle para que verifique que si está vendido. -
Josefa lo sostuvo apreciando.
Las chicas se quedaron con las bocas abiertas al oír eso.
Josefa iba a hacer la llamada.
-No hace falta… - En ese momento, Zeltia se destacó con los ceños fruncidos. Si no llegases a este punto, no querría decir la verdad en absoluto porque fue la cosa más cara que compró Diego. ¡Y lo regaló a la otra gastando 36 mil euros!
Zeltia dijo directamente ya que Josefa iba a preguntar con el móvil.
-Este bolso es auténtico. ¡Diego lo compró por la mañana cuando lo presenciamos…Germán y yo! ¡Pagó en el acto 36 mil euros! -
-¡Qué! -
¡Plof!
¡Se congeló al instante el ambiente en el dormitorio!