Capítulo 1: El amor que salió mal
"Señor Leer, después de esta noche, usted y yo no tenemos más vínculos..."
Olivia Prescott declaró, su voz llena de una mezcla de determinación y tristeza. Se inclinó hacia ella, capturando un fugaz momento de pasión mientras besaba al hombre que tenía debajo, impulsada por un deseo impulsivo al que no podía resistirse.
"Olivia Prescott, ¡¡¡cómo te atreves!!!"
Víctor Leer apretó los dientes, su rostro exquisitamente apuesto se contorsionó de ira.
¿Cómo podía esta audaz mujer tenderle una trampa?
Al amanecer del día siguiente, Olivia se despertó, reprimiendo su malestar.
Sacó del cajón el acuerdo de divorcio que había preparado hacía tiempo y lo colocó sobre la mesilla de noche. Mirando profundamente al hombre que aún dormía, pronunció unas palabras que tenían tanto de definitivo como de persistente dolor.
"Victor Leer, te libero. A partir de ahora, nos separamos sin más ataduras".
Había amado a Víctor con todo su corazón durante siete largos años, pero él siempre la había despreciado.
¡Desde el día en que se casaron!
Por aquel entonces, Byron Leer, su abuelo, estaba gravemente enfermo y conoció a una adivina. De alguna manera, los signos de Olivia coincidieron con lo que dijo el adivino, así que fue elegida.
Sin pensárselo dos veces, su padre y su madrastra, preocupados por el dinero, se la enviaron ofreciéndosela como peón.
En ese momento, ella estaba extasiada, esperando con impaciencia su noche de bodas.
Pero cuando Victor apareció, la miró con disgusto y le dijo: "Olivia, deberías saber que la persona con la que quiero casarme es Emma Thornton, ¡no tú! Sólo ella merece ser mi esposa, ¡no tú!".
Pero en su ingenuidad, Olivia creía que algún día sería capaz de encender el amor en el corazón de Victor.
Sin embargo, cuando no hay amor, simplemente no hay amor.
Sólo hace dos días, el día de su cumpleaños, comprendió por fin la verdad cuando Víctor estaba junto a Emma en el hospital.
Su corazón era algo que ella nunca podría calentar, por mucho que lo intentara.
Pertenecía a otra mujer.
El corazón de Olivia estaba completamente destrozado.
...
Cuando Víctor se despertó, ya eran las diez de la mañana.
Lo primero que se le pasó por la cabeza al salir de la cama fue estrangular a Olivia.
Él, el estimado Presidente del Grupo Leer, famoso por su astucia e invencibilidad en el mundo de los negocios, nunca había sido burlado ni había sufrido ninguna pérdida.
Ni en un millón de años esperó caer en la trampa de aquella mujer.
La rabia le consumía mientras observaba la habitación, pero Olivia no aparecía por ninguna parte. Sin embargo, por el rabillo del ojo, vio un documento en la mesilla de noche.
"¿Qué es esto?"
Víctor frunció el ceño y lo cogió.
Las palabras "Acuerdo de divorcio" saltaron a su vista, haciendo que sus pupilas se contrajeran y su expresión se ensombreciera.
Primero utilizó ese método para atraparlo y ahora le pide el divorcio... Sus trucos eran cada vez más audaces.
Víctor nunca había creído que Olivia se divorciaría de él.
En un estado de incredulidad, se vistió rápidamente y exudó un aura amenazante mientras bajaba las escaleras, enfrentándose al mayordomo con un tono exigente. "¿Ha visto a Olivia?"
El mayordomo, Alexander, quedó sorprendido por la intensidad de la voz de Víctor y rápidamente contestó: "Sr. Leer, la Sra. Leer salió antes del amanecer, llevando su equipaje".
Víctor estaba completamente estupefacto...
...
Seis años después, en el Instituto Médico VR de Yonder Nation, Olivia salió del laboratorio cuando oyó a su ayudante Linda decir: "Dr. Prescott, el Dr. Everett quiere verle en su despacho".
Olivia había estado trabajando toda la noche y aún estaba un poco somnolienta. Al oír esto, se despertó de golpe y se puso mucho más alerta.
"¿De qué se trata? ¿Podría ser... que los resultados de nuestra investigación hayan sido arruinados de nuevo por esos dos pequeños alborotadores?".
"Eso parece".
Linda respondió, sus ojos mostrando un atisbo de simpatía.
Olivia, su jefa, era siempre eficiente y muy capaz. A pesar de su corta edad, se había convertido en una estrella ascendente en el campo de la medicina y en una discípula aventajada de Benjamin Everett, adquiriendo una fama considerable en la comunidad médica y sin recibir nunca críticas por su trabajo.
Pero cada vez, Olivia tenía que cargar con la culpa de las travesuras causadas por sus traviesos hijos gemelos.
Linda la consoló instintivamente: "Esta vez llevas tres días seguidos en el laboratorio de investigación. Sebastian y Ethan están preocupados por tu salud. Han estado armando jaleo en la consulta del doctor Everett todos los días... Puedo ver unas cuantas canas más en la cabeza del Dr. Everett".
Después de oír esto, Olivia sintió que le venía un dolor de cabeza, pero también lo encontró algo divertido.
Habían pasado seis años desde que dejó a la familia Leer y se marchó al extranjero.
Originalmente había planeado concentrarse en sus estudios, pero la vida dio un giro inesperado: se quedó embarazada.
En ese momento se sintió indecisa, pero cuando llegó el momento de ir al hospital, dudó y no pudo soportar separarse de sus hijos por nacer.
Al final, decidió quedarse con los niños.
Eran trillizos, dos niños y una niña.
Durante el parto, la niña sufrió falta de oxígeno y no sobrevivió, por lo que sólo quedaron los dos niños, Sebastian y Ethan.
Mientras reflexionaba sobre aquel dúo travieso y extraordinariamente inteligente, una mezcla de alegría y exasperación llenó el corazón de Olivia. Asumir la culpa de sus travesuras se había convertido en un papel familiar, que le desinflaba el ánimo pero le recordaba el amor que sentía por sus hijos.