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Capítulo 4

Kate salió detrás de Nicolae del auto, que se alejó para estacionarse, y lo siguió hacia dentro de una estancia similar una construcción antigua y bastante deteriorada. El espacio destinado para la sección de foto con el concepto de las ruinas para un mejor impacto de los colores. A Kate le gustó la idea y se emocionó con lo que podía crear basado en aquello.

 

Y estaba tan inmersa en su alrededor e ideas que no notó que el Ceo se había detenido y chocó con su espalda.

 

-Duele- se sobó la nariz adolorida y se acomodó rápido las gafas. Notó que Nicolae la miraba por encima de su hombro - Lo siento- levantó sus manos en son de paz. Demonios con este hombre, que le pasaba.

 

Estar tan cerca de él le daba constancia de lo alto que era y de lo ancha y fuerte que era su espalda. Había un ligero olor proveniente del humano que picó en su nariz. Olía rico, quizás demasiado haciendo que su boca se hiciera agua y sus colmillos picaran.

 

-Señor Niles- alguien se acercó corriendo a él con una cámara en las manos- Bienvenido, wao veo que no vino solo-

 

-Hola Ric- este lo saludó estrechando la mano y señaló a la joven detrás de él - Es la diseñadora encargado del proyecto, Kate. Quería que viera el proceso para que no cometiera errores en la realización-

 

-Tan exigente como siempre- el hombre se enfocó en Kate y le sonrió- Soy Ric, el fotógrafo a cargo. Encantado- le extendió la mano.

 

Kate le devolvió el saludo cortésmente.

 

-Bueno, no puedo quedarme mucho tiempo, tenemos mucho trabajo y estamos corto de tiempo, pero llegó en el momento indicado, quería comentarlo algo… en privado- el fotógrafo le pidió y Nicolae asintió.

 

El Ceo miró de reojo a Kate.

 

-Quédate quieta y espérame aquí. No vayas a causar problemas- Nicolae le hizo algunas señas y se alejó junto al fotógrafo.

 

-Cualquiera que lo oyera pensaría que soy un problema andante- Kate chasqueó la lengua indignada- Quédate quieta. No causes problemas- imitó su tono y le sacó la lengua.

 

Después se recordó que era el hombre que le pagaba… igual era un antisocial, de seguro la soltería era su mejor amigo.

 

-Vamos a hacerle caso al jefecito no vaya a ser que se transforme en el lobo feroz y me castigue otra noche, como si me pagara horas extras- dijo con los dientes apretados, como que el hombre ya no lo veía tan guapo como antes

 

Buscó un lugar donde quedarse bajo la sombra, el sol ya picaba sobre su piel con lo sensible que estaba y lo último que faltaba era que tuviera quemaduras. La sangre que tomaba no era suficiente para que se regenerara rápido. Al final se refugió debajo de un balcón

 

Y era mito eso de que los vampiros se curaban así de la nada. Si podía tener un disparo, le podían abrir el estómago y sacarle las vísceras. No moriría, pero al menos necesitaría todo un día para que las heridas se curaran. Y las heridas del sol quizás necesitarían un poquito más.

 

Esa era una de a razones por la que los vampiros tenían antiguamente Esclavos de Sangre, que el título no les hacía gala. No solo su néctar era más dulce y más delicioso que cualquier otra cosa. Su aumentaba dependiendo de la calidad del humano. Esperaba que al menos su Esclavo fuera decente, porque le solucionaría muchos problemas.

 

Y casi una hora, su jefecito no había vuelto. ¿Se había olvidado de ella? Mejor, no lo tenía a él y a su perro fiel detrás de su culo vigilando cada uno de sus movimientos. Aunque si le miraban el trasero con otras intenciones como que no le molestaría. Se notaba que a cualquiera de los dos hombres se le podía sacar provecho en la cama.

 

Dejó que su espalda se recostara contra la pared detrás de ella, agotada y con sueño. Llevó su mano a su garganta. Esta comenzaba a doler. Tenía sed. Se maldijo, nunca tuvo un apatito tan grande. Eso era peligroso, sobre todo con tanta gente alrededor. Talvez tendría que romper las órdenes de su jefe y volver antes.

 

Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando alguien gritó «CUIDADO» a su lado. Un grupo de rollos de fondos y otros materiales pesados del equipo de fotografía se precipitó encima de ella.

 

Los ojos de Kate solo se abrieron para que la oscuridad la consumiera seguido de dolor. Vaya día estaba teniendo.

 

***

 

-Atrápenla-

 

-No la dejen escapar-

 

Humanos. Despreciables. Malagradecidos. Los odio, yo no les hice nada, muéranse todos. Desaparezcan, desaparezcan, desaparezcan AHHHHHHHHHH

 

***

 

-Oye- una voz a los lejos- Oye, despierta de una maldita vez- aquella voz perturbó su pesadilla.

 

Kate abrió sus ojos de golpe para tener solo oscuridad sobre ella y un peso sobre su cuerpo. Su cuerpo sudaba y su respiración era agitada. Otra vez sus sueños lo volvían a atacar. Ojalá estos… fueran realmente sueños.

 

Quería reírse de su pasado. Ser una vampira joven no era una bendición como todos creían.

 

El peso sobre ella se removió y le hizo frunció ligeramente el ceño. Estaba adolorida y casi siendo aplastada. Fue entonces que lo sintió. Un olor tan dulce y delicioso que su cuerpo entero tembló y pudo sentir como sus ojos cambiaban bajo los gruesos cristales de sus grandes espejuelos. La punta de sus dedos picó y sus uñas se extendieron ligeramente.

 

Mierda. Su aspecto de vampira estaba saliendo sin su consentimiento. Pero no lo podía evitar. Ese olor. Sangre, era sangre, pura y deliciosa que le hizo estar más consciente de lo hambrienta que estaba.

 

Oyó en la densa nebulosa el chasquido de la lengua de quien estuviera sobre ella que intentó alejarse. Kate gruñó en su garganta y rodeó la espalda de aquella persona con sus brazos y lo apretó hacia ella inmovilizándolo. Sus piernas se apretaron la cadera de él entre sus muslos y pudo sentir cada parte del cuerpo duro contra su cuerpo de una forma muy íntima y hasta caliente. Pero más importante que eso… su nariz en su cuello posesivamente.

 

-¿Qué carajo?- gruñó él.

 

Mío. Resonó en la mente de Kate que ni lo escuchó.

 

Allí, la vena palpitaba frenéticamente. Ella pudo ser consciente de toda la sangre que recorría a aquel cuerpo grande y pesado. Los colmillos dentro de su boca perforaron las encías inferiores. Estaba tan ansiosa, tan sedienta.

 

Abrió su boca con intenciones de enterrar sus colmillos hasta la base en aquella piel y beber hasta que su garganta no doliera más y perderse en la locura del placer, cuando...

 

-Ceoooo-

 

-¿Ceo, están bien? ¿Nos oyen?-

 

-Rápido, sáquenlos de allí-

 

Las voces en el exterior hicieron que Kate reaccionara. Si, recordaba que varias cosas cayeron sobre su cuerpo, aunque no había tanto daño. Alguien la había salvado y era quien sangraba sobre ella.

 

Se estremeció y esta vez no fue por el olor de la sangre.

 

Si lo que decían aquellas personas era cierto, entonces ese individuo salvador que tenía ahora encima de ella era… el bloque de hielo de su jefe.

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