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Prólogo

Prólogo

Emireth no pudo evitar sentir la misma atracción de antes; verlo fornido y apuesto echó por la borda su intento de olvidarlo. Maximiliano estaba de regreso, después de tantos años, volvía a mirar esos ojos azules, un mar en calma, a veces embravecido que echó de menos. También su boca que en el pasado le robó el aliento y la cordura.

Solo con recordarlo, se sonrojó hasta la médula. La luna, el lago, ellos y los besos…

—Emi, creo que al menos merezco un abrazo —su voz grave y profunda, aunque excesivamente dulce, esfumó el silencio. Pero no pudo traerla de vuelta a la realidad.

Él no es real, pensó consternada.

Soñó tantas veces con su regreso que verlo allí le pareció otro de esos sueños. Tenía la mirada desorbitada y el cuerpo tenso como si hubiera visto un fantasma.

Pero Maximiliano era real, lo supo en cuanto se acercó estrechándola entre sus brazos, cuando percibió su esencia magnética, esa extraña virilidad que la absorbió por completo. Él acarició su cabello, aspiró con ansias el dulzor de su aroma a flores y descubrió que lo que sintió alguna vez, seguía en el fondo de su ser arrastrándolo a ese palpitar imperioso.

—Te extrañé muchísimo, Emireth —confesó a su oído profundamente conmovido.

Quiso responderle, pero de sus labios solo salió el llanto y se aferró mucho más a él temiendo perderlo otra vez."

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