Prólogo.
Narrador.
Michigan, 1.999, Hotel Columbia Gold.
Sean O 'Sullivan, desentenderse de su asistente y de los otros ejecutivos, que salió esa noche a celebra por la ciudad el contrato firmado, hoy que relanzaba internacionalmente sus empresas, y se dirigió directamente a su suite en el hotel. No compartía el entusiasmo, ni el interés de los dos accionistas que los habían acompañado, ni de su hermano, de que todo ya estaba hecho. Sólo tenía que recodar, la insistencia de los tres en que fuera con ellos a beber, y lo que surgiera.
El CEO, sabía muy bien que significaba su insinuación “a lo que surgiera”, los tres que insistían, incluido su hermano, estaban casados, y en el caso de Ronan, tenía dos hijos de ocho y seis años, pero eso no los detenía a la hora de tener amantes ocasionales, algo que él, siendo soltero, no compartía.
Todo el mundo pensaba que Sean, a sus cuarenta y seis años, odiaba a las mujeres, porque no se le había conocido ni amante, ni pareja, incluso algunos pensaban, en especial su Ronan, que era gay, pero nada más lejos de la realidad, la verdad era otra muy distinta.
El CEO continuaba enamorada de su primer amor, un amor que, por motivos que, en ese entonces, él no tenía dinero, fue rechazado por el padre de la única mujer que ha amado, Céline Brown.
La idea de aceptarse fue la que hizo que se matara a trabajar y viajara para ganarse la vida hasta que fundó sus empresas, para descubrir que el padre de Céline la obligó a casarse con su jefe, dos años antes de que terminara montando su empresa.
En cierta forma él también se sintió culpable, y no la acusó de nada, durante ese tiempo asumió que ella sabía lo que él hacía, y no contactó con ella ni le pidió esperarlo. Céline pensó que la había abandonado, por eso cedió a la presión de su padre, que deseaba un hombre con dinero para su hija.
Sean se castigó por no ser más inteligente, por no luchar desde el principio por la mujer que amaba, decidió ser soltero de por vida, su hermano ya tenía hijos, que heredarían todo, él solo se dedicaría a trabajar y quemar su dolor con sus empresas.
Cuando casi lo arroyaron, mientras intentaba salir del ascensor en la planta donde estaba suite, una mujer que intentaba entrar, totalmente rota en llorar, y con olor a alcohol, reaccionó agarrándola por la cintura, para evitar que ambos cayeran, como un bloque de cemento, sobre el suelo enmoquetado. Pero la veleidosa, morena, con gafa de sol, se resistió, y terminó arrastrándolo, y cayó sobre le en el duro, y doloroso piso del ascensor.
-” ¡Joder!, ¿Se quiere quedar quieta?”- dijo el CEO, mirando al techo del ascensor, totalmente indignado, mientras con la espalda en el suelo, y adolorida, sentía ese voluptuoso cuerpo de mujer sobre él, por alguna razón, se le hacía familiar.
-” ¿Se... Sean?”- una voz algo deformada por la influencia del alcohol, y que no olvidaría nunca, hizo que mirara, a la mujer que tenía encima suyo, con las piernas enredadas entre las suyas, y alguna parte suave y delicada del cuerpo femenino, en peligroso contacto con partes muy sensibles del suyo.
Al mirarla, casi sintió su corazón fuera del pecho. Pese a que sus ojos verdes oscuros, casi marrón claro, se enrojecía por las lágrimas, era la mujer más bella del mundo.
-” ¡Céline!”- casi se atragantó diciendo su nombre, que no pronunciaba hacía años.
Céline Graham sonrió, pensado que el hombre que tenía delante ella, era de nuevo una de sus fantasías, una de tantas que solía tener muy a menudo, para soportar el horrible matrimonio que llevaba años aguantando, con un marido infiel, egoísta, que ella rechazó en su cama desde el primer día, porque no deseaba olvidar al único hombre que amó, y que tocó su cuerpo hace años, para llevarse su virginidad y su corazón.
Un hombre que la desdichada morena, tras emborrachase a solas en una habitación de un hotel, provocado porque había descubierto a su marido con su nueva amante, pensó que de nuevo volvía a soñar con él, con su adorado Sean O 'Sullivan, el bostoniano, de origen irlandés, que le había robado el corazón cuando ella estudiaba en la universidad.
Sin pensarlo, y para que la fantasía se iniciara, ante la cara de sorpresa y tensión del hombre que tenía tirado bajo ella, rectó por su cuerpo para cogerlo, con sus brazos, por su cuello, y besar sus labios, sin control.
Si le extraño que él se paralizara al principio, si le extraño que fuera todo más real de lo habitual, todo fue borrado rápidamente de su mente alcoholizada, por la sensación maravillosa, y enloquecedora de tocar esos labios que tanto recordaba, y que tantas noches le había acompañado en sus sueños, en la soledad de su habitación.
Sean se paralizó porque su mente no podía registrar que eso estuviera pasando de verdad, pero ese sabor único y maravilloso, que nunca había olvidado, le hizo olvidarse de dónde estaba, de quién era, solo podía sentirla a ella, y sin pensarlo, con una fuerza que no sabía que tenía, tras sentarse, con ella en su regazo, se levantó del suelo del ascensor, sin soltarla, para llevársela a su suite, nada importó esa noche, solo hablaron sus corazones, arrastrándolos a un tiempo en el que sentía.
A la mañana siguiente, Sean se despertó y estaba sólo en la cama, su pequeña hada morena había desaparecido, abandonándolo, sin una explicación, tal como apareció, se fue. El primer sentimiento fue la humillación, por haber caído tan fácilmente bajo las garras de esa maldita mujer, después vino la sed venganza, fue ese sentimiento la hizo que ordenara que recopilaran toda la información sobre ella. Descubrió que esa maldita zorra estaba aún casada, rompiendo de una manera muy efectiva su corazón, y decidió que nunca más quería saber nada de ella.
Por su lado, Céline, cuando se despertó esa mañana, descubrió avergonzada, lo que su mente anulada por sus verdaderos deseos había hecho. Si era sincera, lo único que había hecho el alcohol, era desinhibir todas esas precauciones que hasta ahora la habían sometido.
Así que, tras darle un beso en la mejilla a su atractivo guerrero dormido, se levantó para hacer lo único que no había hecho, tras vestirse, se dirigió directamente, con las pruebas que siempre tuvo sobre las infidelidades de su marido, al primer bufete de abogados recomendado.
Ambos tenían ideas diferentes de lo que había pasado esa noche, mientras que para Sean O ‘Sullivan había sido otro más de los engaños de esa mujer, para Céline, era una forma de deshacerse de la carga que había surgido por los mandatos de su padre.
Lo que ninguno de los dos sabía, en ese momento, era que el destino había decidido echarles una mano, un mes después de ese encuentro que cambiaría sus vidas, Céline, descubrió que estaba embarazada.
Sin pensarlo, y motivada por una gran felicidad, decidió buscar al único hombre que amaba, y contarle que no sólo estaba embarazada, sino que también, había iniciado los trámites de divorcio.
Para ello se dirigió a las oficinas centrales del Holding O ‘Sullivan Park, y solicitó hablar con el CEO, lógicamente el personal de recepción, le indicó que tenía que concertar una cita, y que, desde luego, sin cita, nadie estaba autorizado para entrar en las instalaciones centrales de ese grupo.
Céline, quitando la influencia que tuvo de su padre, no era la típica mujer que se dejará amedrentar, tenía mucha fuerza interior, que había dormido durante años, despertó una noche, hacía un mes. A sus treinta y ocho años, y después de tanto sufrimiento, no iba a dejar pasar la oportunidad de ser feliz o al menos intentarlo, así que tras un despiste del personal de seguridad y de la recepcionista, se coló en uno de los ascensores, y sin pensarlo se dirigió a la última planta, donde ella suponía que estaría el despacho de ese esquivo irlandés, sabía que él la estaba evitando.
Los astros debieron confabularse en su favor porque, cuando salió del ascensor, tanto los despachos, como los pasillos, estaban llenos de gente atareada que ni le prestó atención. Manteniendo la cabeza gacha, y con una actitud de secretaria apurada, tras hacerse con una carpeta que había sobre una de las mesas, consiguió pasar desapercibida, hasta llegar a la gran sala que la dirimía hacia los despachos de los grandes ejecutivos.
Fue allí donde su ingenio cobró vida, tras hacerse la empleada de recursos humanos, que estaba despistada, preguntó dónde estaba el despacho del asistente del CEO, ya que tenía que entregarle un informe urgente, o rodarían cabezas.
Tras obtener la información, se dirigió al despacho, donde el asistente del CEO se sorprendió al ver a la mujer que hacía poco su jefe le había mandado a investigar, justo delante de la puerta de su despacho.
- “¿Señora Graham?”- dijo el Asistente azorado.
- “Veo que me conoces, creo que tu jefe lleva evitándome hace algún tiempo.”- le dijo la morena, demostrando que se había dado cuenta de todas esas ocasiones frustradas en las que había intentado ponerse en contacto con Sean, y este la había evitado.
- “Verá señora …”- la decidida morena no lo dejo acabar, tras sentarse en el sillón que había en el despacho del asistente, le entregó un paquete para que se lo diera a su jefe.
- “No me importa la excusa que me dé, dale esto ahora mismo, no pienso irme de este despacho hasta que se lo entregue, y si te pregunta dónde estoy, le dices que venga a buscarme.”- fue la respuesta escueta y segura que le dio la decidida Céline, que no pensaba dejar que otros decidieran por ella.
El inseguro asistente se dirigió al despacho de su jefe, y tras dejar el paquete sobre la mesa, le explicó lo que sucedía. Por un segundo, Sean, dudó en abrir el paquete, pero finalmente le pudo la curiosidad, dentro hubo tres cosas que le dejaron impactado, primero fue una demanda de divorcio firmada por esa maldita hada, lo segundo una prueba de embarazo positiva, y la tercera una nota que ponía.
- “Sólo tú me has tocado, ni se te ocurra pensar que no eres el padre.”- la emoción de lo que sintió al leerla le hizo preguntar casi a gritos, donde se encontraba ella.
- “¿Dónde está?”- dijo levantándose de golpe de su asiento.
- “Está en mi despach…”- el CEO no dejó que su asistente terminara, antes de salir como alma que lleva el diablo en busca de esa mujer que nunca había podido olvidar.
Nada más abrir la puerta del despacho, la vio sentada en el sillón de su asistente, mirando hacia la ventana que había en un lateral. Allí estaba la mujer que cada noche se colaba en su cama, en forma de sueño, y mucho antes de que ella le devolviera la mirada con esa sonrisa que siempre tenía en sus labios, ya había decidido que nunca la dejaría escapar, pasara lo que pasara, durante media vida habían estado separados, el resto lo pasarían juntos para siempre.
Y fue así como tras años de lucha y separación, un divorcio costoso, y difícil, Céline Graham, se convirtió, meses después, en Céline O ‘Sullivan, madre de la única heredera que Sean considerará a partir de ese momento, algo que no gustará nada a su hermano en el futuro.