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Capítulo 5. El final de un mal día: la ira de una CEO.

Brandon.

Boston, 2024, Parque de bomberos distrito doce.

-” Definitivamente fue provocado”- le dije a mis jefes, que eran los que tenían que asignar a unos de nuestros investigadores para investigar el origen del incendio.

-” ¿En qué te basas para esa información, B. M.?”- me pregunto el jefe Peter Hall, mi antiguo jefe, y mejor amigo de mi padre. Como todos los bomberos, el jefe Hall me llaman B.M, no me gusta mi segundo nombre.

Yo siempre le decía a todo el mundo que me llamaran Brandon, pero claro en el cuerpo de bomberos de Boston, y después de ser el hijo del gran Benjamin Emiliano Hernández, el mayor bromista del todo el cuerpo, no me lo iban a poner fácil.

En su lucha conmigo, y después de algunas peleas amigables a puñetazos con mis compañeros por llamarme Miguel, un nombre que mi padre me había puesto por mi padrino, su compañero y amigo de aquel entonces, hasta que descubrimos de forma muy trágica, cuando yo tenía doce años, que una noche asesino a golpes, a su mujer, y a su hija, tras una pelea, cuando regresó borracho a su casa.

Desde ese momento, renegué de su nombre y me negué que nadie me llamara así, pero entre bomberos, los piques están al orden del día, y verme rugir como un toro cuando me llamaban Miguel, era algo que parecía divertido, cuando empecé en el cuerpo, sobre todo porque mi madre, cuando se enfadaba, como toda madre hispana, utilizaba mi nombre completo.

Tuve que lucharme que no usaran mi segundo nombre, pero sólo conseguí que cambiara a B.M. tampoco ellos iban a dar su brazo a torcer, así fue como, para el cuerpo soy B.M. Hernández, incluso en las etiquetas de reconocimiento lo pone así, creo que nadie sabe que me llamo Brandon en realidad, todo el cuerpo me conoce por B.M., excepto claro, por cuestiones de rango, mis hombres, que me llaman Jefe Hernández.

- “ En el lugar del incendio había bastantes indicios de que fue provocado, primero el paso del agua que se usa para los aspersores contra incendios de la última planta, estaba cerrados, el pequeño almacén donde se originó el fuego, tenía las ventanas abiertas, preguntamos al personal del hotel si solían dejarla abierta, y todos lo han negado, no vimos ninguna fuente de calor almacenada allí, que pudiera provocar un accidente, aunque si había muchos líquidos inflamables, y finalmente la puerta de ese almacén esta prepara para evitar dejar escapar el fuego , siempre está cerrada, según el personal se cierra automáticamente, precisamente porque allí se almacena muchos productos de limpieza que son inflamables, y cuando llegamos, tenía el mecanismo roto, y estaba abierta.”- les relate a mis jefes lo que habíamos descubierto.

Por lo visto debo mandar a mis inspectores para que informen a la policía. Buen trabajo B.M. por cierto según me contó el jefe Allen, ya tu madre les hizo una visita, la segunda esta semana.”- la risa que soltó mi otro jefe superior, el jefe Green, demostraba que todos conocían las manías de la señora Hernández.

Un gruñido de advertencia fue toda mi respuesta.

- “¡Tranquilo, chico!, sabes que nosotros también la sufrimos, no por nada somos los mejores amigos de tu padre, en nuestros años junto a tu padre, hemos visto a tu madre en la mejor y peor versión, y como consejo te decimos que lo mejor es que busques cuanto antes una chica, si no quieres que te la elija ella, más que nadie deberías saber que en tozudez, tu madre es la jefa definitiva. Sino pregúntaselo a tu padre.”- me dijo el jefe Green.

- “¿Ya ha hablado mi padre con los dos? ¿verdad?”- les dije yo gruñendo otra vez.

- “No hacía falta que lo hiciera, tu madre ya se ha encargado de tantear a todos los jefes del cuerpo, buscando padres con hijas casaderas, tienes a varios jefes y subjefes interesados en la oferta.”- casi grito de furia al oir eso, es que mi madre es increíble.

Aun oí la risa de los dos amigos de mi padre, mientras me dirigía a la ducha para quitarme el olor a humo, el día de hoy había sido una mierda total.

Mientras me duchaba pensaba en la forma de prohibir la entra a mi madre al parque, hasta pensé en ponerle una orden de alejamiento, pero si fuera delito que una madre intenté manejar la vida de sus hijos, las madres de medio mundo estarían detenidas.

La verdad es que no deseo casarme, he vivido con dos hermanas incordio, y una madre gringa, reconvertida en madre latina, y aunque las adoro, me han quitado las ganas de soportar lo capricho y exigencias de una mujer en mi vida.

Además, mi trabajo no es lo más indicado para mantener una familia, por desgracia el riesgo está algo unido a mi profesión, algo que viví con mi madre, en más de una ocasión, las horas de incertidumbres de no saber si regresará, cuando en algún momento mi padre ha estado en situaciones muy complicadas, ser mujer de un bombero es algo para lo que tienes que estar preparada, ya que es una elección de vida, y no todas lo pueden soportar.

Aún recuerdo la cara que pusieron mis padres cuando tras la escuela superior, les dije que no iría a la universidad, que quería ser bombero como mi padre, por primera vez vi el terror en los ojos de mi madre, algo que había sabido ocultar cuando llevaba de bombero, hasta que mi padre le costó aceptarlo, que él se arriesgará cada día, le era asumible por vocación, pero yo, su único hijo, no era tan fácil de digerir. Creo que, hoy, aún les cuesta aceptarlo, de ahí la insistencia de mi madre de que encuentre una mujer, me case, y tenga hijos, cuando tienes a alguien que te espera en casa, los riesgos que asumes, siempre son menores.

Cuando me estaba secando, una imagen pasó por mi mente sin proponérmelo, la de unos ojos que me parecieron violetas, iluminados por una luz que los hacía brillar, mientras una cascada enorme pelo rizado, y rojo, brillaba como el fuego. Ni siquiera recordaba la cara de la lunática, y desde luego que no me importaba, personas así de inconscientes, nos encontrábamos todos los días, en nuestro trabajo.

Personas que no pensaban en su propia seguridad, ni en la de otros, personas para la que el dinero, o las propiedades materiales, lo era todo, pero incluso a ese tipo de personas, como la lunática de pelo rojo, habíamos prometido proteger.

La verdad era que, con el día que había tenido, sólo pedía que las alarmas no volvieran a sonar, ahora comería algo de lo que seguro mi madre había dejado en la cocina, después de hacer mis ejercicios diarios en el gimnasio del parque, aunque ya que había bajado cincuenta y cuatro pisos, con una loca pelirroja al hombro, y el equipo completo, seguro que hasta me lo podría saltar por hoy, merecía mejor un buen sueño. Mañana seria otro día, o eso esperaba.

Lástima que desde ese día, y porque seguro fui maldecido por una lunática de pelo rojo, los buenos día, los días tranquilos, y pacíficos, desaparecieron, pero eso es algo que descubrí al dia siguiente, al menos esa noche, los astros se confabularon para que, tras darme un festín con la deliciosa comida mexicana de mi madre, después de una carrerita en la cinta de veinticinco kilómetros, y varias sesiones de pesas, finalmente después de otra ducha revitalizante, durmiera como un niño hasta el día siguiente, donde una batalla inesperada e innecesaria, salió a mi encuentro.

Mackenzie.

Boston, 2024, Apartamento de lujo de Mackenzie O ´Sullivan.

- “¿Cómo que no has descubierto quién fue el bombero imbécil que me sacó del edifico?”- un rugido casi animal salieron de mis labios, a través del teléfono.

- “No exactamente, he averiguado que los bomberos que intervinieron en ese rescate, fue la unidad dos del parque de bomberos del distrito de doce de Boston, lo conforman un total de ocho hombres, más su jefe de unidad. Mañana aclararé quién intervino en los rescates y la sofocación del fuego. Pero hay algo que he averiguado que no te he dicho.”- me dijo mi fiel Carlos, lo último me lo dijo en español, idioma que usábamos, cuando no queríamos que nos entendiera nadie.

Habia descubierto hace poco que las líneas de mi teléfono habían sido pinchadas en más de una ocasión, y yo sabía quién era el que estaba interesado en saber que era lo que yo hablaba, y con quien, así que me había conseguido dos móviles especiales, cedidos por un amigo de Carlos, que trabajaba en los servido de inteligencia israelí, los mejores en espionaje y contra espionaje, para mis tratos de negocios, y guardar mi móvil normal, para mi vida diaria, no deseaba levantar sospechas. Qué Carlos usara el español, era una advertencia seria.

Era un idioma que, aunque aún no dominaba del todo, lo había tenido que aprender rápidamente, en los últimos cuatro años, desde que Carlos descubrió la trama traidora de mi tío, y mis primos, era nuestro modo de comunicarnos para no ser descubiertos, y lo usábamos siempre cuando averiguábamos algo importante.

Así que, al oírlo hablar en español, me puso sobre aviso.

- “¿Es malo?”- le dije también en español.

- “Muy grave, a nivel de cruzar una línea peligrosa.”- me dijo Carlos.

- “Ya veo, cuéntame”- le dije tumbándome en el sillón de la sala, preparándome mentalmente para lo que me esperaba, mientras cogía de nuevo la copa de vino blanco.

- “Fue un incendio provocado. La última planta la habíamos reservado completa para evitar intromisiones, así que ¿Puedes sospechar porque provocaron el incendió?”- me preguntó mi asistente.

- “Es muy evidente, lo que me preocupa más saber es si teníamos controladas a todas las personas que asistirían, ¿cómo pudo colocarse un espía?”- pregunté dubitativa.

- “Comprendo, me encargaré ahora mismo, te enviré el informe por la mañana.”- me dijo y riendo lo detuve.

- “No hay prisa, no deseo que Marisa contrate a unos sicarios que acaben con mi vida, descansa hoy, Disfruta de tu mujer y esos preciosos niños, recuérdales a esos demonios, que el domingo los voy a buscar, para ir al parque de atracciones, se lo prometí a Marisa, en compensación del viaje a Budapest, cuando fue su cumpleaños.”- le dije a Carlos.

- “No hace falta que lo recuerdes, aún no me lo ha perdonado.”- dijo con un suspiro.

- “Pues no te arriesgues, esa puertorriqueña es peligrosa, creo que es la única mujer, aparte de mi madre, a la que le tengo miedo.”- le dije antes de cortar la comunicación.

Continue bebiendo mi copa de vino, mientras dejaba que volara mi mente. Desde que desperté en el hospital, con Carlos a mi lado, sólo una obsesión rondaba mi cabeza, ajustar las cuentas con cierto Vader bombero, el problema era que no sabía quién era, ni como era físicamente, pero eso era algo que pensaba descubrir muy pronto, ese estúpido iba a saber el nivel de locura que podía tener una CEO, millonaria, intransigente, y cabreada, e iba a lamentar haberse metido conmigo.

Poco me importaba que me hubiera salvado la vida, tampoco corría tanto peligro, si me hubiera dejado coger la otra carpeta, cuando me colocó el oxígeno, yo misma hubiera bajado sola las escaleras, sin problemas, pero al parecer, el bruto enorme Vader, tenía otro pensamiento. Lástima para él, no midió bien al enemigo al que se enfrentaba. La lucha entre el imperio y los rebeldes, en Star Wars, es un paseo en el parque, comparado con lo que yo le voy a plantear a ese estúpido, lo iba a lamentar, y mucho.

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