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Flash back

Cinco meses antes…

—Los he reunido en esta oportunidad para presentarles a la mujer que ha robado mi corazón, Beatrice, mi prometida —la hermosa rubia hizo acto de presencia. Lucía un elegante vestido color púrpura que resaltaba el tono dorado de su rubia cabellera, su piel blanca y sus ojos grisáceos.

Para Edwar fue imposible no admirarla, aquella mujer era impresionante bella. Ella también lo miró, de una manera distinta a la que incluso miraba a su futuro esposo. Se acercó a Bodolf y él la rodeó con su brazo por la cintura, mientras le susurraba al oído “Estás exquisita esta noche”.

—Bien, podemos brindar —ordenó y los empleados de servicio entregaron las copas de fino champagne que el multimillonario se ocupó en escoger para tan importante evento.

Todos levantaron sus copas y brindaron en alto por la futura pareja que pronto contraría matrimonio. Sin embargo, Edwar estaba un poco asombrado con la repentina decisión de su hermano de casarse con aquella inusual mujer. Bastó verla para saber que no era de su estirpe, sino una humana. Aunque él conocía sobre los designios de la luna de asignarle a cada uno de ellos, su pareja eterna, pensaba que se trataba de una loca idea de su hermano por querer ser siempre superior al resto de los demás.

Tanto Edwar como Bodolf son alphas de la misma manada y desde que sus padres murieron, ambos se ocuparon de cuidar y multiplicar las riquezas que ellos le heredaron, la gran fortuna de los Hilgers; ambos debían dirigir de forma compartida, el liderazgo de la manada. La constante lucha por el poder no es una excepción entre ellos, con la particularidad de que para Bodolf se ha convertido en su gran meta, mientras que para Edwar es sólo parte de una realidad.

Siempre han sido buenos hermanos, inseparables y leales, pero esa noche cambiaría la realidad de Bodolf y Edwar; aquel nexo de lealtad fuerte que había entre ellos y que por mucho tiempo defendieron a capa y espada, sería traspuesto al pasado en cuestión de minutos.

Mientras, el agasajado era entrevistado en los medios por su inesperada boda, Edwar se dirigió al jardín del inmenso salón de fiesta para fumar un cigarrillo. La rubia se acercó a él, y mostrándole su cigarrillo, le pidió:

—¿Lo enciendes para mí? —Edwar aplanó sus labios y sacó el encendedor de su bolsillo.

—¡Así que tú eres Edwar! tu hermano no deja de hablar de ti —dijo ella y él la miró con asombro.

—¿Y qué ha dicho de mí? Espero sean cosas buenas.

—Las suficientes como para querer conocerte. No veía el momento de que me presentara a su leal y querido hermano.

—¿Desde cuando se conocen? —preguntó él dando conversación a la rubia.

—Hace un par de meses, la verdad me sorprendió su repentino deseo de casarse tan pronto.

—Tal vez se enamoró perdidamente de ti. —él dio una fumada y ella sonrió.

—Sí, pudo ser.

La voz detrás de ellos, interrumpió la conversación.

—¡Vaya, mi hermosa prometida y mi querido hermano finalmente se conocieron! —exclamó y los rodeó a ambos con cada uno de sus brazos.— ¿Hablaban de mí? ¡espero!

—¡Sí, así es! —contestó Edwar.— Me decía tu prometida, que llevan apenas semanas conociéndose.

—Qué te puedo decir, quedé impactado no sólo con su belleza sino con su sencillez y pureza. —Aquella declaración viniendo de su hermano, era realmente inesperada para Edwar.

—¡Felicidades, hermano! Aunque hubiese querido enterarme antes de esta noche; ya no confías en mí, por lo que veo.

—No te pongas dramático, Ed, simplemente quería darle a todos la sorpresa. Volvamos al salón —abrazó a su prometida.— ¿Vienes?

—Ve, yo iré en un momento. —contestó parcamente.

La pareja de enamorados regresó al salón principal, mientras, Edwar terminaba de fumar su cigarrillo y pensaba en todo las extrañas circunstancias que rodeaban aquel evento.

Había cosas que Edwar no sabía, si bien ambos compartían el liderazgo de la empresa, Bodolf siempre se ocupó de la parte financiera como CFO de la empresa, mientras él se encargaba de la parte administrativa como CEO de Alphamoon.

Ciertamente, había una razón para que Bodolf decidiera casarse, una de las cláusulas del testamento que dejaron sus padres, especificaba que el primero de ellos en casarse y tener un hijo, se convertiría en el socio mayoritario de la empresa. El deseo del hermano menor, era apoderarse de todo y dejar a Edwar dependiendo financieramente de él. Esa sería la única manera de subyugarlo y hacer que se sometiera a sus órdenes. Siendo ambos alphas de la manada, era para Bodolf un reto sentirse superior a su hermano.

Mas, lo que él no imaginaba era que su prometida quedaría prendada con Edwar, provocando aquello el caos en la relación fraterna que ambos compartían. Esa misma noche, Bodolf había planeado su primer encuentro con su prometida, la noche en la que la dejaría embarazada. Sin embargo, él comenzó a beber por insistencia de la sensual rubia, y sin darse cuenta de los excesos, terminó ebrio, quedándose dormido al llegar a la mansión.

Edwar quien se había venido un poco antes, estaba en la biblioteca leyendo un poco antes de dormirse, como usualmente lo hacia. La puerta se abrió lentamente y el pelinegro no se percató de ello, sino cuando la rubia vestida en ropa íntima se paró frente a él.

—¡Interesante, lectura! —dijo señalando la portada. Edwar levantó la vista y al verla quedó perplejo.

—¿Qué haces aquí? —fue lo más creativo que se le ocurrió preguntar, aquella mujer era perturbadoramente apetecible.

—¿Te molesta que esté aquí?

—No, no, disculpa. Sólo me sorprendió.

—La verdad no conseguía dormir —se desplazó por la sala, deslizando sus dedos en el lomo de los libros ordenados en el tramo principal del estante de madera.

—Bien, yo creo que es hora de que regrese a mi habitación.

—¿Te irás y me dejarás sola?

—No, de verdad, pensé que deseabas estar sola. Normalmente cuando vengo aquí es precisamente buscando un lugar donde no pueda ser interrumpido.

—¿Y si te pido que me hagas compañía? Bodolf se quedó dormido y no me gusta estar en un lugar como este, a solas.

—No va a pasarte nada, aquí estarás bien protegida. —Beatrice se aproximó hacia él y sin decir ni una palabra, se colgó a su cuello y le estampó un beso en los labios.

—¿Qué haces? —Edwar se apartó de ella.

—Disculpa creo que me excedí de tragos —se justificó. Sin embargo, aquel primer roce entre ellos, dejó encendida una pasión intensa que se desataría con el pasar de los minutos.

—Descuida, no ha pasado nada. Que descanses —dijo y salió de aquel lugar.

La primera reacción de Edwar fue de rechazo, por lo que terminó yendo a su habitación; pero, una vez allí, no logró parar de pensar en aquel beso, en los senos de Beatrice rozando sus pectorales y en las enormes ganas de sentirla por completo.

Dicen que el diablo, tienta y Beatrice no desistiría fácilmente de su cometido. Edwar se recostó en su cama y mientras su mente volaba hacia el momento en que ella se colgó de su cuello, escuchó que tocaban a su puerta, sin imaginar que se trataba de la prometida de su hermano.

—¿Tú? ¿Qué es lo que quieres? Entiende que eres la prometida de mi hermano. Por favor es mejor que te vayas a su habitación.

—¿O de lo contrario qué, Edwar? —se abalanzó sobre él— Dime que te doy indiferente y me voy. —él la sujetó de los brazos y la apartó nuevamente.

—Ese es el problema, no lo eres.

Bastó aquella confesión para que Beatrice besara a Edwar por segunda vez y que él se dejara llevar por el deseo. De pronto, se escucharon pasos en el pasillo y el pelinegro tuvo que cerrar la puerta de su habitación para evitar un inconveniente con su hermano. Justo en ese instante, tocaron a su puerta…

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