5. SUS OJOS
Salgo con el corazón a mil, ¡Dios! Ese hombre, sus ojos.
Instintivamente mis manos se van a mis labios, ese beso, me movió todo por dentro, ni con Andrés he sentido tanto en su solo beso, ¿A quien me habré parecido? Pero sea quién sea la envidio, tiene que amarla tanto. Suspiro, arranco el carro y me voy. En el camino suena mi celular y veo que es Andrés resoplo y volteo los ojos, ya que tenía 6 llamadas perdidas, me pongo los manos libres y le contesto.
—Dime —
—¿Dónde diablos estás?, te estoy llamando hace rato.
—A mi no me hables así, no eres mi papá así que bájale, y si no te contestaba es porque estaba en una reunión de trabajo.
—¿Trabajo? ¿En donde? ¿Y de qué?
—De arquitecta, para eso estudié ¿No?.
—¿Y en dónde es?.
—¿Qué te pasa?, ¿Por qué tienes que preguntarme tanto? Mientras no me acerque donde tú me lo has prohibido todo está bien ¿No te parece?
—¿Por qué estás tan a la defensiva?
Porque ya me enteré que me has mentido, porque le quitaste a mis hijos su verdadero padre, y mi vida. Pero ya buscaré la forma de saber la verdad.
—Porque ya me estoy cansando de tu actitud, no soy ninguna niña, se cuidarme sola, es más ¿Porqué me prohíben ciertas cosas?
—Ya te he dicho, mi amor me preocupo por ti, acuérdate que tienes pérdida de memoria.
—Ya lo sé maldita sea, eso lo sé, todos los días cuando abro los ojos, se la maldición que me persigue desde ese día que abrí los ojos en ese maldito hospital.
— Tranquila mi amor, disculpa, quiero lo mejor para ti. Llamaba para decirte, que hoy no llego a la casa, tengo que salir de último momento para una reunión a New York, de hecho ya me voy a montar en el avión llego mañana en la noche.
—Está bien, cuídate.
—Gracias, te amo.
—Hasta Luego. —dije y corté.
Llegué a la guardería, pero llegué 20 minutos antes de que salieran mis angelitos, después de diez minutos aquí, decido salir del auto y siento como si me vigilarán, mi corazón está muy acelerado. ¿Por qué?
Pasan dos hombres y me miran de pies a cabeza y empiezan a decirme cosas, la verdad me puse nerviosa por lo que decidí entrar al carro, cuando estoy adentro voy a subir la ventana que había bajado antes de salir del carro, pero uno de los idiotas aparece.
—¡Hola preciosura!, ¿qué tal si vamos a divertirnos un rato?
—No gracias, no me interesa. —le digo cortante.
—Vamos guapa, nos divertiremos.
—No, ya le dije que no me interesa.
Abre la puerta, y me saca de un brazo, yo estoy en shock, pero solo por un instante, levanté la rodilla y lo golpeé en su zona sensible.
—Maldita zorra. —dice el otro que se acerca enojado para voltear mi cara de una cachetada.
—Métete con un hombre maldito. — escucho decir detrás del hombre que acaba de golpearme ¿Esa voz?
Nos giramos a ver, y está ¡GABRIEL!, ¿furioso?, sin decir nada más se lanza a golpearlo, los muy cobardes salen corriendo.
—¿Te encuentras bien?. —yo lo miro, es tan guapo.
—Si, gracias, pero podía defenderme sola. — suelta una risa y yo me derrito.
—Sí, ya me di cuenta, eso fue un muy buen golpe. —Ahora la que sonríe soy yo.
—¿Qué hace por aquí?— me extraña que esté aquí.
—Iba para mi casa, en eso vi como te sacaban del auto y me detuve, lo siento si te incomode.
—Tranquilo, te lo agradezco, ya que aquí los demás pueden ver que me están matando y nadie se mete. —digo volviendo a ver a las demás mamás que ni siquiera volvieron a ver, en eso empiezan a salir los niños, y mis nenes vienen con su maestra.
—Mamiiii — como siempre me agacho y les extiendo mis brazos, ellos corren hasta mí.
—¿Cómo están los niños más lindos del mundo?.
—¡Bien! — gritan felices, y empiezan a llenarme de besos.
En eso, me acuerdo de Gabriel, por lo que lo miro y tenía lágrimas en los ojos. ¿Qué le pasa?
—¿Te ocurre algo? —Él niega y respira profundo.
—Se ven adorables. —se agacha para quedar a nuestra altura.
—¿Quién es él mami?
—Él es mi jefe, se llama Gabriel.
—¡Cómo yo! — dicen en su idioma de niño pequeño.
—Sí, como tú.
—Gabriel, ella es Valentina, y él es Gabriel.
—Tienes un muy lindo nombre Gabriel, y tu nombre es precioso Valentina, son hermosos, tus hijos Montserrat.
Yo solamente le sonrió y mis hijos también.
—Mami, ¿Y papi no vino? —Gabriel se levanta de inmediato, algo ¿Enojado?.
—No mi amor, su papi, no estará hoy en casa, llegará hasta mañana.
—Bueno. — dicen los dos. Yo alzo las cejas, se ven que no les hace falta.
—Bueno, hora de irnos.
—¿A comer helado? — a mis niños les cuesta mucho pronunciar la R, y es que aún son pequeños.
Hago como si estuviera pensándolo, y ellos hacen pucheros.
—Por supuesto, pero después a casa.
Ellos brincan felices.
—¿Puedo acompañarlos?
—Siiii— dice Valentina emocionada, quién mira a Gabriel muy tiernamente.
—Y tú Gabriel ¿Que opinas? — le pregunta mi Jefe a mi hijo.
—Por mí, no hay problema. —dice como todo un niño grande.
—Bueno, si a ellos no les molesta, a mí tampoco.
—Genial, ¿pero en qué carro nos vamos?
—¿Si quiere nos sigue?, no vamos muy lejos de aquí, ya que mi casa también queda cerca.
—Mejor me voy con ustedes, recogerán mi auto y se lo llevarán.
—Está bien, como guste.
Antes de montarnos al auto, Gabriel me pregunta que si me molestaría que él conduzca, y la verdad es que él me transmite una sensación de paz y seguridad que me gusta, por lo que con una sonrisa, le entrego las llaves.
En camino voy platicando y riendo con mis bebés y pude notar, que Gabriel en cada semáforo nos miraba muy tiernamente, ¿Por qué nos mira así?
Al llegar a la heladería los niños aplauden de felicidad, cuando entramos le digo a Gabriel que se quede con los niños para ir a comprar los helados, pero me lo niega, me hace decirle que le gustan a los niños, y cuando le voy a decir el mío con una sonrisa dice que no se lo diga que él lo adivinara, yo le alze una ceja pero al instante le sonreí. Cuando llegó con los helados para mi sorpresa trajo justo mi preferido.
—¿Acerté?— pregunta con una gran sonrisa, la cuál le correspondo.
—Si, mucho. —los niños se ríen y disfrutan de sus helados como siempre.
—¿Parece que te gustan mucho los niños?
—No, no me gustan, me encantan, tengo dos hijos. — Yo lo miro y no sé por qué se me revuelve el estómago.
—¿En serio? ¿Cómo se llaman?
Él me mira, y me mira, como buscando algo en mi mirada.
—Valery y Thiago.
¡Esos nombres! ¿Dónde los he escuchado? Un punzonazo en mi cabeza me hace mesajearme la cabeza.
—¿Te sientes mal?.
—Un simple dolor de cabeza, me pasa cada vez que algo me parece conocido. Supongo que Jessica le contó lo que me pasó.
—Si, debe ser horrible perder la memoria.
—Nadie puede imaginar lo que se siente, pero en fín, hermosos nombres, espero algún día conocerlos— ¿Yo dije eso?
—¡Claro!, ¡Me encantaría! —Que lindo que es. ¡Por Dios Montserrat concéntrate!. Los niños han comido helado y luego se han ido a los juegos, hemos reído y disfrutado tanto, con Andrés nunca podemos hacerlo, siempre anda con prisas, en cambio Gabriel ha compartido con nosotros, incluso podría asegurar que lo ha disfrutado.
En eso suena mi celular, y es Andrés, Gabriel me mira fijamente.
—¡Hola! ¿Llegaste? — ¿Cuánto llevamos aquí?
—Si mi amor, vengo aterrizando, y mis preciosos ¿como están?
—Bien aquí comiendo sus helados y jugando como todos los días.
—¡Todavía no has llegado a la casa Montserrat!
—No, y no empieces.
—¿Y qué esperas para irte a la casa?, hace casi tres horas salieron los niños.
—Lo haré cuando yo quiera. Y la verdad no estoy para tus escenitas, hablamos más tarde. —¿Pero qué diablos le pasa?
—¿Pasa algo?.
—No, nada, ya me tengo que ir.
—¿Puedo acompañarlos hasta su casa?
—No creo que sea necesario, además no quiero molestarlo.
—¿A mí?, para nada, tranquila.
—Debería llamar para que lo recojan.
—No se preocupe, me iré en taxi.
—No me gustaría que se fuera en taxi, ya que por acompañarme aquí dejaste tu auto, si a tu esposa no se molesta yo podría llevarlo a su casa.
—¿Esposa?, no, no tengo o bueno si tengo pero hace dos años no se de ella.
—¿Lo dejó?, lo siento no debí preguntar.
—Tranquila, no hay problema, pero ella fue secuestrada. Y nunca volvía a saber de ella, y eso me ha hecho que la luz en mi vida ya no exista.
—¡Oh por Dios!, eso debe de ser horrible.
—Y lo es, pero hoy después de dos años, la luz volvió a mi vida y más resplandeciente que nunca.
Yo lo miro a esos hermosos ojos, es divino, tan guapo y varonil. Por unos segundos, minutos, horas, creamos una burbuja.
—Bueno, vamos, yo los llevo hasta su casa y de ahí me voy a la mía, y no acepto un no por respuesta.
—Bueno, por lo que veo no tengo más opción. — digo con una gran sonrisa.
De camino a la casa mis bebés se durmieron, al llegar a la casa, me dirijo abrir la puerta y después ir al carro, por los niños alzo a Gabrielito para llevarlo a la habitación, y así que acostar a mi bebé, cuando observo a Gabriel atrás con Vale alzada.
—Lo siento por entrar sin permiso, solo quería ayudarte con estos angelitos.
—Gracias, acuestala aquí.— dije señalando su camita.
Después de acostar a los niños, nos fuimos para la sala.
—Muchas gracias por todo.
—Fue un placer Montse. Bueno yo ya me voy. —en eso su mirada se dirige al mueble que hay en la sala donde hay muchas portaretratos con muchas fotos mías de mis bebés, y cuando me cansé con Andrés y justo agarra esa y la mira, por varios minutos y cuando la puso, lo hizo de mala gana y se giró hacia mí con una rabia que lo demuestra desde lejos.
—Debo irme, te veré mañana en el trabajo. —da media y se va. Yo me quedé ahí de pie como tonta. — ¿Qué le pasó? — Me pregunté a mi misma, aunque sabía que no tendría respuesta.