3. YA ES HORA
¡Mierda! ¡Andrés es el esposo de Montserrat!, cuando Gabriel se entere lo va a matar.
Lo llamo ahora y le digo, o espero hablar con Montserrat, ¡Por Dios¡ ¿qué hago? He visto cómo sus hijos han extrañado a su madre, y Gabriel ha estado muerto en vida, tengo que hacer algo. Me he sentido culpable, si yo no hubiera hecho la idiotez que hice ella no se hubiera ido, y tal vez ahorita estarían juntos.
Lo que no sé es que es mejor, creo que primero debería hablar con ella, no mejor hablaré con mi hermana, ella es médica psiquiátrica, ella podrá ayudarme.
Marco su número y espero a que conteste, después de cinco tonos contestó.
—Bueno.
—Melissa, ¡necesito de tu ayuda!
—¿Qué pasa?, no me asustes.
—¿Qué pasaría si alguien pierde la memoria, como podría recuperarla?
—Jess eso no lo sé, no es así como así, habría que hacerle exámenes, y muchos análisis, ver cómo está su cerebro, ocupo saber muchas cosas.
—Ok, pero ¿Y si uno le contara las cosas para ayudar a que sepa quién es?
—Sería peligroso, tal vez su nombre, su edad, cosas mínimas, pero no todo de una vez, le afectaría mucho si le cuentas las cosas todo al mismo tiempo ñ. ¿Qué pasa Jessica? En verdad me estás asustando.
Respiro profundo, tengo que contarle a mi hermana.
—Hoy fui almorzar a un restaurante nuevo que hay por el banco, cuando estaba ahí alguien chocó con mi mesa, al levantar la vista la vi.
—¿A quién?
—A Montserrat, está viva.
—¿Montserrat? ¿La esposa de Gabriel?
—Si, pero ella no me reconoció, cuando le pregunté dijo que hacía casi dos años había perdido la memoria en un accidente. Lo más seguro mañana la veré, ella quiere saber cosas de su pasado.
—¿Y Gabriel lo sabe?
—No, no he hablado con él, y lo peor de todo, es que Montserrat está casada, Gabriel se va a morir.
—¿Qué? ¡Por Dios! Pero al estar casada con Gabriel el matrimonio de ellos no puede ser válido.
—No se que hacer, ¿Hablo primero con Gabriel, o hablo primero con ella?
—Con ella, tienes que saber qué ha pasado, y ya cuando sepas hablaras con Gabriel ya que tú sabrás cómo fueron las cosas.
—Tienes razón.
—Pero recuerda, no puedes aturdirla, ni decirle las cosas de una vez, porque podrías perjudicarla.
—Está bien, eso haré.
—Ok, apenas pueda hay que llevarla al hospital.
—Eso haré, no te preocupes, haré lo correcto.
—Hasta luego hermana, cuídate.
—Nos vemos.
Después de colgar, tuve una idea, ya se que hacer, marco su número y después de varios tonos contesta.
—¡Hola Jess! ¿No volviste al trabajo?
—Hola Gabriel, no, lo siento, se me presentó algo. Gabriel, necesito verte mañana a las 4 de la tarde en mi casa.
—¿Por qué? ¿Qué pasa?
—Tengo algo muy importante que decirte y quiero que conozcas a la nueva arquitecta.
—¿A la arquitecta? ¿Ya la tienes? ¿Y por qué en tu casa?
—Estás muy preguntón, Gabriel eres mi amigo y créeme que esto te interesa y mucho, además será en mi casa porque sí, porque es una sorpresa.
—Estás muy rara. —suspiro resignada, no sé como reaccionar.
—Lo sé, he tenido un día muy atareado. ¿Puedes venir a las 4?
—Sí, está bien, descansa.
—Tu también, saluda a Valery y a Thiago.
—Gracias, hasta mañana.
—Hasta mañana.
Después de contar con Gabriel pienso que mañana será un día largo, solo espero que Montserrat vaya y no se arrepienta, si no tendré que hablar con Gabriel. Él tiene que recuperar a su familia, ¿Y sus hijos? ¿Los habrá tenido? ¿O los habrá perdido en ese dichoso accidente? ¡Hay Dios! la cabeza me va a explotar, será mejor que me de un baño y vaya a descansar, decidí llamar a mi futuro marido, para vernos mañana por la noche.
Al levantarme me siento algo preocupada, ahorita en mis manos se encuentra el futuro de dos personas.
Le puse un mensaje a Gabriel que hoy tenía una cita médica, que no podía ir al trabajo, me dijo que no me preocupara, que esperaba que no fuera nada malo y que nos veríamos en la tarde. Y es mejor ya que si lo veo ahorita no podré quedarme callada.
A las doce en punto suena mi celular, el número no lo tengo registrado, sonrío al pensar que puede ser Montserrat.
—¡Bueno!
—¡Hola, soy Montserrat!
—¡Hola!, que bueno que me llamaste, nos veremos a las 2?
—¡Sí claro! Por eso te llamaba para confirmarte que sí iré.
—¿Esté es tú número?
—Sí, así que cualquier imprevisto que tengas me llamas.
—Igual tu Montserrat.
—¿Cómo te llamas?
—Cierto que tonta no me he presentado, soy Jessica. —ella no dice nada, y yo frunzo el ceño —¿Montserrat estás ahí?
—Sí, sí lo siento, es que me pareció escuchar ese nombre de algún lado, pero bueno existen muchas Jessicas.
—Sí claro.
—Bueno nos vemos en dos horas.
—Ok.
Bien todo va a estar bien.
En eso me entra una llamada de Gabriel y yo frunzo el ceño.
—¿Gabriel qué pasa?
—No voy a poder ir a tu casa hoy.
—¿Qué? ¿No? ¿Por qué?
—Necesito salir por unos días.
—Pero ¿por qué? ¿Qué te pasa?— escucho que rompe a llorar.
—No puedo vivir sin ella, no puedo, trato de ser fuerte, juro por mis hijos que trato, pero no puedo. —dice en medio de lágrimas y sollozos, al escucharlo tan destrozado me hace derramar lágrimas sin poder evitarlo.
—Gabriel te juro que todo se resolverá, tengo una gran noticia que darte, pero necesito que estés aquí a las cuatro.
—No te prometo nada, ya pedí el Jet, si no llego me la darás cuando regrese, en una semana.
—¡Gabriel! — pero por grito que pegué, me había cortado, ¡Mierda!, pero no puedo decirle hasta hablar con Montserrat. Es increíble el amor tan grande que siente por Montserrat.
Me alisto para ir a ver a Montserrat, a la 1:30 ya voy de camino a Starbucks, faltando 10 minutos ya estoy ahí y para mi sorpresa ella ya se encuentra ahí sentada viendo por la ventana.
—¡Hola!— digo cuando ya estoy junto a ella.
—¡Hola!, que bueno que viniste.
—Claro que vendría Montserrat. —me siento en una de las dos sillas desocupadas.
—¿Pensaste en mi propuesta de trabajo?
—Sí, y sí quiero trabajar, solo quiero ver que es lo que tengo que hacer, y cómo quieren que haga mi trabajo.
—Ok, te parece si después de aquí vamos a mi casa ahí te puedo mostrar ciertos planos, tú me dices que está bien y que no.
—Está bien, me parece. Ahora ¿de dónde me conoces?.
—Bueno mira, antes de empezar hablar, quiero decirte que mi hermana me dijo que no podía decirte todo porque podría hacerte mal.
—¿En serio? ¿Y no me hace mal tratar de matarme por recordar?
—Montserrat, si te soy sincera, tú y yo nunca nos hemos llevado muy bien que digamos, pero sí sé muchísimas cosas de ti.
—¿Por qué no nos llevábamos bien? —río, no se que decir.
—Porque a mi me gustaba tu esposo, o eso pensaba, llegué a amarlo tanto tiempo que cuando lo volví a ver sentí tanto, pero tarde me di cuenta, que era solo un cariño de amigos. Y a ti no te gustaba que yo me acercara a él, pero él siempre solo tuvo ojos para ti.
—¿También conoces a Andrés?—no esperaba esa pregunta.
—Si, ¿por qué?
—¿Y estabas enamorada de él?
—¿Qué? No, mira Montserrat antes de Andrés hubo alguien y eran muy felices juntos, no sé porqué estás con Andrés si nunca se llevaron.
—¿En serio?— observo que frunce el ceño, y está algo pálida. — Que raro, Andrés, me dijo que éramos novios de toda la vida. —dice en apenas un susurro.
—¡Maldito mentiroso!, No quiero hacer que te sientas mal, pero Andrés no es quién tu crees, esto va hacer mucho más difícil de lo que creía, se que no me conoces, y que no me tienes confianza, pero ese hombre que está contigo te ha mentido en muchas cosas.
—Estoy confundida, no creo que Andrés sea capaz de hacer algo así. ¿Tú sabes mi edad y mi nombre completo?
—Se que debe ser difícil, pero créeme que si es capaz, y si me se tu edad, y tu nombre, bueno solo el primer apellido. Te llamas Montserrat Ávila y tienes 29 años mas o menos, cuando te conocí tenías 27.
—¿Ávila?, Andrés me dijo que mi apellido era Uribe, y bueno cuando nos casamos me lo cambió al de él.
—Montserrat quiero saber una cosa.
—¿Qué cosa?
—Tus hijos, los mellizos, ¿Nacieron?
—Sí, Gabriel y Valentina, son preciosos. —al oír el de Gabriel de mi boca sale un jadeo.
—¿Gabriel? ¿Por qué le pusiste así?
—No lo sé, cuando nació mi Príncipe, y vi sus hermosos ojos azules ese nombre salió de mi boca ¿Tiene algún significado para ti?
—No, ninguno, solo que nuestro jefe se llama así. ¿Cómo perdiste la memoria?
Montserrat empieza a relatarle todo desde que se despertó en el hospital y sin memoria, maldito Andrés, estoy segura que tiene que ver con el secuestro que tuvo Montserrat, por su culpa ella y Gabriel han sufrido. Todavía no puedo creer que sin saberlo le haya puesto a su hijo como su papá. Después de hablar con ella y de explicarle que no puedo decirle todo y que primero tienen que hacerle exámenes, ella accede con una condición.
—¿Cuál?
—Sabes de mi vida antes del accidente, sabías de mis hijos, de Andrés, dime solo una cosa, ¿mis hijos son de Andrés, o de la persona con la que estuve antes?
Hay Dios, ¿que le digo?, yo no puedo mentirle.
—¿Estás segura que quieres saberlo?
—Por favor, necesito saberlo.
—No Montserrat, no son hijos de Andrés. —ella lleva sus manos a la boca, y lágrimas amenazan con salir.
Miro la hora y son las 3:30, tengo que llevarla a mi casa.
—Lo siento, yo no quiero hacerte sentir mal.
—No, no te preocupes, te agradezco que hayas sido sincera, es lo que necesito en estos momentos.
—Lo sé, ahora ¿Nos vamos a revisar los planos?.
—Si, claro. Y de verdad gracias.
De camino a mi casa yo lo hago en mi auto y Montserrat me sigue en el de ella, solo espero que Gabriel logre ir.
Al llegar a mi casa, le enseñé los planos que había hecho el antiguo arquitecto, le digo lo que le gusto a mi jefe y lo que no, ella empieza a verlos detenidamente, me da muchas ideas y todas son muy buenas, estoy entretenida hasta que observo la hora y son 4:30, Gabriel no vendrá, esto no puede ser, escucho el timbre sonar, pero no creo que sea Gabriel, ya que él es muy puntual, tal vez sea Ronald.
—Iré abrir ya regreso. —me voy abrir la puerta, al hacerlo me encuentro con Gabriel, y puedo ver la tristeza reflejada en su rostro.
—Me iré en la noche, así que vine antes de hacerlo.
—Genial pasa. —le digo jalandolo del brazo.
—¿Qué pasa? ¿Por qué tanta desesperación?
—Gabriel tengo que hablar muy seriamente contigo, pero lo haremos cuando se vaya la nueva arquitecta. Por favor no te desesperes, y deja que yo te explique cuando ella se vaya.
—Me estás asustando, ¿Es algo grave?
—Pues sí, solo prometeme lo que te acabo de pedir.
—Esta bien te lo prometo.
—Ok andando.
Al llegar a la puerta de mi despacho, respiro profundo y la abro lentamente, entre primero yo, y Gabriel detrás de mí. Montserrat está tan concentrada en los planos que no ha notado nuestra presencia.
Bien llegó la hora de que estos dos se reencuentren.