AYUDA
5. AYUDA
PV ALAIA
Camino de un lado para otro, no quiero que nada malo le pase a Zac, ni a la familia Lombardi, porque se muy bien que si Zac muere y Sara hereda todo y ella es capaz de desaparecer a todos los Lombardi, para ser la mujer más poderosa, junto con su marido.
Esa es una maldita embustera, fijo ya contrató a juez falso, a menos que se haya divorciado de Lucas. Aunque la verdad lo dudo, ¡Dios! ¿Que puedo hacer para ayudarlos? Si les pasa algo yo también sería responsable, por callar y ocultar todo lo que ha hecho Sara.
Mariana tenía razón, tenía que demostrar que clase de persona era Sara, yo tenía muchas pruebas, pero no había hecho nada porque no sabía donde estaba Lucas, y con él oculto todo sería complicado, ya que si yo abría la boca y Sara iba a dar a la cárcel, Lucas se vengaría y sé cuál sería su venganza perfecta.
Con los nervios de punta empecé a caminar de un lado a otro por mi pequeña casa, todo estaba mal, y se estaba saliendo de control.
Un pequeño sonido, salió del bolso que estaba en el pequeño sillón, voltee los ojos, sabía que si ese cacharro sonaba era por me llamaban del trabajo, Stefan me lo había dado para comunicarse conmigo, me fui hasta el bolso y saqué el celular y le conteste a mi Jefe, lo odiaba.
—Diga— mi voz sonó más fuerte de lo que quería, ¡Mierda!
—Si vuelves hablarme en ese tono atente a las consecuencias.. ¿Entendido? — su voz era odio puro, sabía que no me soportaba, me humillaba día con día, y sabía que lo hacía por orden de Sara.
—Sí, señor.. — digo susurrando.
—Te quiero en 10 minutos aquí. —abrí los ojos como platos, la basura de trabajo que tenía estaba de 30 a 45 minutos ¿Cómo iba a llegar en 10?
—¡No puedo llegar en ese tiempo, lo sabes muy bien! — digo algo apresurada.
—No me importa, tienes que venir a trabajar, y desde ayer no has venido.
—Estoy enferma no puedo ir así, sabes que nunca faltó y cuando lo hago es porque en verdad es una emergencia. —su risa tan asquerosa y malvada se escucha al otro lado y me hace poner los pelos de punta.
—¿Crees que me importa? Maldita zorra, te quiero aquí y para que veas que soy bueno, te doy media hora ¿Entendiste?
Lágrimas salen de mis ojos, estoy harta de que la gente me humille y me trate mal, gente contratada por mi hermana.
—¿Entendiste?— su grito me hace pegar un brinco.
—Sí, entendí, enseguida voy. — No me llegó su respuesta, ya que cortó sin más.
Mis lágrimas salían más y más, no me sentía bien todavía y con las cosas que estaban pasando menos, pero tenía que ir sino quería enfadar a Stefan y si no quería recibir un castigo de parte de él.
Por dicha hacía un tiempo que había conseguido una buena niñera para Henry, por lo que la llamé y le dije que iría a dejarlo en unos 10 minutos. Aliste en un pequeño salveque unas dos mudadas para Henry, porque sabía que por entrar a ese hotel de mala muerte, no tendría hora de salir.
Cuando iba a dejar a Henry sentía que me seguían y eso me ponía nerviosa, no sabía si eran imaginaciones mías, ya que ya habían pasado 25 minutos de la llamada, y llegaría tarde, sabía que eso traía consecuencias, o si es que en verdad me estaban siguiendonos.
Con todo y mis nervios logré llegar dónde la señora Susy, luego de ahí fui casi corriendo a la porquería de trabajo que tenía, seguía sintiendo que me estaban siguiendo, cosa que hacía que cada vez tuviera más nervios, cuando llegué al hotel había pasado casi una hora sabía que estaría en problemas, pero me extrañé al no ver a Stefan en la recepción.
—Alaia, Stefan me dijo que fueras a limpiar la la bodega, y que luego te podías ir. — Fruncí el ceño, era muy raro que Stefan me mandara ahí, y más extraño que después me pudiera ir. De inmediato una alarma se activó en mí, algo no andaba bien.
Me fui directamente a la bodega, odiaba estar ahí, era algo alejado, y tenebroso, aparte ese lugar siempre estaba cerrado, la última vez que estuve ahí fue para sacar cajas y cosas que no servían, ya que metería cosas importantes para Stefan, suspire profundo, y entré, la luz era tenue, avance un poco y me di cuenta de lo que había en ese lugar, empecé a negar con la cabeza, y mis ojos se llenaron de lágrimas, cuando di media vuelta para salir de ahí, me quedé de piedra al ver a Stefan.
—Has llegado muy tarde Alaia, creo que mereces un castigo. — miles de lágrimas empiezan a salir por mis ojos, no, otra vez no, odio esto.
—Stefan, por favor no lo hagas, te repongo las horas que tú quieras, pero por favor no me golpees.. — trato de que mis súplicas le lleguen un poco a lo que tiene como corazón y me deje salir libre de esta.
—No, pequeña perra, hace mucho llevo deseándote y hoy no solo te azotare, sino que te haré mujer. —empiezo a negar con la cabeza, cuando entré y vi la cama, junto con el montón de fustas y objetos en la pared me di cuenta que había convertido la bodega en su nuevo picadero, pero tengo que salir de aquí, yo no quiero esto. Cuando trato de salir me detiene de un brazo y me golpea fuertemente por el rostro haciendo que caiga sentada.
—Entren muchachos, ya esta perra se puso difícil— aparecen dos hombres encapuchados, y mi miedo empieza hacerse más grande.
—No, aléjense de mí, ¿Que van hacerme?, ¡AYUDA! ¡AYUDA! — otro golpe llega a mi rostro.
—póngalan de pie, y quitanlen su blusa la quiero de espaldas y amarrada a la cama —oír su palabras hace que el pánico se funda en mi, porque pataleo y trato de huir, pero no puedo ellos son más fuerte que yo. En menos de lo que pienso, no tengo ni blusa ni brassier y estoy amarrada y boca abajo.
—No sabes como disfrutaré esto Alaia, a partir de ahora serás mi perrita. — Cuando pienso volver a rogarle, un golpe seco llega a mi espalda, grito, y trato de soltarme pero lo único que consigo es lastimarme las muñecas, sangre empiezan a salir de ellas.
—Para, para, por favor.
—No y cállate.
Sigue con sus azotes, uno tras de otro, mi espalda ya no la siento, por más que lloro y grito y pido ayuda, nada pasa.
—Me tienes muy excitado, me encanta ver tu espalda llena de sangre, llegó la hora de ser mujer, de ser nuestra perra.
¿Nuestra? ¿A dicho nuestra?, lloro amargamente, se que de esta no saldré viva, cierro mis ojos para pensar en Henry. Perdóname hermanito, no podré cuidarte más.