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Capitulo 2

La alarma y el bullicio en la prisión despertó a David. Muy cansado y con un sueño terrible, caminaba junto a sus compañeros para darse ese pequeño e incómodo baño, veía su cuerpo y extrañaba estar metido en sus máquinas de ejercicios, y ¡Cómo no!, dentro de una mujer, una lástima que para él, los gemidos de su novia que escuchó por mucho tiempo, para él en ese momento no eran real, ya no creía que fueran de placer y de amor.

Después de bañarse y tomar lo que se suponía era su desayuno, se puso a meditar, sopesaba las ventajas que tenía en casarse con esa bella mujer, no solo salir de ahí, también buscar a sus padres y anunciarles que renunciaría a ese apellido que lo llevaba al peligro siempre. En un momento confuso pensó que tal vez terminaba enamorado y con una familia feliz, y de manera repentina decidió por fin usar el teléfono.

De mala gana, el oficial lo llevó al lugar donde estaba el aparato, no podían negarse, ya que era la primera vez, en todo ese tiempo, que usaba ese beneficio.

Todos deseaban verlo ahí sin ver el sol.

No pasó mucho tiempo cuando Ester vio entrar la llamada, y muy segura de quién se trataba contesto:

—¿Aceptas el trato? —Tomó la llamada con una pregunta directa, sacándole una sonrisa a David.

sonrió apartando un poco el teléfono para tomar aire.

—¿¡Estoy bien, gracias señorita Gavidia, dormí como un bebé!? ¿y usted? —Le respondió sarcástico. Ester sonrió, cosa que no hacía muy a menudo, pero las bromas de David, lograban que lo hiciera. empezaba a molestarle que siempre decía algo que la sacaba de su objetivo.

—Me alegra saber que durmió bien, aunque no fue mi caso, ya que pasé la noche en vela, con usted en mi cabeza. —Le comentó en tono burlón y se podía decir que coqueto. aumentando el flujo de sangre en David—. Es difícil su caso, aún así, estoy segura de que saldrá de ahí. —Aseguró Ester.

David estaba nervioso, su corazón latía fuerte, alejó el teléfono un poco para respirar profundo y seguir hablando, ya que las palabras de Ester, lo hacían sentir extraño, no por sentir algo, sino porque sus palabras lo intimidaban.

—Está muy segura que aceptaré su trato. —Le habló sarcástico, obteniendo un silencio de parte de Ester. David sonrió y siguió hablando—. Acepto su trato. —Afirmó, sacando una sonrisa de triunfo en Ester.

—Lo sabía, tenemos audiencia la semana que viene, hablaremos en unos días para que sepa lo que tiene que decir. —Habló Ester con rapidez e hizo una breve pausa—. ¡Oh! casi lo olvido, saqué las ratas de nuestra empresa. —David no pudo decir nada, justo en ese instante el oficial le tranco la llamada, había pasado más de un minuto.

Caminó al patio, sin dejar de pensar en lo último que le dijo Ester y en lo fascinante que sería salir de ese lugar; no estaba seguro de que la abogada logrará sacarlo, pero no perdía las esperanzas, recordó sus palabras:

«¡Nuestra empresa!», estaba sorprendido de su confianza y seguridad.

Mientras tanto, en ese mismo momento Ester sonreía. Ya tenía la aprobación completa de David, ahora solo le quedaba dar todo de sí para obtener la libertad de ese hombre.

—David Caruso, eres un reto que cumpliré y pienso aprovechar. —Susurró Ester para ella misma.

—¿Hablando sola? —Interrumpió su colega.

—Pensando en como probar que mi cliente es inocente. —Declaró algo cansada.

—Ese caso es peligroso y muy difícil. —Afirmó su colega y asistente algo preocupado.

—Lo sé. —Confirmó ella, haciendo suspirar a su colega.

—Ya que no te haré cambiar de opinión. —El hombre se acercó para hablarle bajito.

—Escuché que el juez está involucrado en ese caso, no sé de qué manera, pero lo quieren ahí metido.

La mirada de Ester era de sorpresa y curiosidad, si eso era así, sería difícil sacarlo de ahí, aunque para ella, nada era imposible y eso algo muy bueno aprendió de su novio.

—Gracias Carlos, puedes irte, no hables de esto con nadie. —Le señaló ella, Carlos asintió y se marchó, dejando a la mujer sola.

Ester fue por un café antes de meterse a su computador y hackear información del juez Olivares, quien estaba a cargo de ese caso tan importante, nuevamente se veían las caras.

—Esto será muy entretenido. —se dijo Ester.

Se puso manos a la obra, con un recuerdo en su mente.

—Agradezco todo lo que me enseñaste, amor. —Susurró con mucho sentimiento.

Recuerdo.

—Cariño, ¿Por qué tengo que estar contigo aquí? —Se quejó Ester.

—Te puede servir de algo, aprender esto mi amor. —Junior la sentó en su regazo y le enseñó como hackear cualquier información que quisiera, de quién lo quisiera, explicándole que no era algo que se usará para dañar, si no, para usarlo a favor en una ocasión sumamente importante.

Fin del recuerdo.

Las horas pasaban, convirtiéndose en tres días, donde David perdía las esperanzas de salir, Ester Gavidia no aparecía por ningún lado y eso empezaba a preocuparme.

Mientras ella, solo buscaba con qué chantajear a Olivares, que la ayudaran a sacarlo de ahí, ordenando sus cuentas de redes sociales, encuentros con diferentes socios que indican ser un hombre de negocios legales; Satisfactoriamente, David Caruso, sin duda era un hombre muy trabajador e inocente para ella, no había prueba que lo incriminen y aun así, sus abogados no hicieron nada.

Después de tres días duros, Ester decidió descansar lo suficiente para enfrentarse en el juzgado, donde tendría que jugar sus cartas muy bien, si quería lograr sacar a su futuro socio y también esposo.

No solo se jugaba su reputación, también muchas cosas que le ayudarían a avanzar en la tan anhelada venganza.

En sus manos profundo sueño, llegaban recuerdos hermosos en la cual dio inicio su hermoso romance, uno que puso disfrutar y duro lo que tenía que durar. Aunque no fue lo suficiente para ella.

Sueño.

—Soy algo mayor para ti, tienes miles de oportunidades, solo debe ser un enamoramiento. —Afirmó el hombre mayor.

—No me importa, me gustas tú, todo de ti, incluyendo tu edad. —Declaró la chica sin titubear.

—¿No te has preguntado por qué, un hombre de mi edad aún no tiene familia? —La puso a dudar o eso buscaba él.

—A muchas mujeres no les gusta hombre aburrido, metidos en una oficina, en un computador, con barbas descuidadas. —Mencionó sin pensarlo.

—Pero, a mí sí, me gusta verte trabajar, me imagino hacerte travesuras para llamar tu atención, quitarte el estrés y dejarte trabajar luego. —Hablo de manera firme y coqueta a la vez, acercándose para besar sus labios.

—Ester...

—No quiero que me pidas matrimonio, solo no te niegues a algo que queremos los dos. —Otro beso hizo que ya la poca fuerza de voluntad de junior, se fuera al carajo, besándola para poseerla justo ahí, en su oficina, Ester había logrado lo que quería, entregarse a su jefe.

Imágenes de ellos presentándose frente a sus padres, riendo y hablando de un futuro, pasaban frente a Ester, era tan real.

Fin del sueño.

—¡Junior! —Susurró con un nudo en la garganta, dando paso a un llanto, su cuerpo sudaba y su corazón dolía, había perdido el amor de su vida, no le importaba si le llevaba 12 años, solo quería formar una familia con él, darle seguridad, amor, sabía lo difícil que era manejar un bufete y ella siempre estuvo ahí, como empleada, amiga y amante, pero de algo si estaba segura; Condenaría a quien asesinó a sus padres y su novio, no estaba segura de sanar ese dolor, tampoco si podía obtener su venganza, pero lo intentaría sin importar morir en el intento.

Su llanto seguía mientras abrazaba sus piernas, era ahí, donde se sentía vulnerable, un momento donde necesitaba el apoyo y consuelo de alguien.

Un momento muy difícil, un dolor muy fuerte y que únicamente alguien valiente como ella, lo sabia llevar.

Aún siendo tan difícil ver a quienes acabaron con todo en un segundo, sin sentimiento alguno o un motivo grande.

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