Capítulo 5. Bariloche
Charly estaba viendo dormir a Barbie, le parecía un ángel, no supo cuánto tiempo llevaba mirándola, cuando un carraspeo hizo que se volteara preocupado.
—Sos un idiota
—El que está idiotizado, sos vos.
No le contestó y se dirigió a su asiento, que era uno de los primeros.
Charly sabía que era más que una simple calentura, lo que sentía por ella.
También sabía que era su alumna y que por el momento, nada podía hacer.
No planeaba hacerla suya en Bariloche, solo estar cerca de ella…como profesor.
Tal vez si lo viera como un docente que se preocupaba por ella, podrían ser amigos y después…pensó Charly...
—Mierda.
Lo dijo en voz alta.
—¿Qué pasa profe?
—Nada…. Estaba pensando que...me olvidé algo, pero lo compro allá.
—¿Preservativos?
—Nooo
—Vamos profe, las chicas se mueren por vos y por tu primo, yo que ustedes, les daría duro y...
—¡Oscar! Eso es faltarle el respeto a tus compañeras y no venimos para eso.
—Profe, yo no les estoy faltando el respeto, son ellas las que se sacan la bombacha más rápido que yo los boxers.
Charly sabía que era así, con algunas de las chicas, pero se suponía que él es el adulto responsable y su intención no era estar de fiesta con sus alumnas…. bueno, tal vez solo con una.
El viaje se le hizo corto a pesar que Sebastián se quejó todo el tiempo, añorando ir en un avión.
Tanto Sebastián como Charly, al ser de una posición económica altísima, estaban acostumbrados a manejarse en avión, hasta tenían un jet privado, era de la compañía, pero la compañía era de ellos y de su familia.
Charly sabía que Sebastián seguía con la docencia para evitar ser tan ¨controlado¨ por su padre y su tía y poder seguir así, estirando sus desenfrenadas acciones, que eran jodas y sexo.
Los primos guardaban sus secretos, porque los dos evitaban prácticamente lo mismo y muchas veces eran compañeros de juergas.
Llegaron a Bariloche.
Charly quiso saber en qué habitaciones y con quien compartiría el cuarto cada uno de los alumnos.
Claro que solo le importaba Barbie y saber con quién iba a estar.
Las chicas, en general, compartían habitaciones de tres camas, pero en el caso de Barbie había cuatro camas, Barbie, Lia, Loana y Antonella.
No entendía porque Antonella también estaba en esa habitación,
Todos, descontrolados, dejaron sus valijas en sus cuartos y se dirigieron al comedor a desayunar, el servicio era ¨ old inclusive¨, es decir, tenían snacks las 24 horas, también bebidas no alcohólicas.
En el bar del hotel, las bebidas alcohólicas, había que pagarlas aparte y en parte, los profesores estaban estaban acompañando a sus alumnos, para evitar que los chicos se emborrachaban, o al menos que no lleguen a un coma alcohólico, evitar que dentro de una discoteca no se emborrachen, era una tarea imposible.
Los varones desayunaron como si no hubieran probado un bocado en días, a pesar que en el viaje comieron de todo.
Charly miraba lo poco que comían las chicas.
Barbie solo tomó una factura, que la dejó por la mitad y su café con leche, no lo terminó.
Charly se acercó a las chicas y les preguntó si les gustaba el desayuno.
—Si, está bien.
Respondieron.
—Barbie, no comiste casi nada ¿Te sentís bien?
—Sí, ella come eso, siempre parece un pajarito comiendo.
Contestó Lía.
Barbie sólo se ruborizó.
—¿Cómo la pasaron en el viaje?
Seguía haciendo preguntas estúpidas, para alargar el tiempo de estar cerca de su bella alumna.
Se quedó un rato hablando con ella.
Sebastián lo llamó y a Charly no le quedó otra que ir.
Lo hizo refunfuñando.
—Primo, te la comés con la mirada, a ésta altura, si no avanzás, sos un pelotudo.
—Es mi alumna.
—Y después va a ser tu empleada, tampoco vas a avanzar, mira el grupo que está allá, son de un colegio de Belgrano y ya hay algunas que nos marcaron.
—No perdés el tiempo.
—Vine a eso, a cogerme a cuanta pendeja pueda y a pasarla bien.
—Sos un cerdo, ni precisas venir hasta acá a buscar pendejas.
—Ya sé que me acuesto con quién quiero, pero ésta carne es fresca, aunque ya no son virgenes, son inexpertas y las hacés sentir tan especiales, que te dan todo en la cama, los mejores tríos los pasé en Bariloche.
—Es lo que siempre digo, sos un cerdo.
—Podemos armar alguna orgía y…
Sebastián se cayó la boca cuando se dió cuenta que Loana estaba esperando que terminen la conversación para hablarles.
Estaba colorada y a punto de irse, tenía los ojos ¿Llorosos?
Mierda, pensó Sebastián ¿Cuánto escuchó esta pendeja?
—Loana.
La llamó, pero la chica no se dió vuelta y se dirigió al baño.
No sabía por qué, pero se sintió un poco culpable, aunque unos minutos después se había olvidado del asunto.
Por la tarde no tenían ninguna actividad, por la noche, era la fiesta fluo, cada día tenían una fiesta en el hotel o en una disco y eran con distintas temáticas.
Esa noche tenían que vestirse con alguna prenda fluo.
Los profesores se vistieron con musculosas del mismo color que usaban los varones de las dos divisiones que fueron con ellos.
Y las chicas eligieron shores y corpiños color fuxia fluo.
Cuando los chicos, incluídos los profesores, las vieron, no podían creer que salieran en corpiños,
No eran tales, se defendían ellas cuando sus compañeros las enfrentaron.
—No las vamos a cuidar si algunos chicos de otros colegios les hacen algo.
—¿Por qué nos van a hacer algo? Son unos machistas.
—No es machismo, pero se están regalando.
—Eso pensás vos que sos un gorila machista y un hombre de las cavernas.
Durante el viaje en el micro, que duró 15 minutos, se la pasaron discutiendo.
Los profesores no abrieron la boca.
Parecía que no tenían opinión, por suerte no les preguntaron su opinión, porque se iba a ofender más de una chica, no pretendían parecer machistas.
—Bueno, gritó uno de los chicos, acuerdense de las apuestas y los desafíos.
Ya se habían callado y todos empezaron a murmurar.
El desafió de los chicos era llegar a besarse con cinco chicas por noche, pero otro, les tenía que tomar una foto para que sea comprobable.
Y el de algunas de las chicas era… acercarse a ellos.
Charly sabía que la primera que se le iba a acercar era Antonella y estaba preparado para rechazarla.
Entraron a la discoteca y los profesores, lo primero que vieron fue a las chicas del colegio de Belgrano.
Sebastián no perdió tiempo, se fue a uno de los reservados con dos chicas juntas.
Loana lo observaba desde lejos.
Las chicas se dedicaron a bailar.
Charly no dejaba de acariciar con los ojos a su pequeña preferida.
Estaba que volaba de deseo viéndola con sus diminutos shorts y ese…corpiño, que si bien no se transparentaba nada, dejaba ver sus atributos.
Una chica de otro colegió se le acercó, charlaron un poco, la chica le aseguró que tenía 19 años, terminó con ella en un reservado, quería sacarse las ganas que tenía de revolcarse con Barbie, sabiendo que eso no era posible, terminó teniendo sexo en una discoteca, su primo lo estaba contagiando.
Por su parte, Loana estaba cada vez más decepcionada de su profesor de matemáticas.
El desafío besar a Sebastián, lo habían hecho Loana, Carla y Maria.
Las tres estaban esperando tener su oportunidad,
Cerca de las 3 de la mañana aparecieron los profesores, Charly sentía que sus ganas de Barbie no se habían ido.
Sebastián ya estaba por irse de nuevo a otro reservado con una chica que no conocía.
Loana se acercó al bar y se tomó dos tequilas de golpe.
Las chicas la miraban sin poder creer lo que estaba haciendo su loca amiga.
Cuando se pidió el tercer tequila de la noche, decidieron buscar ayuda, para que no siga tomando, porque ellas no podían controlarla.
Barbie visualizó a Charly, quién estaba charlando con una chica que no era la del reservado, estaba molesta y no sabía porqué.
Se acercó tomando coraje, porque sabía que iba a interrumpir su conquista.
Le tiró de su remera musculosa.
Charly giró y la miró profundamente.
Se olvido de la chica con la cual estaba a punto de tener sexo en la disco, se olvido del mundo, cuando sintió el aliento de ella en su oído.
—Charly, perdón que te interrumpa...pero Loana está borracha, sigue tomando y no nos hace caso, no sabemos qué hacer.
Él ni se disculpó con su conquista, siguió a Barbie hasta la barra.
Eso de hacer de niñero no le iba demasiado, pero sabía que era su responsabilidad.
—Loana, no podés seguir tomando ¿Qué te pasó?
La chica lo miró, estaba borracha, pero sabía quién era él.
—No te metas, son todos unos cerdos, que se la dan de señores y...
Estaba llorando, pero se secó las lágrimas de un manotazo.
—No lo voy a esperar más y que se joda.
—Si estás así por algún chico, te digo que no vale la pena y tampoco podés irte con cualquiera porque el que te gusta está con otra.
Fué lo que le salió en ese momento, él no sabía consolar a una chica.
En ese grupo, estaban Charly, Elías, Barbie y Lía rodeando a Loana.
La chica no dijo quién era el chico que le gustaba, no lo pensaba decir.
Aunque sus amigas tenían serias sospechas, pero no lo iban a comentar.
Pudo convencerla de que vaya al baño a lavarse la cara, la acompañaron sus compañeras de cuarto, salvo Antonella, que aprovechó la oportunidad para acercarse a Charly.
Antonella lo sacó a bailar, pero él le dijo que estaba en medio de algo con una mujer y se alejó de allí, no tenía idea quién era la joven que estaba antes con él, pero en el camino hacia la barra del fondo, se encontró con otra desconocida, dispuesta a pasar una horas con él en un reservado, le parecía increíble comportarse así, cogerse a cuanta pendeja le diera bolilla.