PRÓLOGO
—¡Tú la tocas y te mato!, me conoces Lucca yo no amenazo en vano
—Pero que tiene ella que tanto la defiendes, es una zorra bailarina igual a las demás
Alexander lo observó iracundo y lo abofeteo fuerte que lo hizo caer para atrás y comentó furioso
—¡No sabes nada de ella!, lárgate o no respondo, ¡maldita sea!
Lucca al escucharlo tan decidido optó por mejor irse a pesar de que deseaba a Rubí con tanta desesperación, pero si el jefe era su escudo jamás podría siquiera acercársele y se fue rumiando su mala suerte
—Gracias, señor, si no fuera por usted ese hombre… ¡Me ultraja!, es un salvaje — dijo temblorosa Rubí
Alexander la abrazó y acotó —no te preocupes Rubí, que siempre te defenderé
Pero Lucca estaba tramando algo que ninguno de los dos siquiera imaginó