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CAPITULO 1

Lindsey Girt Rise es una joven de apenas 19 años de edad, mide 1,75 cm, cabello rubio como el sol, piel blanca como la nieve y unos llamativos ojos gises verdosos, una belleza envidiable que los oculta detrás de unos lentes negros gruesos y ropa holgados.

Desde hace 11 años su vida se convirtió en un calvario, a los pocos días de su madre haber fallecido su padre se volvió a casar, su madrastra siempre la ha tratado inferior a ellos, a los 8 años la obligaba a preparar su propia comida y hacer oficios en una casa amplia de 2 plantas, amenazaba a los empleados de ser despedirlos si la ayudaban. Por ser un año menor que su hermanastra, usaba la ropa desgastada y desechada de ella. Courney le hacía la vida imposible, se ponía a llorar delante de su padre diciendo: Lindsey me pegó, me jalo el pelo, me arruinó la tarea, solo le quedaba esperar gritos, castigos y encierros en su habitación sin derecho a nada. Esa habitación se volvió su refugio en aquella casa donde no tiene ni voz ni voto.

Su papá, si se le puede decir así, casi nunca le hablaba, el poco cariño que le tenía desapareció cuando su mamá murió, Lindsey al principio no entendía nada.

Un episodio que marcó su vida y le hizo ver el martirio que le tocara vivir, fue cuando siendo una niña, un día entró a la cocina, abrió la nevera y tomó la única rebanada de pastel que había, inocente, empezó a comerlo, su hermanastra la vio agarrar el pastel y fue corriendo acusarla con su papá, alegado que Lindsey le arrebató el pastel de las manos, haciéndole mala cara y diciendo que ella no tenía derecho a lo que había en su casa. John llegó y se posicionó frente a la niña sin decir una palabra, le quitó el pastel de la mano y sin previo aviso le metió el pedazo de pastel en la boca, haciendo que la pobre niña de un bocado se tragara y se ahogara, sus ojitos se agrandaron y brotaron unas lágrimas del desespero.

—Agua, por favor agua —salió de la garganta irritada de niña mientras recuperaba el aliento.

Lo que recibió fue un jalón de oreja y ser arrastrada a su habitación, la niña se quejaba del dolor, al llegar allí su padre la arrodillo y se coloca detrás de ella, se quitó el cinturón de cuero que sostenía su pantalón, le dio unos cuantos latigazos. El cuerpo de la niña sufrió y tembló, solo se escuchaba el sonido del cuero impactar en su espalda y los sollozos de Lindsey.

—Jamás vuelvas a humillar a Courney, ella tiene más derecho que tú en esta casa, si me entero de que agarras algo de la nevera sin el permiso de Kathen o mío, lo vas a lamentar —fueron las palabras de resentimiento que la niña escuchó de su padre antes de salir de la habitación.

Duró dos semanas que no podía moverse de la cama, una empleada a escondidas la curaba, el dolor poco a poco desapareció como las marcas de su espalda.

Desde ese suceso aprendió a obedecer y mantenerse callada por los acontecimientos que iban apareciendo.

—Lindsey no lo voy a volver a repetir, te espero en media hora en el salón —gritó su madrastra con amargura.

— ¿Por qué tengo que asistir? No me gustan esos eventos aburridos.

—¡Porque yo lo digo!, tu hermana va a representar a una de las marcas de uno de diseñadores más exclusivos del país y debe aparecer con su familia, te quiero ver arreglada con un vestido decente, no me hagas perder la paciencia— la regañó Kathen dándole la espalda y tirado la puerta al salir de la habitación.

Furiosa, Lindsey va a su closet, saca un vestido negro ancho con manga, sin ningún detalles, unas botas sin tacón negras, se amarró el cabello con una coleta y su infalible gafas negras que la hacen ver indiferente.

«Solo me toman en cuenta cuando necesitan de mí, como en estos momentos, donde la familia Girt tiene que posar ante la sociedad como la familia feliz que no existe» murmuró descontenta.

Lindsey baja las escaleras con toda paciencia del mundo, cuando escucha a Kathen decir:

—Tú en verdad eres la vergüenza de la familia, mira tú apariencia, pareces una mendiga en vez de una Girt— rodando los ojos y haciendo una mueca de disgusto continua—. Vamos, ya es tarde.

Su papá, como de costumbre tenía el semblante sombrío, ni se limitó a mirarla, siguió los pasos de su esposa.

Lindsey camina detrás de ellos con la cabeza agachada, se monta en la parte trasera del carro, mientras su padre conducía y su madrastra estaba de copiloto.

En hotel Lennox se celebraba un evento de moda donde asisten representantes de diferentes marcas y de la industria de la moda, también personas de alta sociedad, inversionistas y medios de comunicación.

Mientras el evento empieza, Lindsey observo el lugar, estaba lleno de lujo, mesas de comidas que pocos probaban, observa a personas que desprenden hipocresías entre ellos, hacen competencia para ver quién es el mejor vestido con trajes de diseñador.

Por estatus social es obligada a asistir a estos tipos eventos, de negarse es castigada a encierros en su habitación, en estos momentos no puede estar encerrada cuando existen personas que la necesitan.

— Aparte de fea qué patética te ves con ese vestido, como siempre queriendo avergonzar a la familia con tu aspecto —gruñó Courney.

Courney Girt, a sus 20 años, es modelo, alta de 1,73 cm, rubia de ojos color café como su madre, caprichosa y superficial. Desde que se enteró de que tenía una hermana la aborrece, por vivir como una princesa y ella con carencias, cuando su madre se casó con su padre y la reconoció como hija, le ha hecho la vida cuadritos a hermana.

—Sabes que no me gusta estar aquí, vengo obligada —Lindsey Rueda los ojos de fastidio, siempre es lo mismo.

—Mira muchachita maleducada, mejor mantén tu boca cerrada, este no es lugar para berrinche —soltó su madrastra.

Un mesero se les acercó y les ofreció vino.

—No gracias, no quiero, — recitó Lindsey.

—Vas a agarrar esa copa y poner tu mejor sonrisa, debemos brindar por el debut de hermana en la pasarela—vociferó su papá, quien se ha mantenido al margen.

Lindsey suspira varias veces, resignada, agarra la copa de vino que le ofreció el mesonero.

Kathen entusiasmada por su hija, levanta su copa de vino.

—Vamos a brindar por la excelente participación de nuestra Courney adorada.

Chocan las copas, Lindsey con hipocresía hace una mueca de sonrisa y se lleva la copa de vino a la boca, el sabor era amargo, pero no le presta atención. Segundos después se sintió mareada.

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