
Sinopsis
Hace seis años, Liliana Reyes perdió accidentalmente su virginidad, y Leonardo Santillán la acusó de infedelidad y pidió el divorcio. Seis años más tarde, Liliana regresó con niños, y al ver la versión en miniatura de él, ella supo que él era aquel hombre salvaje que le quitó la virgnidad. Era demasiado tarde para arrepentirse, pero aun así, Leonardo estaba sorprendido y feliz. A partir de entonces, el frío presidente se convitió en un hombre pegajoso que deseaba dormir con ella día y noche. Más tarde, cuando se enteró de que ella iba a casarse, él se precipitó en el hotel y destrozó el lugar de la boda. —¡Tu marido no está muerto! —gritó Leonardo. La multitud se quedó boquiabierta. —No conozco a este hombre —dijo el hijo mayor mientras sacudía la cabeza. —Qué vergüenza —dijo el segundo hijo mientras se tapaba los ojos con asco. —Se acabó, papá va a recibir una paliza esta noche —comentó el tercer hijo con preocupación. El cuarto hijo frunció el ceño y puso los ojos en blanco. Solo la hija menor corrió con su vestido de princesa y agarró la esquina del abrigo de Leonardo. —Papá, ¿mamá no puede ser dama de honor? —ella preguntó adorablemente mientras inclinaba su cabeza. Leonardo se congeló al escuchar eso. Él se convirtió en el hazmerreír de todo el lugar.
Capítulo 1: Los hombres son mentirosos
—¡Confía en mí! ¡Me haré responsable de ti y te convertiré en la mujer más feliz y respetada del mundo! —resonó en sus oídos la firme promesa del hombre.
Liliana Reyes sacudió frenéticamente la cabeza.
—No, no... ¡Ah!
El hombre aplicó fuerza de repente y Liliana soltó un grito de dolor antes de desmayarse.
Cuando volvió a despertar, ya no había nadie a su lado, pero el ambiente íntimo no se había disipado. Los pañuelos de papel esparcidos por el suelo y la ropa desordenada evidenciaban la locura que había ocurrido poco antes.
Liliana mordió su labio mientras apretaba las sábanas, y su visión se volvió borrosa poco a poco...
Era una mujer casada que fue al aeropuerto a recoger a su esposo, pero antes de encontrarlo, ¡había sido violada!
¿Qué significaba esto?
¿Era una infidelidad matrimonial?
¿Cómo podría seguir viviendo? ¿Cómo enfrentaría a su esposo?
Si le contaba que mientras venía a recibirlo al aeropuerto, se produjo un alboroto y en medio de la confusión, un hombre la arrastró a una sala de descanso oscura, donde ocurrió este suceso vergonzoso...
¿Le creería?
¿La aceptaría de nuevo?
¿Podría continuar su matrimonio?
Liliana no pudo contenerse y las lágrimas comenzaron a caer.
No sabía qué había hecho mal en su vida anterior para que el destino la tratara de esta manera.
Desde pequeña, nunca tuvo el amor de sus padres, y su vida era un completo desastre.
Intentó cambiar su destino a través del estudio, y después de tanto esfuerzo, logró entrar en la universidad de sus sueños, pero sus padres adoptivos la obligaron a casarse.
La que debía haberse casado era su hermana Carolina, pero como el prometido era discapacitado, ¡la cambiaron por ella!
Sus padres adoptivos no querían que su hija biológica sufriera, y no podían rechazar la generosa dote, así que usaron años de gratitud por haberla criado para obligarla a casarse.
En aquel entonces, desde que le tramitaron la baja de la universidad hasta el compromiso y la boda, nadie le pidió su opinión.
Nadie le preguntó si estaba dispuesta.
Tomaron decisiones por ella, arruinando directamente sus estudios y su futuro.
Ella lloró, se quejó, pero finalmente se rindió ante la realidad.
Dicen que cuando una mujer se casa, renace. Poder escapar de esa familia indiferente era algo bueno. Ya que se había casado, sería una buena esposa.
Durante estos dos años, Leonardo Santillán había estado en el extranjero para tratar su lesión en la pierna, y ella se había quedado sola en casa, pero nunca tuvo pensamientos impuros.
Este matrimonio lo había conseguido sacrificando sus estudios y su futuro, era su nueva vida, y lo valoraba inmensamente.
Pero ahora...
Justo el día que Leonardo regresaba, había ocurrido esto. ¿Qué debía hacer?
"Ring, ring, ring..."
De repente, sonó su teléfono. Era el sirviente de la casa.
—Señora, el señor le pide que regrese.
El corazón de Liliana dio un vuelco. Se sentía culpable y nerviosa.
—¿Ya ha vuelto a casa?
—Sí, el señor regresó, y al ver que usted no estaba en casa, se marchó inmediatamente. Antes de irse, dejó instrucciones para que firmara unos papeles. El señor... quiere divorciarse de usted.
La mente de Liliana explotó.
¡Leonardo quería divorciarse de ella!
Sabía que Leonardo no estaba satisfecho con este matrimonio. El día de la boda, él no asistió, y después nunca apareció.
Llevaban dos años casados y nunca se habían visto, ni siquiera sabían cómo era el aspecto del otro.
Pero durante estos dos años, él la había tratado bien.
Nunca le había faltado nada, y cuando enfermaba, él siempre le indicaba a los sirvientes que la cuidaran bien.
A pesar de la distancia entre ellos, ella podía sentir su preocupación.
Pensó que Leonardo solo no le gustaba el matrimonio arreglado por la familia, no que no le gustara ella. Siempre creyó que si era una buena esposa, podrían ser como otras parejas amorosas, cuidándose mutuamente y pasando el resto de sus vidas juntos.
Nunca imaginó esto...
—Señora, no esté triste. El señor le ha dejado esta mansión, dos coches de lujo y mucho dinero.
La sirvienta hablaba con entusiasmo, pero ¿cómo podía Liliana no estar triste?
Estaba devastada.
Su maldita vida no podía ser peor.
Pero ahora, ¿qué derecho tenía para negarse al divorcio?
Había sido violada, había perdido su virginidad, ya no era digna de él.
Liliana sorbió por la nariz y dijo con voz ronca:
—Entiendo, volveré inmediatamente para firmar.
Después de colgar, Liliana, soportando el malestar físico, se vistió y salió tambaleándose del aeropuerto.
Apenas se había marchado cuando decenas de lujosos coches negros aparecieron repentinamente afuera.
Un grupo de guardaespaldas vestidos de negro bajó de los vehículos simultáneamente, rodeando el aeropuerto.
El asistente abrió respetuosamente la puerta del coche y Leonardo bajó.
Zapatos de cuero hechos a mano, un traje de alta costura de valor incalculable, un reloj de edición limitada... Era el atuendo estándar de un hombre exitoso.
Era alto, con facciones duras, y un aura poderosa y fría emanaba de él, haciendo que la gente se estremeciera.
Todos lo miraban con curiosidad y respeto.
Leonardo, ignorando a todos, se dirigió a la sala VIP.
La noche anterior había sido drogado en una trampa y perseguido. En la desesperación, había tomado la virginidad de una chica.
Después, temiendo que sus enemigos lo persiguieran hasta allí y pusieran en peligro a la joven, se marchó primero, y solo regresó después de eliminar el peligro.
Era la primera vez de aquella chica.
La noche anterior le había prometido que se haría responsable, ¡que la convertiría en la mujer más feliz y respetada del mundo!
Él cumplía su palabra.
Antes de que Leonardo llegara a la sala de descanso, su asistente Mario corrió para alcanzarlo.
—Jefe, han llamado de casa. La señora ya ha regresado, pero... parece que anoche estuvo con otro hombre. Las marcas en su cuerpo son muy evidentes. Según el ama de llaves, la señora ha estado con muchos hombres estos dos años, y a menudo no regresa a casa por la noche... Además, cuando la señora está ebria, habla sin filtro. Una vez en un bar dijo públicamente que usted es un discapacitado que no está a su altura, que casarse con usted fue como...
—¿Fue como qué? —preguntó con frialdad.
—...como una fea rana queriendo casarse con una princesa.
—¡Ja!
Leonardo apretó los labios y su rostro se ensombreció.
Esa esposa le fue impuesta por la familia Santillán hace dos años para controlar su poder. Nunca la había visto, ni siquiera el día de la boda.
Ahora la situación se había estabilizado, él tenía el poder y ya no necesitaba estar atado, así que lo primero que hizo al regresar fue divorciarse.
No era por falta de sentimientos, ¡sino que entre ellos no había ningún sentimiento que valiera la pena!
El divorcio sería bueno para ella. Era una liberación.
Para compensar sus dos años de juventud, le había dado una generosa compensación: mansiones, coches de lujo y un cheque de mil millones.
No esperaba que fuera una mujer inmoral y cruel.
Si era así, no merecía su compensación.
—Anula el acuerdo de divorcio anterior, haz uno nuevo. Ella cometió adulterio durante el matrimonio, ¡que se largue sin nada!
—¡Sí!
Leonardo llegó a la puerta de la sala de descanso, calmó su ira, arregló su ropa y solo entonces abrió la puerta.
Usaría su lado más amable y educado para conocerla.
Una vida, un amor, una persona. Su cuerpo se había fusionado perfectamente con la de aquella joven. Entendía que era el destino, y en esta vida, solo la quería a ella.
Pero...
La habitación estaba vacía, no había nadie.
¿Se había ido?
Leonardo buscó por todo el aeropuerto, pero no la encontró. Frunciendo el ceño, ordenó:
—Notifica a todos que, sin importar cómo o a qué precio, ¡deben encontrarla!
La encontraría y cumpliría su promesa.
¡La convertiría en la mujer más feliz y respetada del mundo!