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Capítulo 5: Déjame probar

Comunidad de Hibisco.

Dentro de un pequeño apartamento individual. Paulina llevaba un delantal y estaba ocupada en la cocina, planeando preparar la cena.

A su lado, el niño pequeño llevaba un vaso de leche y se paseaba de un lado a otro. Observaba con curiosidad su entorno -¿Es éste el lugar donde sueles vivir?-

-Sí, la habitación es pequeña. Definitivamente no es tan lujosa como tu casa.-

Paulina respondió despreocupadamente. Puso las verduras picadas en un plato.

El niño ladeó la cabeza y le preguntó -¿Vives sola?-

-Sí.-

-¿No tienes ningún familiar?-

-Sí, pero no están aquí. Normalmente sólo estoy yo.-

El niño guardó silencio por un momento, como si le preocupara que ella pudiera estar molesta. Rápidamente y con seriedad le dio unas palmaditas y la consoló con suavidad -No tengas miedo. Tú y yo seremos dos.-

Paulina escuchó con diversión.

Qué niño ... imitando el tono de los adultos!

Cuanto más lo mira, más le gusta.

-Bueno, estoy lista para cocinar. Aquí habrá mucho humo. Sal y siéntate fuera un rato. Pronto estará listo.-

-De acuerdo.-

El niño asintió obedientemente y salió inmediatamente. Se sentó en el sofá y esperó.

Paulina comenzó a ocuparse.

Normalmente solía cocinar ella misma para ahorrar dinero. Era una cocinera experta.

Tres platos, una sopa. La cena estuvo lista en menos de una hora.

Habían marisco, costillas y verduras. La carne y las verduras estaban bien cocinadas y eran nutricionalmente sanas. Olía especialmente delicioso. Sólo mirarlas les daba hambre.

Sin embargo, Paulina seguía un poco preocupada.

Después de todo, como el niño favorecido de la familia Leoz. Estaba acostumbrado a comer comida cara. No sabía si podría comer estos platos caseros.

Paulina le pasó al pequeño un cuenco de arroz y le dijo -Pruébalo tú primero, si no te gusta dímelo. Te llevaré a comer.-

El niño asintió con la cabeza y cogió una cucharilla. Se metió una cucharada de arroz en la boca y masticó con fuerza. Las dos mejillas no dejaban de moverse. Se veía muy lindo.

Paulina sonrió. Estaba a punto de sentarse a comer cuando oyó que el timbre de la puerta sonaba con fuerza.

Normalmente no viene nadie a la casa, ¿quién podría ser?

Fue a abrir la puerta con dudas.

La recibió una figura alta y delgada en la puerta.

El apuesto rostro parecía el de un dios celestial, como si los dioses hubieran elaborado cuidadosamente la obra. Los hermosos labios estaban bien cerrados. Los rasgos faciales eran exquisitos, como si fueran figuras de una pintura al óleo. Su belleza y sus ojos eran como el mar profundo, brillantes y misteriosos.

Un traje bien ajustado y caro envolvía un cuerpo lleno de poder. Tenía un aspecto muy atrevido. Sus piernas eran largas y delgadas, con una sensación de desagrado para los extraños que se acercaban. Su temperamento y su cuerpo eran perfectos sin defectos.

Era la primera vez que Paulina veía a un hombre tan fino desde que creció.

Por un momento, se olvidó de reaccionar.

Se esforzó por recuperar su mente. Cuando estaba a punto de preguntar su identidad, escuchó un sonido “clang” detrás de ella.

Paulina se apresuró a mirar. Vio que el niño golpeaba la cuchara sobre la mesa y tarareaba con orgullo. Luego se apresuró a entrar en la habitación con sus cortas piernas.

¡E incluso cerró la puerta!

Marcos- ...-

Paulina- ...-

Ella no lo entiende. ¿Qué está pasando?

Todavía está confundida cuando escuchó al hombre frente a ella decir lentamente -Hola, soy Marcos. Soy el padre de Esteban.-

Paulina se congeló y se sintió un poco sorprendida.

Ella había pensado que familia Leoz vendría a ella tarde o temprano. Pero no esperaba que fuera el propio Marcos.

Por esta persona que estaba delante. Ella también había oído rumores.

Los rumores dicen que este hombre actúa con un perfil bajo. Es frío y despiadado. Es una leyenda en el mundo de los negocios. Tiene un poder infinito y un estatus honorable. Quienquiera que lo vea tendrá miedo.

Su hermano menor Álvaro es suave y elegante. También tiene una buena reputación en el mundo de los negocios.

En el pasado, una persona así no tendría nada que ver con ella.

Nunca pensó que hoy vendría personalmente a su destartalada casa.

Paulina consiguió recuperar su mente y respondió -Hola, ¿viene a recoger a Esteban?-

-Mm.- Marcos asintió con la cabeza. Echó un vistazo al interior y preguntó -¿Puedo entrar?-

-Por supuesto que puede.- Paulina se apresuró a girar hacia un lado.

Marcos dio un gran paso hacia dentro. Ciento ochenta centímetros de altura en la casa. Paulina sintió aún más que su casa era demasiada pequeña.

Marcos no dijo mucho. Sólo echó un vistazo inconscientemente.

Aunque la casa es pequeña, la disposición es muy cálida. La mesa también está puesta con comida caliente, con un aspecto inexplicable...cálido y acogedor.

Marcos no sabe por qué tiene ese pensamiento.

Antes de venir, había leído la información sobre Paulina.

A grandes rasgos, conocía los antecedentes de la mujer.

En ese momento sintió que Paulina se acercó a Esteban con un propósito.

Después de todo, se rumorea al público que él nunca se acerca a las mujeres. A Esteban tampoco le gusta que las mujeres extrañas se acerquen a él. Es tan raro que le guste esta mujer. Sin duda, ella complacería a Esteban para obtener beneficios de él.

Paulina se quedó atrás, sin saber lo que estaba pensando.

Sólo cuando vio a Marcos mirando la comida en la mesa, se sintió un poco avergonzada.

-No hay nada bueno para comer. Esteban podría sentirse incómodo.-

Marcos escuchó sus palabras y dijo con ligereza -No es tan delicado, puede comer cualquier cosa. Gracias por cuidar de él hoy, señora Paulina.-

Paulina se apresuró a agitar la mano y dijo -No, Esteban se comporta muy bien. Uh ... Es que no sé qué pasa de repente ...-

-No tiene nada que ver contigo. Probablemente esté enfadado conmigo. Lo llamaré.-

Diciendo eso, Marcos se dirigió a la puerta del dormitorio. Llamó a la puerta y dijo -Esteban, es hora de ir a casa. Sal.-

Esteban no dijo nada.

Marcos parecía esperarlo y dijo con paciencia -Llevas tres días enfadado y es hora de que te calmes. Ya no eres un niño de tres años.-

Cuando Paulina escuchó esto detrás de él, quiso reírse sin razón.

Esteban seguía sin reaccionar.

Marcos arrugó las cejas y su tono se volvió frío -Esteban Leoz, te doy un minuto. Sal ahora o entraré.-

Por fin se oye algo dentro de la habitación. Pero Esteban aún no tiene la intención de salir.

Paulina no podía esperar más.

Una amenaza tras otra. Será extraño que quiera salir.

Así que le propuso -Señor Leoz, ¿qué tal si ... me deja probar?-

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