Capítulo 16: El trato
La operación finalmente se terminó, tan pronto como salió el médico, Albina se le acercó rápidamente y preguntó ansiosamente:
—Doctor, ¿cómo está mi madre?
El médico se sorprendió por la aparición inesperada de una persona, después de ver sus ojos opacos se detuvo por un instante y dijo:
—La paciente recibió tratamiento a tiempo, ya está fuera de peligro, pero debido al daño cerebral, los nervios de movimiento están afectados y eso podría conducir la debilidad muscular, quiere decir que le va a afectar caminar o hacer otros movimientos diarios, es lo que llamamos hemiplejia.
Al oírlo, ella se mareaba hacia atrás involuntariamente.
Umberto rápidamente la sostuvo.
—¡No puede ser, no es justo! —ella no paraba de murmurar.
En los últimos tres años, perdió a su padre y se quedó ciega. Si ella realmente hizo algo malo, estos castigos ya eran suficientes, ¿por qué su madre tuvo que pasar algo tan terrible?
Desde cuando los otros de la familia Espina robaron la herencia dejada por su padre y ocuparon su casa ya pasaron tres años, ¿por qué todavía no las dejaran en paz a ella y a su madre?
—¡Son unos malvados! —los ojos de Albina estaban llenos de odio—, llamaré a la policía, son unos ladrones y asesinos.
—Debes cálmate primero. Los vecinos me contaron lo que pasó, es cierto que la familia Espina está detrás de todo esto, pero la hemorragia cerebral de tu madre fue provocado por la caída descuida cuando intentó pelear con ellos. Por tanto, incluso si llamas a la policía, ellos no serán sancionados o solo pagarían algunos costos para la atención médica.
Debido a las palabras de Umberto, Albina pudo tranquilizarse de poco a poco, apretaba los puños con fuerza sin saber cómo castigar a estas personas malvadas.
En ese momento, Rubén se acercó con la factura del hospital:
—Sr. Santángel, ya pagué los gastos de operación y otros gastos médicos, y también he depositado dinero en la cuenta de la señora para los futuros pagos.
Umberto asintió, sin más palabras.
Al escuchar esto, Albina quedó atónita y preguntó con cautela:
—¿Cuánto salió?, te lo devolveré.
Estas palabras desanimaron a Umberto, entonces arrebató la factura y dijo:
—La operación salió 2,000 euros más los de UCI, los de tratamientos de prevención posteriores y los reservados en la cuenta, creo que la suma de todos estos gastos no serán muchos para ti.
Después de que Umberto terminó de hablar, sus ojos profundos se fijaron en el rostro de Albina:
—Son solo 20,000 euros. Entonces señorita Albina, por favor, devuélvemelos lo antes posible.
Sus palabras llenaban sentidos irónicos.
Albina bajó la mirada durante mucho tiempo y dijo:
—Por favor, dame unos días, encontraré la manera...
—¡No me hagas reír! —Umberto la interrumpió sin piedad—, una ciega como tú, no puedes hacer nada, aunque puedes tocar piano, tus manos aún no se han recuperado, ¿de qué otra manera puedes juntar 20,000 euros en corto tiempo?
En un instante, los ojos de Albina se pusieron rojos, sus palabras fueron humillantes, pero tuvo que admitir que tenía razón, ¿cómo podría devolverle su dinero si no podía hacer nada?
Umberto resopló con frialdad:
—Conozco una forma de pagarme.
Antes de que él terminara de hablar, a Albina se le ocurrió algo:
—¡No seré tu amante, no me venderé mi cuerpo!
Umberto, al ver que ella le rechazó firmemente, se enfureció diciendo:
—¡Albina, quien te crees que eres, ya no tengo ni el mínimo interés en tu cuerpo!
—¿Entonces qué quieres?
Albina no podría creer que tenía otra cosa que valiera veinte mil euros.
Umberto dijo:
—He tenido muchos trabajos últimamente y no podía dormir bien durante varios días y nuevamente tengo dolor de cabeza. Iré a tu casa después de salir del trabajo y tú debes darme masajes a mi cabeza.
Albina se preocupó inconscientemente cuando escuchó que tenía dolor de cabeza.
Umberto sufría de insomnio, a menudo tenía problemas para dormir por la noche y tenía dolores de cabeza frecuentes. Albina fue a aprender la técnica y lo masajeaba todas las noches para aliviar su dolor. Incluso la noche antes de que los dos hablaran sobre el divorcio, ella le daba masaje igual, y luego él se acostó con ella abrazándola, pero al día siguiente todo cambió.
—¿Solo así? —preguntó Albina, frunciendo el ceño.
Umberto se rio al ver su cara sospechosa:
—¿O acaso crees que me puedes dar más? Te pago tu servicio de masaje durante un mes con tu deuda, si no estás de acuerdo, no lo acepte entonces.
Su tono indiferente hizo que Albina soltó un suspiro de alivio, parecía que realmente él no tenía otras intenciones.
—¡Ok, trato hecho!
En el momento en que Albina estuvo de acuerdo, apareció una lástima en los ojos de Umberto.
Rubén miró la apariencia inocente de Albina y se sintió avergonzado por su jefe.
En ese momento, la enfermera entró con una sonrisa en su rostro:
—¡La paciente está despierta!
Albina se dirigió apresuradamente unos pasos, pero luego se detuvo:
—¡No voy a verla!