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Cuando el Amor Permite Colarse

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Sinopsis

Valeria López siempre supo que Alejandro Reyes no la amaba tanto como ella a él. Ella lo necesitaba, mientras que él solo la deseaba por su juventud y atractivo. Cuando el amor verdadero de Alejandro regresó, él dejó gradualmente de volver a casa. Valeria pasaba innumerables noches sola hasta que finalmente recibió un cheque y una simple despedida. Cuando se reencuentran más tarde, ella ya estaba con otra persona. Alejandro, con los ojos enrojecidos, le reclamó: "Valeria, yo fui el primero en estar contigo." Valeria respondió con una sonrisa suave: "Sr. Reyes, también fue usted quien decidió terminar primero. Si quiere tener una cita conmigo, tendrá que hacer fila..." Al día siguiente, ella recibió un depósito de miles de millones junto con un anillo de diamantes. El Sr. Reyes se arrodilló ante ella: "Señorita López, quisiera saltarme la fila."

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Capítulo 1: Un encuentro con alguien importante

En la suite del hotel, bajo la tenue luz amarillenta, Valeria López se besaba apasionadamente con un atractivo desconocido.

Esa noche, su ex novio Gabriel Muñoz había anunciado su compromiso. Después de emborracharse en un bar, seducida por el alcohol y la belleza del hombre, Valeria lo había seguido hasta allí.

Si Gabriel podía ignorar cuatro años de relación y abandonarla por una heredera adinerada, ella también podía permitirse un momento de libertad.

Justo cuando las cosas se estaban intensificando... Valeria, apoyada en el hombro del hombre, olvidándose de todo a su alrededor, susurró como una gatita:

—Gabriel...

Toda intimidad cesó abruptamente.

Con un leve chasquido, las luces se encendieron...

La luz brillante le permitió ver con claridad el rostro del hombre. Era Alejandro Reyes, el abogado más destacado del país, conocido en el mundo legal como —La Muerte—. Además de poseer innumerables bienes, era la perfecta imagen del éxito. Y lo más importante: también era el cuñado de Gabriel, el bastardo infiel que la había traicionado.

Valeria se despejó de inmediato, luego cerró los ojos suavemente.

¡Vaya situación! ¡Casi se acostara con el hermano de su antigua rival en el amor!

Alejandro soltó a la mujer.

Se apoyó contra la pared, encendió un cigarrillo y la examinó detenidamente con expresión divertida.

—Qué interesante... Señorita López —Con un gesto distraído, dejó caer la ceniza y preguntó—. ¿Qué pasaba por tu mente mientras me besabas? ¿Querías acostarte conmigo para vengarte de Gabriel?

Evidentemente, Alejandro también la había reconocido.

Valeria no podía fingir más. Alejandro Reyes era demasiado famoso como para pretender no conocerlo, aunque ella realmente no lo hubiera reconocido antes debido al alcohol.

La mujer sabía que no debía ofender a alguien tan importante, así que solo pudo agachar la cabeza y disculparse:

—Lo siento, señor Reyes, bebí demasiado.

Alejandro no la presionó. Después de terminar su cigarrillo, se incorporó y le lanzó un abrigo:

—Póntelo, te llevaré a casa.

Valeria aceptó sin hacerse de rogar y le agradeció en voz baja.

Alejandro conducía un Bentley Continental. Durante el trayecto, ninguno de los dos habló.

Ocasionalmente, Valeria lo miraba. El perfil de Alejandro era perfecto, con facciones bien definidas. Su camisa, aunque no mostraba la marca, era claramente de lujo.

Valeria supuso que un hombre así no carecería de mujeres en su vida.

Al llegar el destino, Alejandro se giró hacia ella. Su mirada se detuvo brevemente en las largas y atractivas piernas de Valeria antes de sacar una tarjeta de la guantera y entregársela.

En asuntos entre hombres y mujeres, las intenciones suelen ser fáciles de adivinar.

Valeria no esperaba que, incluso después de conocer su identidad, él todavía quisiera tener una relación con ella.

Aunque Alejandro resultaba extremadamente atractivo y la experiencia de compartir una noche con él seguramente sería agradable, su identidad le provocaba dolor de cabeza. Tras dudar un momento, ella rechazó su oferta:

—Señor Reyes, será mejor que no volvamos a contactarnos.

Alejandro no pareció molesto al escuchar la respuesta.

Valeria era hermosa, evidentemente, pero él no forzaría a nadie.

Guardó la tarjeta e incluso asintió cortésmente:

—Alguien como tú, ciertamente es más adecuada como esposa respetable.

Valeria se sintió incómoda, pero Alejandro, con elegante caballerosidad, bajó del auto para abrirle la puerta, como si nada hubiera ocurrido esa noche.

El Bentley dorado se alejó lentamente.

Una ráfaga de viento nocturno la hizo sentir escalofríos. Solo entonces ella se dio cuenta de que había olvidado devolverle el abrigo.

Mientras dudaba si debía ir tras él, sonó su teléfono.

Era Rosa Delgado llamando desde casa, con voz angustiada y llorosa:

—¡Valeria, vuelve rápido, ha ocurrido algo terrible en casa!

Valeria preguntó alarmada, pero Rosa no podía explicarse claramente por teléfono, solo le pidió que regresara lo antes posible.