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5. Inicia la venganza

Presente.

El cuerpo de Aleksander impactó fuertemente contra la pared, Alfredo estaba molesto y sus ojos irradiaban una ira incontrolable que casi termina siendo mermada en el rostro del italiano. Pietro rápidamente intervino intentando apartar a Alfredo de su hijo.

—¡Tienes que calmarte! —Sus palabras fueron más una exigencia que una súplica y eso provocó que la ira del hombre cambiara de estar en su hijo, a estar en él.

—¡¿Cómo puedes pedirme que me calme?! ¿Cómo puedes pedirme eso, Pietro? Así que lo prensa dice es falso. Ellos alegan que es tu hijo menor, un hijo que mantuviste fuera del ojo público por sus propios deseos, sin embargo, no es así. ¡Casaste a mi hija con tu hijo bastardo!

La vergüenza se apoderó de Aleksander al mirar el rostro perplejo de Rebecca, quien le miraba atónita e intentaba pensar en la forma de controlar a su padre.

Su hermana mayor formulaba una risilla burlona que hizo a la italiana sentirse patética, pero no por ella, si no por la actitud de su hermana. ¿En serio eran familia? No podía creer que una persona que se comportaba de esa forma tan malvada fuera su hermana de sangre.

—No tiene nada de malo, es mi hijo y aunque tal vez no sea hijo sanguíneo de Alessia en los documentos aparece que lo es. Él tiene mi fortuna, no le envidia nada a la posición que Asher alguna vez tuvo. No pienses en esto como un insulto porque créeme que no lo es.

A pesar de los intentos de Pietro, Alfredo no parecía tener intenciones de calmarse.

—Mi hija es una hija legítima, sangre mía y de mi esposa, no producto de una aventura. ¿Piensas que un hijo bastardo es digno de mi hija? No, no lo es y créeme si ahora se pudiera hacer algo, cancelaria este compromiso, pero no se puede porque están casados y poner en evidencia el insulto que me has hecho solo podría hacerme ver como un estúpido—espetó Alfredo para luego mirar a Aleksander—. ¡Tú! Vas a divorciarte de mi hija en seis meses y durante el tiempo en que estés casado con ella no te quiero ver ni en pintura en mi casa, no eres bienvenido, nunca lo serás y que tu padre no espere nunca recibir un centavo o apoyo de mi para su empresa, infeliz.

Justo cuando estaba por responder a aquello, la voz de la chica los interrumpió.

—No.

—¿No qué, Rebecca? —preguntó su padre haciendo una seña para que su madre interviniera—. Cuando hablo tienes que guardar silencio, estoy cuidado tus intereses y los de nuestra familia de este vividor. Es claro que nunca ha tenido dinero y cuando tenga unos cuantos euros en sus manos enloquecerá y despilfarrara tu fortuna en bares y mujeres… ¿Sabes por qué? Porque dinero en manos de pobres, hace pobre el dinero.

Los ojos de la chica se conectaron con los de su ahora marido quien no parecía tener la cara para sostenerle la mirada sin sentirse avergonzado, estaba siendo humillado y eso le causaba un fuerte pesar, mucho más enfrente de ella.

—No voy a divorciarme, acabo de casarme.

—¿Qué no ves que es un donnadie?

Su hermana la miró divertida al notar como su rostro cambiaba de expresión ante el insulso comentario de su padre.

—Ese don nadie es mi marido ahora papá, así que te pido que le guardes respeto. Nos hemos casado por el rito del sagrado matrimonio, no entiendo tu malestar. Los Salvatore habrían cumplido con su parte del trato de no haber ocurrido la tragedia de Asher. Si Aleksander ha ocupado su lugar no veo motivos por el cual deba ser tratado de esta forma.

Ella mejor que nadie sabía lo que se sentía ser menospreciada, su familia lo hacía, su hermana Camille se burlaba de ella porque durante toda su vida siempre la habían escogido a ella. Cuando su padre llevó a Clement Donalli a casa, para pactar un matrimonio, le dejó escoger.

Al principio pensó que el político italiano estaba interesado en ella, era un hombre con el que se podría formular una conversación con facilidad e incluso podrían llamarse amigos, sin embargo, la noche que daría su respuesta y pediría la mano de una de ellas, terminó inclinándose por Camille y eso la decepcionó, aunque no le dolió.

—¡Rebecca, actúa con un poco de sensatez!

—Estoy actuando sensatamente —replicó alejándose de lado de su madre, Aurora, para encaminarse a lado de su marido. Pietro y Alessia miraron a la chica con su lindo traje de novia, sujetarse al brazo de Aleksander—. He tomado mi decisión, no puedes obligarme a divorciarme. No habrá divorcio.

Alfredo apretó la mandíbula y luego la señaló con su dedo índice de una forma irrespetuosa.

—¡Tú, muchachilla insolente! No puedo sacarte de mi familia, porque al final de cuentas eres mi hija, pero cuando te presentes en casa, hazlo sin él, porque nunca será bienvenido. Me quedaré a la recepción de esta infamia de boda, pero solo por compromiso y porque no quiero que hable la prensa. Cuando te des cuenta de que un pobre con dinero despilfarrara todo entenderás porque me he opuesto hoy a esto.

Y sin decir más salió hecho una furia de la habitación.

Sus ojos casi irradiaban fuego y Rebecca supo que sería casi imposible que su padre olvidara su desobediencia de hoy. Pietro intentó ir tras él, pero inmediatamente la chica le detuvo.

—No haga eso, mi padre no entenderá razones ahora. Debió haberle dicho lo que planeaba desde antes y no mentirle de esta forma.

—¿Habría aceptado la boda?

—Lo dudo —dijo ella con sinceridad—. Quisiera hablar con Aleksander a solas, por favor.

—Claro —respondió Alessia mirando al chico con una leve sonrisa burlona. Ella había causado su primera vergüenza pública y eso le dio a entender que con esa mujer tendría severos problemas.

Era un yerno con poco conocimiento en el campo de los negocios, pero no dudaba en que podría llegar a hacer cosas buenas con mucho esfuerzo. Al mirar a la chica se sintió apenado por ella.

—Lo lamento, no quería que quedaras mal parada de esta forma, nunca fue mi intención.

—No te lamentes, no ha sido tu culpa, supongo que esto es nuevo para ti.

—Demasiado —confesó entonces al mirar como la chica le sonreía levemente.

—No hay nadie que entienda el rechazo como yo, siempre he dado lo mejor de mi y nunca se me ha dado una oportunidad. Mi hermana Camille siempre se ha llevado el crédito por todo, los mejores chicos, los mejores viajes, todo lo ha tenido ella y luego de intentar ser mejor y darme cuenta que incluso rebasarla nunca será suficiente, he decidido dejar de intentar complacer a papá y comenzar a complacerme a mí misma.

—¿Y porqué habría de complacerte mantenerte casada conmigo?

—Tal vez porque eres como yo y porque de no ser tú, va a hacer algún empresario viudo de setenta años.

Aleksander no pudo evitar reír, la chica le correspondió en aquella sonrisa, pero entonces algo en sus ojos le indico que no era una broma.

—¿Bromeas?

—No, es la plena verdad. Tú me pareces agradable y a papá eso no le importa, lo único que desea de un yerno es que tenga poder y credibilidad, que su apellido sea de renombre y el tuyo lo es, sin embargo, parece que también es un obsesivo con el linaje.

—¿Y qué hay de ti? ¿Es importante mi linaje?

—Para nada, con que seas un buen esposo conmigo me basta. Eso es suficiente.

La mujer tenía una hermosa sonrisa, unos brillantes y bellos ojos acompañados de un aura cálida que le agradó de inmediato.

Su boda había sido un caos, o bueno, lo que pasó después de ella, pero con esa sonrisa él pareció olvidar por unos segundos que había sido humillado por su familia y que de alguna manera ella le había brindado su apoyo.

Media ahora más tarde, salieron de la estancia y se dirigieron a la recepción. Había muchos invitados, flashes y periodistas. Pietro Salvatore había lanzado una nota cargada de mentiras días antes, diciendo que su hijo menor había estado estudiando en un internado en el extranjero y que por ello la prensa no conocía de él, ni siquiera sus socios más cercanos.

Como había pagado una gran suma de dinero, esas mentiras fueron colocadas en cada plana de cada periódico y sorprendentemente todo el mundo en Italia se las creyó. Después de todo, la prensa nunca mentía.

—Felicitaciones mi querida Rebecca, permíteme decirte que te ves hermosa con tu lindo vestido blanco —Clement, su cuñado, no dudo en lanzar muchas alabanzas a su belleza y Aleksander observó en su mirada algo que no le agrado, mucho mas cuando sus ojos se dirigieron a él—. Es afortunado, Salvatore.

Rebecca se aclaró la garganta.

—Él es Clement, senador del parlamento italiano y marido de mi hermana.

—Olvidaste decir, próximo candidato a la presidencia de Italia, también.

—También eso —repuso la italiana—. Como debes de saber Clement, Aleksander aún conoce poco de Italia y su vida política.

Esas mentiras no durarían, su hermana le contaría todo para avergonzarla y hacer que su marido se compadeciera de ella. No quería eso, no necesitaba que Clement la compadeciera de nada, después de todo no la había escogido.

—Me dijeron que estuviste en Inglaterra, en un internado.

—Es cierto —mintió.

—¿What do you think about England? —Rebecca palideció al escuchar a Clement hablar en inglés, sin embargo, justo cuando su hermana estaba por explotar en una carcajada y ella iba a intervenir para salvarlo de aquello, Aleksander respondió.

—It 's a beautiful place with a lot of history —respondió el italiano con un acento casi perfecto que la hizo quedarse boquiabierta y borró la sonrisa burlona que su hermana tenía en la cara.

—¿Dónde aprendiste inglés?

—Digamos que mucho estudio —murmuró Aleksander a Camille—, y una larga travesía por el internado de Londres. Siempre que se estudia en el extranjero tiendes a aprender otro idioma.

Rebecca casi suelta una carcajada ante su sarcasmo y nada la complació más que mirar el rostro enardecido de su hermana. Sin duda, ese matrimonio se iba a convertir en lo mejor que le había pasado en la vida.

En ese instante se acercaba la otra hermana de Rebecca, no tenía ganas de otro enfrentamiento.

—Si nos disculpan, tenemos que atender a los demás invitados —se excusó Aleksander, tomando a su ahora esposa del brazo para llevarla a otro lado a paso rápido.

Cuando estuvieron a solas, ambos se rieron por lo sucedido.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó Rebecca, de pronto todo comenzaba a volverse real.

—Vamos a tener que quedarnos casados al menos seis meses más, eso ha dicho tu padre. Mientras tanto, debemos fingir frente a todos que somos el matrimonio perfecto.

Ella asintió en acuerdo.

—Pienso lo mismo. No tenemos más opciones. Pero te advierto, a mi han dado el mismo trato toda mi vida, así que prepárate para el camino de la humillación y el rechazo.

Alek sonrió sarcástico.

—Creéme, es la menor de mis preocupaciones.

...

Mientras tanto...

Un hombre de cabello castaño y ojos azules dormitaba sin percatarse que todo a su alrededor estaba cambiando. Jamás se imaginaria cuánto podía perder en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Crees que despierte algún día? —preguntó una mujer en la oscuridad, mirando el cuerpo del hombre tendido sobre la cama de hospital.

La anciana asintió con la cabeza.

—Tengo la esperanza de que así será, pero, ¿cuándo? No, eso sigue siendo una incógnita hasta para los mismos doctores. Solo espero que cuando lo haga no sea demasiado tarde, porque podría perderlo todo —comentó ella, sentándose en la silla al lado del joven.

La muchacha suspiró.

—Quisiera decirle a todos que...

—¡NO! —gritó—. Nadie puede enterarse de esto, o nos estaríamos arriesgando a que terminen lo que comenzaron. Primero debemos averiguar quién hizo esto, y luego, obtener venganza. Mi nieto no se quedará postrado en una cama para siempre.

Su nieta asintió.

—Me mantendré en silencio. Nadie nunca sabrá que está aquí, te lo prometo.

—Mientras tanto, tu trabajo será fingir. ¿Entiendes? Ante los demás, tú jamás estuviste aquí, tú no viste nada. Pero en las sombras, vamos a conseguir traerlo de regreso.

Sonó un teléfono sutilmente. La habitación del hospital era pequeña, porque en China el tratamiento era muy caro. El traslado en helicóptero fue una odisea, pero ahora no podrían saber nunca que estaban ahí.

—¿Diga? —respondió la anciana—. Perfecto, pongamos el plan en marcha. Esos malditos lamentarán el día en que se metieron con la familia equivocada.

El futuro era incierto a partir de ahora...

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