Librería
Español

(COMPLETO) ¿Enemigos o amantes?

53.0K · Completado
Elizabeth Carter
45
Capítulos
27.0K
Leídos
9.0
Calificaciones

Sinopsis

Andrew Price es un muchacho de 18 años con un apellido importante que lo obliga a tomar una postura correcta frente a la sociedad, por ende, despertar desnudo en la cama de su único enemigo lo obliga a tomar decisiones erróneas que lo ayudan a entender sus verdaderos sentimientos por aquel chico problemático. Mientras que Nathan Stewart es lo que muchos llamarían "chico malo" por romperle el corazón a muchas chicas que han estado enamoradas de él, pero aparentemente, su "odio" no es como Andrew cree. Justamente por esto se aprovecha de la situación de que Andrew no recuerda prácticamente nada de la fiesta en donde se drogaron, tuvieron sexo y para colmo se grabaron haciéndolo. ¿Cómo terminarán? ¿Qué dirán sus padres cuando se enteren? ¿Cómo Andrew puede evitar enamorarse?

RománticoMulti-MillonarioUna noche de pasiónSEXODramaChico MaloDominantePosesivoAmor-Odio

Capítulo 1: Un despertar inusual

¿Cómo sabemos si odiamos a una persona? ¿Cómo diferenciamos amor con odio? Muchos me dirán que son cosas totalmente diferentes, por mi parte yo no lo veo de esa forma, creo que se parecen aunque no seamos capaces de reconocer sus semejanzas, claro que el sentimiento es diferente y el odio suele ser mucho más sincero que el amor, el amor disfraza la verdad con flores y corazones, el odio, por otra parte, saca tu lado más real, es como si fueses una persona diferente cuando aquel ser aborrecible se te acerca con una sonrisa hipócrita a saludar a tu grupo de amigos.

Odiar es tan fácil y difícil al mismo tiempo, yo llevo dos años odiando a la misma persona que me ha hecho la vida imposible, pero en esta ocasión se ha excedido con sus juegos.

Mi nombre es Andrew, se pronuncia "Endru" en inglés, pero me gusta más la forma de "Andru" por ello todo el mundo pronuncia mi nombre de esa forma, tengo 18 años, provengo de la familia Price por ende debo cuidar mi imagen frente a la sociedad.

Mis padres siempre me exigen que sea un chico correcto para no tener problemas con la prensa, ya que, es bastante fastidioso organizar una entrevista para explicar mi forma de actuar, la verdad es que no me suele importar lo que diga la prensa, no obstante, mi familia me obliga a prestarle atención a todo lo que digo o subo a mis redes sociales.

Cuando salgo de fiesta debo cuidar mi imagen, no puedo beber hasta reventar porque puedo estar perjudicando a mi familia y las consecuencias son severas; Cuando la prensa se enteró de que yo era Gay hicieron un lío enorme, mis padres lo llevaban bien, conocían mi orientación sexual desde que nací por ello no tuve problemas más allá de ser conocido como el hijo gay de un empresario.

La prensa me nombraba como “un gay sin escrúpulos” incluso me editaban como un transexual que busca ser afeminado, sin embargo, yo no soy así, no fuerzo mi voz para hacerla sonar diferente, mi voz dentro de lo que cabe, es masculina, un poco más suave, pero eso no me convierte en un gay afeminado como la prensa me quería hacer ver, además yo no trato de cambiar mi cuerpo, me gusta ser hombre, no me maquillo ni me visto de chica, por ello cuando prepararon una conferencia para responder a todos los escándalos planteados, me vi en la obligación de callar la boca de muchos imbéciles que no sabían diferenciar el significado real de lo que significaba ser gay.

¿Por qué digo esto? No lo sé, quería describirme para darles a conocer mi apariencia física, pero me desvié del camino correcto. Tomen apuntes:

—Me distraigo fácilmente.

Esto ocurre cuando estoy hablando sobre un tema y mi cabeza cree necesario detallar más información, comenzando por un punto y acabando por otro, a veces comienzo hablando sobre pingüino (por poner un ejemplo) y termino hablando sobre bombas nucleares ¿En qué se parecen? No lo sé, mi cabeza se distrajo en un punto aparente.

—Mi cabello es rubio y mis ojos son celestes.

No tengo explicación para esto, nací así y no hay nada que pueda hacer para alterar el verdadero resultado de mi apariencia, claro, puedo teñirme el cabello o ponerme lentillas de colores en los ojos, pero ¿Cambio la realidad? No, no del todo.

—Me gusta el boxeo.

En realidad, no me gustaba, al principio comencé entrenando por obligación, ya que, así mi padre lo quería, sin embargo, poco a poco comencé a encontrarle el gusto al deporte en cuestión.

—Soy popular en mi instituto.

Al tener un apellido conocido dentro del país, me ha convertido en una persona conocida y, por lo tanto, he recibido el título de "popular" en mi instituto, es una putada porque nunca sabes exactamente como debes de actuar, sin embargo, es divertido cuando las chicas se te acercan con la intención de llevarte a sus camas y les destruyes su ilusión cuando le dices que eres gay. Esto me ha tocado decírselo a varias chicas que intentaban colarse de mi popularidad.

—Odio a sólo una persona hasta el momento.

Su nombre es Nathan Stewart, es básicamente un gilipollas que tiene una reputación de "Chico malo", ya que le ha roto el corazón a muchas y además, dicen que tiene un historial con la policía, por ello muchos le tienen miedo, yo no soy uno de ellos, a mí no me da miedo la idea de pelear con él, quizás se deba al hecho de que sé boxear bastante bien y recibir palizas no me asusta, mi entrenador era jodidamente severo conmigo, por ello varias veces terminaba con algo roto o con mi cuerpo lleno de moretones.

—Nunca bebo más de la cuenta.

Nunca lo había hecho, por ello me extraña la idea de aparecer en un lugar diferente al despertar, pero en el siguiente punto lo explicaré.

—Soy virgen.

O al menos lo era hasta verme en una situación inusual, mi cuerpo está un poco adolorido y un poco pegajoso, además puedo ver un condón tirado en el suelo, aunque no fue el único que vi, creo que me divertí mucho a noche, pero no soy capaz de recordar absolutamente nada.

Nunca suelo beber más de la cuenta, por lo menos no bebo hasta llegar al punto de no saber quién soy o donde estoy, mi mente ahora mismo está en blanco, claro que recordé mi nombre cuando me senté en la cama de sábanas blancas en la que me encontraba, tengo un par de recuerdos de lo ocurrido en la noche anterior, sin embargo, no recuerdo haber entrado a un estado de aparente calentura en donde me lie con alguien a quien odio.

¿Recuerdan ese punto? ¿A cuántas personas odio? Exacto, a sólo una y justamente estoy con él metido en la cama ¿¡Cómo llegué a esta situación?! Ni puta idea, pero en cuanto lo vi corrí lejos.

Obviamente tomé mis cosas, mi cuerpo pedía un baño a gritos, más no era el momento como para disfrutar de un baño de agua tibia.

Buscar mi celular y mis llaves, lograba causar punzadas en mi cadera, puesto a que varias veces tuve que agacharme para buscarlo entre todo aquel desorden que habíamos causado en la habitación.

No sabía si había llegado aquí en mi auto, el hecho de no encontrar mis llaves me mantenía nervioso y hasta asustado, sin embargo, por suerte las encontré bajo la cama.

Una vez las tuve en mi poder, miré en dirección a la cama queriendo repasar si no se me quedaba nada, sin embargo, logré ver como Nathan se encontraba completamente desnudos por encima de las sábanas.

Mis labios en ese momento, se entreabrieron por la sorpresa de ver su...

¡Andrew! -me regañé internamente- no es momento de pensar en su polla, aunque claro, no pensé que la tendría tan grande, ahora entiendo por qué me duele tanto el trasero.

Cuando abrí la puerta vi muchas puertas más, caminé por un pasillo un poco largo encontrando las infernales escaleras que me hacían sentir una fuerte punzada con cada escalón que bajaba.

Llegar al primer piso fue un desafío, pero al atravesar otro pasillo que me dejaba ver la puerta de entrada, pude ver varias fotografías de Nathan por lo que supuse que esta sería su casa, escuché unas risas en la cocina, había una chica que se reía con su aparente madre sobre un vestido de moda.

Nunca había rezado tanto en mi vida, tenía que pedirle a cualquier ser divino que me volviera invisible para que ellas no me vieran, gracias a esto reuní las fuerzas suficientes como para atravesar el pasillo, abrir la puerta y cerrarla de manera suave para no llamar la atención de nadie.

Lo siguiente que vi fue mi auto mal estacionado, le quité la alarma y lo encendí con el botón del llavero que tenía, así cuando me subí lo único que hice fue acelerar para llegar a mi casa.

Quería tranquilizarme, mi corazón latía con tanta fuerza y mi cabeza no dejaba de repetirme lo estúpido que había sido, no quería perder mi virginidad de esa manera, no con Nathan, se suponía que sería con la persona que amo.

–¡Mierda! –golpeé el manubrio con rabia, aunque claro, no recuperaría mi virginidad haciendo esto, por ello abrí un poco la ventana y tomé aire, traté de tranquilizarme con pensamientos lindos, como, por ejemplo, el hecho de no ser verdad o directamente que Nathan no lo recordara.

Yo no lo habría sabido de no ser por el hecho de que desperté en otro sitio, mientras que él, al ser su casa, debería tomarlo como un mal sueño y evitar hablar sobre esto. Creo que así seríamos todos muy felices, ya que si no lo recuerda mi imagen no puede ser destruida.

Eso me ayudó a sonreír, por lo menos lo hice hasta ver por el espejo retrovisor de mi auto notando como en el asiento de atrás había otro condón.

–Mierda...– lloriqueé sintiendo un hormigueo recorrer todo mi cuerpo.

Mi cuerpo se estremecía cada vez que veía el jodido condón, por ello lo tomé cuando entré a un parque y con papel higiénico lo lancé a un basurero, tendré que lavar mi auto por dentro y por fuera, quizás con esto pueda borrar el perfume de Nathan que impregnaba mi auto.