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5

Me apoyo contra la pared oscura. Silvia sale con su tatuaje, esto entre los dos parece algo antiguo.

Estoy solo y no se que hacer. Creo que voy a bailar, disfrutarlo y deslizarme entre la multitud.

Estoy dando vueltas y un hombre se acerca, se para detrás de mí y dejo que me guíe, tomándome de la cintura. Como dijo Tina. Solo una sardina.

Al rato el chico se va, me doy la vuelta para ver que pasó, me sorprende con el Sheikh a mi lado. - Vamos, vamos arriba. - No preguntó, ordenó.

- Oye, no hace falta, me voy. Tu amigo está ahí esperando. - Sonríe de lado, e ignora por completo mi negativa a subir, toma mi mano y me saca de la multitud, prácticamente me empuja escaleras arriba.

- Es hija de un socio comercial. Ya encontré compañía. Está sentada en el regazo del chico del día anterior. Creo que su nombre es Gordo.

Se sienta y tira de mi cintura, a horcajadas sobre su pierna. -Oh, mejor no. - Me deslizo hacia un lado. Qué hombre más rápido.

- Te estás divirtiendo, ¿te gustó? Se veía animado allí abajo. - Dice mirando directamente a mi boca.

- Es diferente a todo lo que estoy acostumbrado. Estamos un rato y pide un trago, yo tengo sed y bebo rápido.

Quiero bailar y me levanto, acercándome a la baranda, entonces lo siento venir detrás de mí.

Sosteniendo ambas manos en mi cintura, me gira para un beso, no es solo un beso, es el beso, y quien mire desde abajo definitivamente lo verá. Prácticamente me come la boca.

Aparto la cara para respirar y lo beso de nuevo. Es muy bueno besando. Credo.

Me limpio los labios y cuando me giro hay varias chicas mirando, entre ellas mi prima Taina y la loca de las escaleras.

Me abraza por detrás y parecemos una pareja. Pero el centavo cae, es un matón, sexy, pero un matón, que se besa con todos.

Necesito un trago para darme coraje. - Tengo sed. - Hablo y él mira a un bar y alguien viene a contestar.

- ¿Qué es lo qué quieres? - pregunta sin alejarse de mí.

- Alcohol. - Solo respondo eso y lo siento sonriendo en mi cuello.

- Un trago para ella y una cerveza para mí. Después del tercer trago ya me siento mucho más suelta y empiezo a dar vueltas, frotándome contra él. Que mi madre nunca me vea así.

El mesero regresa con un trago, lo tomo y él me lo quita de la mano y me pide un agua. - Toma el agua y luego ve despacio. Te ves débil para beber eso. Tenga cuidado de no perder la línea.

- ¿Me estás controlando? - Hablo y trato de conseguir la bebida.

- Tú en coma alcohólico no me sirves. - Joder, qué recto.

En serio, no estoy borracho, sí, un poco borracho, pero ¿dijo lo que pensé que dijo?

Las chicas regresan. Y sale a hablar con los gringos. Silvinha parece más tranquila.

-Elizabet, te besó en la baranda, frente a todos en el baile. Ella dice y yo me encojo de hombros. - Y ya puedes dejar de beber, ¿verdad? - Solo asentí con la cabeza.

- Hermana, te mostró a todos, ningún hombre en Maré se te acerca ahora. Tainá sonríe - ¿Le vas a perder el himen al dueño del cerro, eres una piraña?

¿Me llamó perra y habló de mi himen? Debo estar siendo realmente una perra. Desde que me estoy frotando con un hombre la primera vez que lo beso.

- Voy a dormir con Bodão. Quiero pedirle ayuda. - Mi prima advierte y Tainá se burla de ella. Haciendo el signo de la mamada con la mano delante de la boca.

- ¿Cómo voy a volver? ¿Puedo enseñarle al chico de la motocicleta? - Me miran y sonríen.

-El Jeque te llevará a casa o enviará a alguien para que te lleve. Voy a hablar con la cabra, a ver si te deja ir. Permítanme confirmar una cosa. - Silvia se acerca a ellos, que están en un círculo con los gringos.

Pronto se despide de las rubias y los hombres. Quienes salen escoltados por un grupo de personas altamente armadas.

-¿Vamos? Dice y me jala hacia él, acariciando mi abdomen debajo de mi camisa, se me pone la piel de gallina.

-¿A dónde vamos? Estoy un poco drogado, mi pensamiento es lento. - Hablo y bebo el resto del agua.

- Para mi casa. ¿Todo bien? -Habla alto y claro. Miro a mi prima que solo se encoge de hombros.

- Le diré a la madre que nos vamos a Taina, ella lo puede dejar. Ahora ve, relájate y disfruta. - Ella habla en mi oído.

-No voy a tener sexo con él- hablo más alto de lo necesario. Todos se echan a reír, incluido él, y me siento avergonzado.

Miro al que me toma de la mano, y con un movimiento de cabeza me derriba, con unos hombres frente a él.

- ¿Jeque? ¿Adónde vas con ella? - Otra mujer nos detiene y parece impaciente.

- Entonces Claudia. No mostrar ahora. - Ignora a la mujer, que es muy hermosa, pero tiene cara de desesperación.

- ¿Ella es su novia? - pregunto y trato de soltar a mi madre, pero él la agarra con más fuerza.

- No tengo novia. Soy libre, Goiana. - A ella solo le preocupa mi seguridad, no Claudia. -Echa de menos volar sobre mi cuello. Pero espera. - Ahora vamos. Él la ignora y salimos del cobertizo.

Caminamos por el costado y hay una moto muy bonita, y otras tres que son más sencillas. Él monta y yo subo, pero mi falda se sube, mostrando mis bragas de nuevo.

- semen - Habla y me ayuda a levantarme, me arreglo, acomodando mi trasero en el asiento de la moto.

- Tengo frío. - Hablo en voz baja. Es tarde y hace viento. Se quita la chaqueta y me la da. Tan pronto como me lo pongo, se quita rápidamente. Con las tres motos seguidas.

Mientras subimos, me sigo preguntando: ¿esos hombres en la bicicleta también van a su casa? Parece que solo existo yo como mujer.

Varias cosas pasan por mi cabeza. Estoy solo con un hombre que conocí hace apenas tres horas, en la parte trasera de su motocicleta.

Sin mencionar que es un ladrón. En el baile sentí algo en la cinturilla de sus pantalones y ahora sin la chaqueta me doy cuenta de que es un arma.

Estoy en la motocicleta de un criminal armado, subiendo la colina de una de las favelas más grandes de Brasil. Sin sensación de peligro. Y si digo que no, ¿me obligará?

Creo que diré que estoy menstruando. Ya está, me deja en casa de mi tía y todo bien. ¿Pero es violento? Y sí...

- Estamos aquí, nena. Todo está bien contigo, te llamé varias veces y no contestaste.

Yo sigo encima de la moto y él no oculta su mirada, que está directamente sobre mis piernas y parte de mis bragas colgando. - Puede ir. - Habla sin mirar a los hombres.

Vuelven a poner en marcha las motos y bajan a una especie de contención, hay unos tambores que les impiden subir, una especie de barrera.

¿Es ahora que te digo que soy prácticamente virgen y digo - travesura de pillo, no te la doy -?

Me toma de la mano y atraviesa un portón, la casa por la que entramos es muy hermosa. Ni siquiera parece una casa de favela, está justo en la cima y la vista es increíble.

Es grande, enorme, de hecho. Un frente completamente cerrado. Sería hermoso si fuera de vidrio. Sigo buscando. - La pared sujeta chupitos, no vasos. Vamos, la entrada es por un lado. Habla como si escuchara mis pensamientos.

-Wow, tu casa es realmente hermosa. - Entro mirando todo el lujo, el lugar es enorme y está dividido por varios muebles y sofás.

Me pide que me ponga cómodo y enciende las luces, abre una puerta de vidrio en el otro lado, mostrando la ciudad de abajo.

Estoy tensa y estoy paseando de un lado a otro, pronto él tira de mí para besarme y toma mi cintura, levantando sus manos.

Me tenso y él se detiene y me mira. ¿- Coe nena? ¿Está todo bien? Es solo sexo. Me vuelve a acariciar.

- Estoy bien, sí. - Yo miento. Estoy aterrorizado, pero pretendo no estarlo.

Envuelvo mis manos alrededor de su cintura y busco el arma. Toma mi mano y luego la retira, colocándola sobre un mostrador, besándome de nuevo.

La casa es una casa de dos pisos y me toma de la mano, llevándome al segundo piso.

El lugar tiene varias puertas y él entra conmigo por la última, al final de un pasillo. Es una habitación muy bonita. Cama enorme, sillones, una mesita y dos sillas. Estoy sorprendido.

Nos besamos de nuevo. Ahora está mucho más emocionado. Tira de la corbata de mi camisa, que se junta por todo el frente, dejando al descubierto mis pechos.

- Estás muy caliente, Goiana. - Frota ambas manos en mis senos y mi vagina se contrae. Tengo grandes pechos y parece que le gusta mucho.

Me está empujando hacia la cama. Estoy en duda. Freno tus avances, ¿o no? ¿Qué hago? Tengo una idea. - ¿Puedo ir al baño, un momento?

- Solo un minuto. - Me besa y señala la puerta.

Como el resto de la casa, el baño tiene incluso bañera. Me miro en el espejo y hablo conmigo mismo.

- ¿Es un ladrón? Y. ¿Él está bueno? Muy. ¿Quiero dárselo? Por supuesto. Yo sonrío. Entonces es eso.

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