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2

—Si continúas moviéndote, ésta bruja te va a lanzar un hechizo para que nunca vuelvas a hablar.

"Solo da un paso adelante y ese demonio te azotará para que no puedas hablar".

Zoe también hace maDaisy. La madre de Victoria era una bruja y siempre la temió cuando tenía 10 años después de mudarse de Ohio a Los Ángeles.

Recuerda haber predicho la muerte de su padre, quien tanto confiaba en ella. Sin embargo, el loco estilista, que parece hipnotizarla frente al espejo, ha sido su mejor amigo desde la infancia.

Crecer en una comunidad latina no fue fácil. Un amigo que fue intimidado más de una vez por su personalidad latina blanca trató de hacerlo sentir diferente. Vengo de la comunidad latina. Amish. ¿Cuál es el problema? Siempre fue curioso.

Aunque Zoe no crece en un ambiente, su madre le cuenta cómo es la vida en un lugar tranquilo, religioso y cultural. La culpa de su madre Paola enamoró al periodista David Lorente, quien llegó a escribir el reportaje para la comunidad.

—Lo siento —se disculpó siendo consciente apenas del cansancio físico que sentía. se disculpó, apenas consciente del agotamiento físico que escuchó. Sabía que la madre de Ester, Zara, no le haría daño. Esta habitación es un sueño. Es grande ,es hermoso y ...¡es increíble que le halla hecho caso a Joshuah!

—Olvídalo! Mira Zoe, Joshua te llamó hace nueve minutos y todavía tienes que ponerte los zapatos y vestirte; y por cierto, la cámara de tu teléfono no sirve y la de tu papá es un vejestorio.

—¡Oye! ¡El Respeto! ¡Por favor! Estás hablando de una joya.

Ester se detuvo y dio unos pasos desde el tocador y se sentó en el borde de la cama de Zoe. Zoe sigue sentada en el espejo.

—¿Dices que no conoces al nuevo jefe de Joshuah?

—No, pero Sesly dice que es lindo pero piensa limpio. No puede hacer que nadie mire rápidamente, así que yo.

—¿No te dijo que era joven, viejo, guapo o... soltero?

Zoe se levantó y se quitó la camisa de algodón y los pantalones cortos. Era natural que ella y Ester se miraran en ropa interior.

—No, ni siquiera quería preguntar.

Se acercó a la camisa blanca junto a su amigo y se la probó.

—Es mejor quitarte el sostén, se nota —se levantó y señaló. La veía tan ansiosa que no dudaba que se lo dejara.

—Ayúdame, estoy nerviosa.

—Seguramente es guapo...si es primo de David—dijo la castaña desabrochando el sostén de encaje y media copa.

—Bueno, puede ser —contestó Zoe —, pero en mis ojos solo tengo David —suspiró sacando el sostén que su amiga recibió, luego se subió el vestido—. ¡Oh Dios mío! ¡Que lindo!

—Si, tan lindo como un oso de peluche o una blusa. Además, es muy viejo para ti.

Zoe la miró con reproche, para reclamarle. Unos fuertes golpes en su puerta la detuvieron.

—Zoe, tienes un minuto para salir —gritó su hermano.

—¡Ya voy! —replicó metiendo los pies en unas sandalias de tacón mediano.

Ester sonrió mirando a Zoe. Esa niña necesitaba salir más. Ese David que está en tus ojos era muy atractivo, pero un desgraciado de hielo.

Salió cuando su amiga hizo gala de sus habilidades como estilista.

Encontró al nervioso Joshuah junto a su madre. Conversaban en la cocina.

—Se supone que debo estar antes de que Downey llegue, no después —decía su hermano cuando Paola notó la presencia de su hija.

—¡Por Dios! Zoe, qué lindo vestido —se le acercó para admirarla de cerca—. Te ves hermosa —

—¿En serio?—La joven, dándose una vuelta dentro del vestido de escote en V, de cuello halter y falda larga hasta la rodilla.

—El diseño es maravilloso —esclamó Paola.

Ester se acercó a Joshuah y le advirtió en voz baja al rubio.

—Ni digas nada del vestido, yo lo escogí y le queda divino.

—Pero, se le ve...todo enfrente.

—Ya es una odolecente. Y ni siquiera tiene pechos tan grandes —susurró pegados el uno del otro.

—Yo no iba a decir ninguna de las dos cosas. Sino todo lo contrario —declaró acercándose a la joven de cabello suelto alisado —le ofreció su brazo —. Zoe, te ves muy bonita —dijo acariciando su cabello peinado de raya en medio.

—¡Gracias, hermano! — dando un fuerte abrazo a Joshuah.

—Me gusta mucho lo que te hizo Ester —agregó el muy alto Joshuah—Te quitó esa melena de gata salvaje.

—¡Jos! —exclamaron Zoe y su madre al unísono.

—Solo falta un pequeño detalle en ese cuerpo, Zoe —señaló Ester para disgusto de Joshuah.

Una media hora después, en el departamento de Chris Downey, Zoe comenzaba a sentirse incómoda por el roce de la tela interior del maravilloso vestido.

Sentía picazón en todo el cuerpo y trataba de rascarse sin que alguien la viera. Frotaba sus piernas con discreción, al menos éso creía. Incluso su pecho que estaba libre de tela la picazón empezaba a sentirse cada vez más desesperante.

Llegó el momento en que fingió que le caía algo de la bebida que traía en las manos y se rascó con la servilleta, sintiendo un enorme placer.

Se frotó entre los senos, más de lo necesario, logrando con ello la atención total de Ryan Dom, un empleado más de la compañía que nunca le había caído bien.

—¿Quieres bailar ? —dijo con una mirada llena de pensamientos negativos. Se la comía con los ojos.

—No, no...gracias —consiguió evadir al joven de veintiseis años y castaña cabellera lisa—. Debo estar al pendiente de la llegada del señor Downey.

—Pero , ése no va a venir —dijo Ryan en un tono despectivo —. Todos sabemos que éstos eventos sorpresa no le gustan, que si su primo le hizo la fiesta fué para molestarlo. ¿Acaso ves a David aquí?

—¿Por qué lo dices? —inquirió dándose cuenta de que ningún miembro del clan estaba.

—Cariño, los jefes no se tragan.

—Pero, si son familia.

—Tal vez trabajan en lo mismo, pero en lo personal sé que se odian.

—¿Entonces...que ...? —miró alrededor.

—No te preocupes si llega o no —se le acercó en un asqueroso plan de conquista —. Cariño ,tú disfruta la fiesta. Te ves gAnyosa con ese vestido, y el escote es...

Zoe miró con desagrado la manera en que se mordió los labios.

—¡Descarado! —replicó y le dió la espalda, sintiendo su cabello rozándole la piel desnuda.

Seguramente estaba mintiendo. Si Chris Downey no aparece en 15 minutos, está de camino a casa. La picazón no pudo soportar la fiesta, pero la intimidación de Ryan lo hizo más resistente.

Recordó una amplia terraza en la que podría escapar un rato, si es que alguna parejita no la había acaparado como el baño.

Ahí estaré sin ser molestada para rascarme a mi antojo.

Subió algunos peldaños y llegó. Cerró las puertas corredizas detrás de si y miró las luces de la ciudad. Era un espectáculo maravilloso, desde esa altura en el décimo piso.

La vista era magnífica y para suerte suya, soplaba una brisa suave que la refrescó muy agradablemente.

Cerró los ojos, respiró profundo y poco a poco comenzó a relajarse.

Qué afortunado era Chris Downey por vivir en ese departamento tan hermoso, con ésa vista espectacular.

Sus ojos se abrieron cuando escuchó elevarse la voz del invitado. Todavía quería ignorarlo, y el efecto del vino era definitivamente efectivo.

Por primera vez, me pregunté cómo sería Chris. Si lo que dijo Vivint es cierto, no lo sabrás esa noche. Incluso si lo piensa ahora, ¿qué persona en su sano juicio querría ir a la fiesta después de horas de vuelo? Llegar de Italia a Los Ángeles nunca ha sido tan fácil.

Zoe puso su mano en su muslo izquierdo y lo frotó lo más suavemente posible, tirando de la falda hasta su muslo. Era como si hubiera desatado a los caballeros del apocalipsis con ese toque, que se convirtió en picazón.

Se frotó los muslos y no encontró alivio. Varios gemidos desesperados escaparon de su garganta. Se negó a usar sus manos para cortar entre ellos, pero estaba a punto de hacerlo.

Puso su mano en su brazo, escaneando cada rincón y grieta de la piel, dejando huellas de sus dedos a medida que avanzaba.

Encontró una pared y apartó el cabello descubriendo un escote trasero muy profundo. Esa mano no le da paz. Trató de sostenerse y subió y bajó muy lentamente para no lastimarse. Cuando se dio cuenta de que había llegado a las puertas del cielo, gimió y tembló.

En la oscuridad, huyendo de la gente, Zoe no se dio cuenta de que la miraban con un ojo apagado que quitó una llamada telefónica para concentrarse en su increíble cabello que estaba tan feliz y tocarse entre sus muslos.

Tragó saliva y se lamió los labios mientras sus costados se volvían más fuertes. Es una visión celestial. La niña estaba apoyada contra la pared. Se da cuenta de sus hermosos muslos, anchos bordes de seda mientras anhela poder lavar su piel húmeda, buscando ayudar a satisfacer sus antojos, su conocimiento.

Oírla gemir con tal apasionamiento le erizó la piel. ¡Qué belleza de mujer!

Se concentró en sus ojos verdes en sus piernas largas, fuertes y blancas.Qué piel tan perfecta, era evidente que se cuidaba, lo cual le aseguraba que podría darle batalla en la cama mientras la embistiera.

Las delicadas manos frotaron una vez más un muslo interior y rogó por verla meterse los dedos en ese coño húmedo para correrse ante sus ojos.

Zoe recorrió paso por paso lo que hizo después de vestirse y su única conclusión la llevó a la crema que le prestó Ester.

—¡Oh My God! —dijo entredientes empezando a sentir dolor por lo que le hacía a su piel delicada. Iba a quedar llena de marcas rojas.

Gruñó desesperada.

—No, señorita, no quiero que me mande ésa orden —de pronto una voz masculina la hizo enderezarse como una flecha, dando un brinco.

Sus ojos verdes, se abrieron enormes al contemplar a un hombre de metro ochenta de estatura, el cual no pudo distinguir el rostro porque la luz en ese lugar era casi nula.

Lo único que vió fué un pantalón y suéter oscuros. En la mano vió que brillaba la pantalla de un teléfono móvil.

¡Qué vergüenza! ¿y si me vió cuando me rascaba como enferma?

El extraño parece estar ignorándola. Se paró solo y se movió contra la pared, donde había muchos helechos. De repente, la luz de una pequeña lámpara iluminó su rostro.

La chica se quedó sin palabra.

—¿Tienes algún problema, señorita? Tal vez pueda ayudarla.

Sospechó que iba a tener problemas.

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