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Capítulo 2: Una mujer estéril

Cuarenta minutos después, el hombre llegó.

Fionna fue muy obediente esa vez. Se quitó la ropa y se acostó en la cama sin esperar la orden del hombre. Pensó que solo si era lo suficientemente dócil podría conseguir que el hombre le diera una oportunidad.

Después de hacer el amor, Fionna abrazó fuertemente al hombre con sus brazos, lo que obligó al hombre a quedarse encima de ella.

—Quiero salir, es suficiente con solo una hora.

Las palabras de Fionna hicieron que el hombre se enojara repentinamente, y de improvisto, agarró el brazo de Fionna y lo apartó.

—Ah…

Fionna estaba dolorida porque el hombre le había agarrado justamente en la parte del brazo donde tenía la herida.

El hombre hizo una pausa y luego se levantó rápidamente.

—Haz como quieras, pero tienes que devolver el dinero inmediatamente y sal de aquí.

—Qué...

Fionna estaba a punto de enojarse, pero se calmó de inmediato.

—Mi teléfono se rompió y no puedo contactar con mi familia. Me temo que llamarán a la policía si no pueden encontrarme, si así, también te meterás en problemas. Saldré para…

La voz de Fionna era cada vez más baja, porque el hombre se había marchado rápidamente.

Como su plan fracasó, se volvió ansiosa e insegura de nuevo.

Después de media hora, a Fionna le sorprendió que la criada le trajera un nuevo móvil.

—El jefe dijo que solo pudieras resolver todo con el móvil.

Después de ajustar el móvil, lo primero que hizo Fionna fue ponerse en contacto con la enfermera y transferir los 20 mil euros de gastos médicos al hospital.

Luego se puso en contacto con la familia del fallecido del accidente, pero ésta no quiso conversar con ella, dijeron que el herido iba a encargarse de todos sus asuntos.

Después de que Fionna consiguiera el número del herido, le llamó.

—Hola, soy la hija mayor de Jacobo Figueroa. Siento contactarte tan tarde, mi padre...

—Ve al grano.

Era otro hombre impasible.

—Bueno, me pongo en contacto contigo por la compensación. Mi familia ahora está...

—300 mil euros para el muerto, 200 mil euros para mí, y 100 mil euros para daños del coche.

Tan pronto como Fionna escuchó esas cantidades tan grandes, se sintió mucho más que trágica.

—Señor, ¿no es esto demasiado? Saldría a 600 mil euros todo junto. No tengo tanto dinero.

—No intentes regatear conmigo, no tenéis derecho a hacerlo.

—Pero realmente no puedo conseguir tanto dinero. Mi familia ahora está en bancarrota, mi padre...

Fionna tuvo que detenerse, porque por el teléfono escuchó que el otro ya había colgado la llamada.

Colgó el teléfono abatida. Ya le costaba mucho simplemente con sobrevivir en el futuro. ¿De dónde podría sacar 600 mil euros?

El hombre se lo había tomado muy enserio. Volvió a la habitación oscura a la noche siguiente. Acariciando la piel tersa y tierna sintió la torpeza de la mujer debajo de él, y la pasión del hombre fue aumentando cada vez más.

De repente, tocó algo en la parte inferior del abdomen de Fionna que no se ajustaba con su piel suave, por lo que su mano se detuvo allí.

Fionna habló rápidamente.

—Es una cicatriz por salvar a alguien que caminaba sin mirar.

Fionna sonrió con una burla. Si no se explicaba, ese hombre seguramente pensaría que se había hecho alguna operación rara a escondidas.

«¿Salvar a alguien?»

El hombre continuó su movimiento, sus cálidas palmas bajaban cada vez más...

El contacto íntimo durante los últimos días había hecho que Fionna se quedara muy agotada. Se dejó caer en la cama y miró al hombre que se iba de nuevo en la oscuridad. Fionna quiso ser amable.

—Gracias por el teléfono, te lo devolveré después de que se acabe nuestro trato.

El hombre seguía siendo tan indiferente de siempre. Solo se fue sin dar ninguna respuesta.

Una semana después, Fionna pasó el período de ovulación y el hombre dejó de venir. Entonces no tenía que vivir más en un cuarto oscuro todos los días, podía entrar y salir libremente, pero siempre había criadas que la seguían.

Lo que la hizo feliz fue que su hermana Valeria Figueroa finalmente se despertó. Sin embargo, empezó a padecer de un trastorno de pánico, lo hizo que la pizca de felicidad que acababa de sentir se desvaneciera completamente.

Su hermana no podría ir a la escuela debido a ese trastorno y necesitaría que alguien la cuidara. El tratamiento también costaría mucho dinero y habría que acudir a un psicólogo. Sin duda, era una situación que empeoraba las cosas.

Al salir de la habitación del hospital de su hermana, Fionna quería ver a su madre. Pero la criada cogió una llamada y le pasó el teléfono.

—Es el jefe.

Fionna contestó el teléfono con sospecha.

—Estoy…

—Voy a ir a la villa esta noche, prepárate.

Dijo el hombre de manera dominante sin esperar a que esa mujer terminara sus palabras.

—Hoy no es mi período de ovulación, no tenemos tal acuerdo.

Fionna se negó resueltamente.

—Te lo pagaré por separado.

Ella no supo qué decir.

Fionna sonrió con amargura. De esa forma, ¿no se había convertido en una prostituta de verdad?

—Te pagaré 5 mil euros por cada vez.

El hombre colgó pero la lagrima de Fionna se derramó.

«Pero necesito dinero con urgencia, no hay otra opción».

De esa forma, Fionna tendría casi 5 mil euros de ingresos diarios.

Eran las once de la noche cuando llegó el hombre. No fue diferente a las muchas veces que habían tenido relación. Simplemente desahogaba sus fuertes hormonas masculinas y solo quería dejarla embarazada.

Después de terminar el proceso, Fionna no pudo evitar abrazar al hombre que yacía sobre su cuerpo.

—Quédate un rato más, solo faltan cinco minutos para las doce.

Después de tantos días de dolor y sufrimiento, Fionna ya no veía ninguna esperanza y no podía sentir ninguna calidez. Lo único que la hizo sentir viva fue el cuerpo del hombre.

En ese momento, ella estaba muy agraviada, solo quería que él le acompañara durante cinco minutos.

Pero la reacción del hombre decepcionó a Fionna nuevamente, rechazó a Fionna con disgusto y se levantó.

—Guárdate tus ambiciones, no eres digna.

—¿Ambiciones? ¿Qué ambiciones tengo? Hoy es mi cumpleaños. Solo quiero que alguien me acompañe en estos últimos cinco minutos. ¿Qué tipo de ambiciones es?

En la oscuridad, Fionna se desahogó gritando hacia la espalda del hombre que se marchaba. Cuando le perdió de vista completamente, sollozó en voz baja.

La desagracia le llegó de nuevo, la madre de Fionna falleció.

Fionna lloró desesperadamente en la habitación oscura, y su llanto desgarrador llegó a los oídos del hombre que estaba fuera de la puerta.

Ese llanto fue igual de trágico como cuando se lo había encontrado en el hospital. El hombre frunció fuertemente el ceño y no pudo entrar en la habitación.

La criada despertó a Fionna a la mañana siguiente.

—Señorita, déjame confirmar si tienes el periodo.

—Sí, me tuve ayer. Compruébalo conmigo en el baño.

Los ojos de Fionna estaban enrojecidos e hinchados. El dolor y la angustia se mostraban completamente en su rostro.

La criada se marchó después de confirmar, y regresó a los pocos minutos con una mirada de indiferencia y desprecio, como si Fionna fuera una desvergonzada.

—El jefe dijo que no le sirve tener a una mujer estéril. El contrato se rescinde y el anticipo te lo quedas.

¿Una mujer estéril?

***

Diez meses después.

Fionna todavía tenía la frase de «una mujer estéril» resonando en sus oídos. Irónicamente, estaba frente a la villa en la cima de la colina con su hijo que acababa de cumplir un mes.

Podría decir que estaba familiarizada con esa villa, pero no con ese hombre.

Mirando al bebé que tenía en sus brazos, Fionna finalmente tocó el timbre.

Fue la criada con expresión de desprecio quien la recibió.

Aunque la criada se sorprendió cuando Fionna apareció de repente con un niño en brazos, inmediatamente se puso en contacto con el jefe.

—El jefe te pidió que entres al dormitorio y lo esperes allí. No puedes verlo. Dame el niño, necesitamos hacer una prueba de paternidad.

—No te preocupes, conozco las reglas. Pero no te puedo dar el bebé, solo puedo dárselo a él.

Fionna dijo con desdén. No entregaría su hijo a otros así sin más.

Después de que Fionna terminó de hablar, se llevó al bebé directamente a la habitación oscura y fría.

Después de dejar el niño dormido en la cama, se quedó observando su piel blanca y su carita redondo, a Fionna le daba mucha pena abandonarlo.

—Bebé, lo siento mucho. A mamá no le queda otra opción, no me culpes.

No paraba de disculparse con el bebé. Luego, miró cuidadosamente cada parte del cuerpo del bebé, quería grabar en mente todo sobre su hijo, porque todo eso iba a ser el último recuerdo que el bebé la dejaría.

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