Capítulo 01: Adiós a mi vida
MICHELLE
—¡Michelle! —llama mi mejor amiga. La observo un poco agitada—, ¡Te estaba buscando! ¡Ya va a empezar!
—¿Ya? Pero quiero ver las otras presentaciones. A nosotros nos toca más adelante, así que no creo que haya apuro —espeto, esperando que Lina se convenza y me acompañe.
—Tienes razón —responde despreocupada—. Yo también las quiero ver. Además, hemos conseguido el mejor lugar, si nos vamos ahora, seguro nos lo roban —hace un puchero.
—¡Exacto! En el receso regresamos a nuestros lugares.
Algo que me encanta y disfruto mucho es la semana conmemorativa de la escuela, en la cual, se celebra el aniversario del colegio y se realizan distintos eventos sociales. Lo que más me gusta es el reinado, cada promoción escoge una reina y realizan una barra animadora. A esto se le suma el arreglo del pasillo, y, entre otras actividades, se define al ganador. Por consiguiente, Lina y yo queríamos observar la presentación de las reinas desde un mejor lugar.
Desde pequeña me ha agradado mucho la arquitectura de mi colegio. Al ingresar por el portón metálico, da la sensación de ser pequeño; sin embargo, te sorprende ver lo grande que es una vez recorres las instalaciones. Posee un aire majestuoso y misterioso. Durante los doce años que he estado en este colegio, hay lugares que sigo sin conocer. Me sorprende cómo cada edificio se conecta con otro y te permite acceder a un sitio por distintos caminos. Hemos hecho usó de este método para colarnos en el tercer piso.
Las candidatas a reinas realizan la presentación en el techo de la zona de bancas. Se llega a ella, mediante una puertecita, en las barandas del puente, que unifica el edificio de la primaria con el de la secundaria. En el patio, se encuentran los alumnos, en sus respectivas barras. Nuestro lugar especial es una de las aperturas del edificio de la secundaria, donde comúnmente, se colocan las macetas. Es un lugar donde regularmente los alumnos suelen sentarse a conversar; y, debido a la distancia de metro y medio que existe con el vacío, no se considera un lugar peligroso.
—Se ve mejor que haya abajo —comenta contenta mi mejor amiga.
Unas chicas se colocan en la apertura junto a la nuestra. Notó que su objetivo inicial era el lugar que escogimos, puesto que nos echan una mirada de pocos amigos al ver que nos adelantamos. Yo volteó los ojos en respuesta a su descaro.
—Mátalas con la mirada, Michelle —ríe a carcajadas. No despega la atención de la presentación.
—Quien las manda a querer colarse en nuestro palco VIP —hago una mueca para dar a entender que es algo obvio. Lina estalla en risas. Ella siempre se toma todo con buen humor—. No veo bien, ¿me dejas ponerme más adelante?
—Claro, cambiemos —Lina se acomoda detrás de mí. Me posiciono en la esquina que da al vacío.
—Michelle, ten cuidado. No te asomes mucho que te puedes caer —advierte con expresión asustada.
—Tienes razón, da un poco de miedo. Además, en cualquier momento llega un profesor y nos regaña —procuro mantener una distancia aceptable. Definitivamente, no me quiero caer, estamos en un tercer piso.
—Chicas se pueden ir, están en nuestros lugares —escucho una voz detrás de nosotras. Giro y me encuentro con tres chicas de cuarto año. Lina y yo intercambiamos miradas confusas.
—Disculpa, pero nosotras llegamos primero —responde Lina con amabilidad. Ella siempre es muy decente.
—No nos importa, es nuestro sitio, ¿no entienden? —dice la líder con aires de grandeza.
—Me parece que aquí no está escrito el nombre de ninguna de ustedes, por lo tanto no es su sitio —gruño de mala gana. No soporto a la gente buscona.
—¡Miren niñas estúpidas! ¡O se van o las largamos! ¡Ustedes deciden! —eleva el tono de voz y hace ademanes con los brazos. Lina baja la vista, lista para retirarse del sitio, pero me adelantó a seguir la pelea.
—¡Lárganos! ¡De aquí no nos movemos! —sujeto a Lina para que no me abandoné, dado que, a ella no le gustan las confrontaciones.
No quiero darles nuestro sitio especial. No es justo y no me rebajaré solo porque ellas van un año arriba de mí. Un año de diferencia no es la gran cosa y nos les da el derecho de darnos órdenes.
—¡Quítate! —grita una de las chicas y jala a Lina hacia afuera.
—¡Suéltame! ¡¿Estás loca?!
Lina trata de deshacer el agarre de la chica, las demás hacen lo mismo. Me entrometo en el forcejeo, ellas jalan hacia un lado y nosotros hacia el otro. Lina se altera al ser sacudida como un saco. Golpeo las manos escurridizas de las chicas que se aferran al uniforme de mi mejor amiga. De repente, recibo un golpe en el pecho que me lanza hacia atrás, con la espalda en dirección al vacío. Mis manos buscan algo con que sostenerse, pero es en vano, no hay más que concreto amarillento en esta pequeña apertura. Es entonces, que pierdo el equilibrio. Mi cuerpo se desconecta del piso y se suspende súbitamente en el aire. La escena pasa muy lento frente a mis ojos, como una película vieja. Veo la cara horrorizada de Lina. En un gesto desesperado, extiende la mano hacia adelante con la esperanza de evitar una catástrofe. Trato de alcanzarla, todo apunta a que lo lograré; no obstante, solo consigo un roce, solo eso. Unos centímetros más y mi final habría sido distinto.
La figura de Lina se achica y yo desciendo al patio, sin nada que me detenga. El coro de gritos suena como ruido de fondo. Las chicas de cuarto se llevan las manos a la boca, petrificadas de lo que sus ojos les muestran.
¿Me pregunto si todavía ese lugar les parecerá tan importante?
Todo se acelera y una gran oscuridad me absorbe dejando atrás la vida que alguna vez poseí. A lo lejos, logro escuchar un grito desconsolado, se trata de mi mejor amiga, Lina.
Perdóname. Espero que no pienses que esto fue tu culpa. Solo fue un accidente.