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10. Guerra de Poder

Yo creía que mi habitación en la misión de Miami era de tamaño más que considerable, pero la de esta casa, es ridículamente inmensa. Es de color gris muy claro con algunos mínimos detalles en morado e incluso tiene una sala además del baño y el vestidor el cual es enorme también.

— ¿Te gusta? — me pregunta mientras me mira fijamente.

— Supongo que eso no importa mucho. — expreso de manera fría y voy hacia donde han dejado mis maletas.

Me agacho para abrirlas y comienzo a desempacar mi ropa cuando le veo parado frente a mi — tendremos que ir de compras. Tienes que cambiar tu estilo. — me dice y solo levanto mi mirada hasta llegar a sus ojos.

— Ni lo sueñes. Yo no dejare de ser quien soy por ti. Además, te comento que siempre aparecía en la lista de las mejores vestidas en cualquier evento social al que iba. — replicó firme y me dan ganas de borrarle la estúpida sonrisa que tiene en estos momentos.

—La ropa que utilizas en Miami es muy diferente a la que utilizan las mujeres aquí en Italia. En mi familia la imagen es muy importante y no dejare que nadie critique a la que es mi esposa. — informa sin rodeos.

—¿Dónde dormirás tú? —pregunto desviando la conversación.

—En aquel sofá de allí, pero eso será después de que vayamos a cenar. Mis padres han dicho que no estarán aquí; así que mejor iremos a cenar fuera. —propone.

—Yo preferiría que nos quedáramos aquí. — contradigo firme y a modo de reto mientras llevo alguna de mi ropa arriba de la silla que hay cerca de la cama.

—Aquí no importa lo que tú quieras si no lo que yo diga, así que alístate que en dos horas nos vamos y el sitio es demasiado lujoso. — informa y a cada minuto que transcurre lo odio más.

«No puede ser tan arrogante»

—Como tu gustes querido esposo. — digo de manera sarcástica y sigo con mi tarea sin dirigirle más la palabra.

[...]

«¿Él quería a la esposa perfecta? Pues la tendrá»

Después de haberme duchado y peinado, me maquillo y finalmente me coloco el vestido color negro largo con pronunciado escote en V que resalta mis atributos y con un tajo digno de ser lucido con los mejores tacones haciendo juego. Es elegante, pero sensual a la vez. Si vamos a jugar, jugaremos los dos. El jugara a vengarse y yo a volverlo loco hasta que me quiera sacar de su vida. Le hare olvidar su venganza y lo conseguiré sin que mi padre termine perjudicado en esto.

Salgo del área del vestidor hacia la habitación, y allí está el con un esmoquin color negro parecido al que uso la noche que nos conocimos.

«Contrólate Sienna, no caigas en su juego. Él debe caer en el tuyo» Me digo a mi misma e ignorando su presencia voy por mi móvil que deje cargando. Su mirada por fin se levanta y se cruza conmigo.

Sus ojos azules se clavan en mí y me recorren lentamente.

— ¿He escogido el vestido correcto para tu lujoso sitio? — le pregunto de manera prepotente y una media sonrisa se hace presente en su rostro.

—Está bien, pero no te creas la mujer más guapa del mundo solo porque llevas ese escote cautivador. He conocido mujeres más guapas que tú. — me dice en un tono burlón.

«Sienna, contrólate» dice mi yo interior y sonrió de manera triunfal.

—Ni creas que es a ti a quien intentó seducir con este escote—digo de manera tajante y antes de escuchar su respuesta salgo de la habitación.

Puedo escuchar sus pasos detrás de mi e incluso puedo escuchar como también baja la escalera siguiéndome. Lo que no pude predecir fue la manera que ahora sujeta mi brazo.

—Ten cuidado niñita... ni se te ocurra seducir a otro hombre mientras que tú y yo estemos casados. — me advierte y muevo mi brazo para que me suelte.

Volteo mi rostro para mirarlo fijamente y sonrió de manera sarcástica —No te preocupes. No lo haré, pero tampoco dejare de ser quien soy por ti; que te quede claro Lucas Sandonini. —le advierto yo esta vez.

«Esto es guerra»

—Tu harás lo que yo te diga. Recuerda que me debes mucho dinero y la vida de mi hermana. —

—Vamos, se hará tarde para que su majestad llegue a su reservación. — replicó firme y de verdad que saca lo peor de mí.

«No comprendo cómo alguien puede ser tan imbécil como él»

—Ten cuidado Sienna... Las reglas del juego las pongo yo. — me advierte sujetándome tan fuerte del brazo que no me permite seguir caminando.

Solo puedo mirarlo e intentar comprender la situación. Aun no entiendo como mi tranquila vida se ha convertido en esta pesadilla.

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