Sinopsis
Lo sobrenatural ha llegado a la vida de James Brixt un joven estudiante de la universidad de Londres, carga con una gran responsabilidad, la de poner el orden en el inframundo, lo que, él, no sabe es que ha sido marcado con el sello maldito desde el vientre de su madre convirtiéndolo en el elegido, mitad demonio y mitad lobo, permitiéndole tener habilidades impresionantes de lucha y a su vez ver demonios que intentan arrebatar su alma y la de sus amigos. En un giro inesperado conoce a Katsuro un espíritu justiciero que ha viajado desde el inframundo encargado con la misión de guiar a, James, a perfeccionar su transformación, pero todo toma más sentido para él, cuando, Astrid Colleman, la chica de la cual se enamora es secuestrada por el mismísimo Rey del inframundo. Teniendo que adentrarse a la dimensión de lo desconocido. luchará contra todos sus súbditos élites arriesgando su vida, todo por el amor de su amada.
1
Las sombras del inframundo avanzaban rápidamente cubriendo todo lo que se atravesaba a su paso, los demonios se posicionaban de lo más bajo del inframundo hasta lo más alto. Una nueva batalla se aproximaba.
—¿Quieres morir, maldito estupido? Todo aquel que se meta con mis compañeros lo pagarán muy caro—Fanfarroneaba un sujeto de muy mala fachada, de sombrero negro, con short rasgado y una camisa con ciertos agujeros, al parecer estaba drogado.
—Sí, como no...—bufé—quítate de mi camino.
—Hijo de perra, ¿es todo lo que tienes que decir?—se abalanzó sobre mí alzando su puño, en él portaba un cuchillo dirigiéndose a mi pecho con gran velocidad.
Al verlo lo esquivé de manera instantánea para propinarle una patada en su mano, arrojándolo al suelo. Inmediatamente lo golpeé repetidamente en su espalda mientras él estaba retorciéndose de dolor.
—¡Hay que ayudarlo o lo terminará de matar!—gritaban sus amigos de igual fachada.
—¿Estás loco? Yo no me atrevo a pelear con ese tipo, se ve que es peligroso, tan solo mira cómo lo ha golpeado—otro sujeto temblaba de nervios.
—¡Escuchenme imbeciles!—apreté mi puño, podía escuchar el sonido cuando lo empuñaba—¿Quién de ustedes hizo eso?—señalé.— Era un racimo de flores encima de varias tumbas, se trataba de un accidente en donde habían fallecido tres niños, éstas estaban maltratadas.
La respiración de los tipos era agitada, estaban casi lloriqueando.
—¡Les pregunté que quien hizo eso! ¿o están sordos? Tú, —señalé al tipo que estaba de camisa roja temblando.
—¿Yo?—jadeaba—creo que es un regalo de parte de su madre, son para los tres niños que fallecieron ahí.—rascó su cabeza.
—Así es, al parecer sí sabes—con velocidad me acerqué a ellos, logré sostener su cuello casi asfixiandolo—¿por qué esas rosas están maltratadas y sucias?—los miré fijamente a sus ojos con el ceño fruncido.
—Yo creo que las pisamos por accidentes mientras jugábamos fútbol por acá—su voz era de desesperación.
En fracciones de segundos, golpeé a uno en su costado dejándolo de rodillas e inmediatamente me volteé, extendí mi pierna golpeando el pecho del otro sujeto casi desmayandolo.
—Malditos estupidos, tendrán que disculparse ahora mismo conmigo porque de lo contrario en otra que vuelva acá y pase lo mismo, esas mismas flores serán para sus propias Tumbas —los fulminé con mi mirada.
—¡Está loco, vámonos, está loco!—gritaban al momento de irse.
—Espero no volver a ver a esos malditos por acá o tendré que golpearlos hasta hospitalizarlos—susurré.
—Por favor, disculpen por lo que ha pasado, les prometo que esos tipos no volverán a molestar sus tumbas—emergían del suelo los tres espíritus de los niños que había fallecido en ese lugar.
—Te lo agradecemos mucho, de no ser por ti estos tipos siempre se burlarían de nuestras tumbas—sus miradas brillaba como el sol, uno tenía su cabello alborotado, pantalones hasta la rodilla y camisa rayada, el siguiente un overol naranja al parecer era el menor y el último una gorra negra, camisa y short blancos.
—¿Te diriges a casa?—el menor cruzó sus brazos.
—Sí, me siento un poco cansado—enganché mi mochila al hombro.
—Cuídate y nuevamente gracias—sonrió el mayor.
—No es nada—acomodé un poco las flores limpiándole la mugre que les había quedado—adiós—me despedí.
Algo que detestaba era ver las injusticias frente a mi cara.
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Mi nombre es kane Marshall, tengo veintidós años, estudio en la universidad de Londres, mis padres son diseñadores, se conocieron en un viaje de excursión. Tengo dos hermanas gemelas llamadas Rhina y Mia. Tengo un secreto oculto, Soy mitad lobo y mitad demonio, pero aun no lo he descubierto. Lo cual me permite tener habilidades al momento de luchar, ademas puedo ver las almas de todos los muertos, creo que es una especie de maldición, pero ya me acostumbré.
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—Buenas noches, ya llegué—abrí la puerta principal de casa, se podía sentir un agradable olor. Un olor a comida.
—Hola, Kane, justo a la hora de la cena—Papá estaba con un delantal, al parecer él había hecho la cena.
—¿Y mamá?—quise saber ya que no la miraba.
—Ella vendrá muy noche, así que decidió que yo hiciera la cena—dijo mi padre.
Mis hermanas estaban en el comedor esperándome.
—Estábamos esperando por ti—decía Rhina
—¡Sírveme ya!—ordenó, Mia —muero de hambre.
—¡Pero qué modales!—las regañé al momento de sentarme.
—¿Crees que todo el tiempo te íbamos a esperar?—Rhina rodó sus ojos.
—Dinos, ¿cómo te fue en la universidad?—Mia servía la cena.
—Lo mismo de siempre, escuchar a esos profesores aburridos y las horas que pasan eternas—negué con mi cabeza—ya ustedes se darán cuenta cuando entren a la universidad.
—Debemos de agradecer por los alimentos—Papá se sentó en un extremo de la mesa para poner sus manos en forma de plegaria.—hagamos silencio por favor.
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—Estuvo delicioso, Papá, ahora si me disculpan... tengo que irme a mi habitación—subí las escaleras.
Me abalancé sobre la cama despojándome de mi ropa, enganché mi bolso en mi ropero. Me sentía muy cansado. La universidad me quedaba bastante distanciada.
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Al día siguiente desperté con mucha hambre, bajé a la cocina.
—Buenos días—mis hermanas estaban desayunando.
—Buenos días, Kane, ¿cómo te sientes hoy?—Mia untaba jalea en su pan.
—Bien, ¿mamá y papá no están?—quise saber.
—No, mamá, vino muy noche y hoy muy temprano se fueron juntos —Rhina mordía el pan.
Había un noticiero de una fuerte explosión en un edificio.
—¿Qué mal, no?—ojalá no hayan muertos—poníamos atención al televisor—hoy en día la gente está loca, según dicen que fue un ataque terrorista.
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Camino a la universidad pasé por el lugar de la explosión, inmediatamente sentí una fuerza oscura asechándome. Observé los escombros y detrás de una pared estaba una sombra que no se podía identificar bien, solo noté dos ojos tan rojos como el fuego observándome fijamente.
—Pero... ¿Qué demonios es eso?—achiqué mis ojos. Inmediatamente salí corriendo del lugar, pero la sombra me seguía.
Corrí lo más que pude llegando a un callejón sin salida, la sombra se abalanzaba sobre mi cuando de pronto vi otra sombra que se cruzó en frente interviniendo, hubo un destello que hizo que mis ojos quedaran sin visión temporalmente. A medida que mi vista se fue aclarando había una silueta de un hombre frente a mi de espaldas. Portaba una especie de traje negro parecido a un esmoquin y en sus manos unas especies de katanas pequeñas.
—E...espera—extendí mi mano. Inmediatamente el me miró por encima de su hombro desapareciendo al instante.
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La oscura noche había caído, yo estaba acostado tratando de procesar lo que había visto. Para mi era sorpréndete e ilógico.
En seguida sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo, giré mi cabeza hacia mi ventana y ahí estaba. Nuevamente la silueta del hombre que había visto anteriormente estaba en mi cuarto. Empecé a temblar de miedo, creí que me asesinaria.
—¿Qué haces acá?—mi voz sonó temblorosa.
—No te preocupes, no vengo a hacerte daño—su voz se escuchaba distorsionada, entrando a mi habitación.
—¿Entonces a qué vienes?—me reincorporé en la cama.
—Como verás, lo que presenciaste tan solo fue un demonio común que quiso arrebatar tu alma, yo solo lo destruí.
Yo soy el justiciero del inframundo y vengo por una misión que me encomendaron.
—¿Qué tipo de misión?—me extrañaba de las cosas sin sentido que decía.
—Al parecer en el inframundo ha estado pasando un sin número de eventos que desconocemos y por alguna razón ciertos demonios han cruzado la barrera de los muertos y los vivos. Mi deber es derruirlos antes de que uno de ellos tome el alma de un ser humano inocente a como iba a suceder con la tuya hace poco.
—Entonces si dices que son demonios, ¿Cómo explicas que yo puedo verlos?
—Por si no lo sabías, en tu interior tienes un espíritu diferente a un espíritu común, es una combinación de lobo y demonio, este es el sello que se usa cada diez mil años, de donde vengo se dice que los dioses utilizan a un humano en especial para ser el portador del sello y ser el encargado de establecer el orden, esta vez fuiste tu como el elegido desde el vientre de tu madre.
—¿Y eso por qué o qué?—fruncí el ceño.
Se escuchó un ruido extraño al exterior de la casa.
—¿Qué es eso?—puse atención de donde provenía el sonido.
—Seguro es otro demonio intentando buscarte—se posicionó para salir—ven, sígueme.
Salimos al patio trasero, estaba muy oscuro y detrás un árbol estaba una especie de sombra con deformaciones en la parte de su cara.
—¡Pero qué... es eso!—señalé con mi dedo tembloroso.
—Quédate acá—desenvainó sus katanas.
Una lucha intensa se llevaba acabo, en donde solo podía observar a este tipo usar sus katanas de manera impresionante, por otro lado ese demonio tenía unas garras afiladas tan duras como el metal. Se escuchaba el impacto cuando se golpeaban, sus movimientos eran tan rápidos que casi ni se miraban. En un giro que dio en el aire le cortó la cabeza desvaneciendo su cuerpo de inmediato.
—¿Cómo hiciste eso?—restregué mis ojos, tratando de pensar que todo era una pesadilla.
—¿Te refieras a como lucho?—guardaba sus katanas—veras, toda mi vida he luchado con este tipo de cosas, el mundo suyo es delimitado en comparación al nuestro, pero te acostumbrarás a ver este tipo de cosas.
—¿A qué te refieres con eso?—no sabía que decía.
—¡He venido por ti, Kane!—señaló mi pecho.
—¿Por mi?—me señalé a mi mismo.
—Sí, por ti. Eres el elegido y por eso es que los demonios están en busca de tu alma. Tu eres la esperanza de muchos en mi mundo.
—¿Yo? Siendo un joven estudiante de Londres—bufé—por favor, he tenido suficiente con lo que he visto hoy y ahora ¿voy a creer toda esa historia?—regresé a mi habitación.
—Espera, aún no te vayas—se acercó—pronto tu alma sufrirá una transformación que debes de dominarla, yo estoy acá por eso. Soy tu guía para que puedas perfeccionarla, pero cuando estés preparado tendremos un viaje hacia mi mundo.
—Sí, como no. Cuidado y de pronto saco colmillos como el demonio que acabas de asesinar—me despedí entrando a mi habitación.
—Recuérdalo, estaré siempre cerca de ti—se desvaneció entre las sombras.