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Capítulo 3

Lo confieso, la organización no es mi punto fuerte, así que empiezo por hacer la cama al lado de la ventana, justo enfrente pongo un televisor y paso la mayor parte de mi tiempo libre viendo series, al lado un perchero con mi ropa, porque como dije que el apartamento es tan pequeño que no cabía un armario, en medio de la habitación una pequeña mesa redonda con solo dos sillas, al lado un refrigerador y una estufa.

Mi baño, aunque parezca mentira, está organizado, es como un santuario para mí, por eso trato de dejarlo lo más limpio y ordenado posible, cada vez que llego a casa del Olimpo me encanta llenar mi bañera, encender mis velas, poner algo de música y relajante.

Ese ambiente de discoteca siempre me pone muy agitado, así que necesito llegar allí y recargar energías.

Me dirijo a mi pequeña cocina para sacar la basura, lavar los platos y luego empiezo a preparar el desayuno.

Preparo huevos revueltos con tocino y justo cuando estoy listo para dar mi primer bocado, escucho un golpe en la puerta.

Sin necesidad de abrirlo ya sé quién es, la única persona que suele llegar tan temprano es Lilly, no puedo entender a esta chica, cómo se las arregla para trabajar tan tarde y levantarse tan temprano.

En cuanto abro la puerta entra ella y empieza a hablar:

— ¡Vas a ir conmigo!

— ¿A dónde voy contigo, loca?

— De compras – Dijo sentándose en una de las sillas, sacando mi plato con huevos revueltos y luego comenzando a comer con naturalidad, como si hubiera sido preparado para ella.

Le doy una mirada como, ¿qué crees que estás haciendo?

Pero ella no se deja intimidar y continúa desayunando. Resoplo y luego digo:

— Amigo, ya te lo dije, ¡no tengo dinero para eso!

Luego saca un fajo de billetes de su bolso.

— ¡Anoche fue increíble!

— ¡Veo! Me alegro por ti, pero todavía no puedo ir, y si fuera tú, intentaría ahorrar algo de ese dinero, en lugar de andar gastándolo todo.

Ella hace una mueca.

— ¡Deja de ser tan molesto! Trabajamos tan duro que creo que merezco darme algunos caprichos. Por favor ve Maddie... te necesito...

Respiro hondo y me rindo. Sé que ella no cambiará de opinión.

— Está bien, iré contigo, ahora por favor devuélveme mi café porque me muero de hambre.

Lilly hace una mueca fea, pero me devuelve mi plato a medio terminar, termino de comer y luego me voy a preparar.

Me pongo unos jeans, me pongo unos tenis muy cómodos, porque sé que estaremos caminando por horas hasta que Lilly gaste todo ese dinero, termina de arreglarse poniéndose una camiseta sin mangas y una chaqueta de cuero.

Es octubre y la temperatura en esta época del año empieza a bajar, así que prefiero salir cómoda y abrigada, y para terminar me recojo el pelo en una coleta.

— ¡Estoy listo! Vamos...

Lilly está sentada comiendo un sándwich que preparó mientras yo me preparaba.

Da otro mordisco y se levanta.

— Vamos, que hoy no pararé hasta gastar mi último céntimo.

Ella niega con la cabeza y pienso en cómo encontré una amiga tan testaruda.

Cierro la puerta de mi apartamento y luego nos vamos.

Hoy va a ser un día largo...

Mientras tanto al otro lado de la ciudad, pero precisamente en Manhattan, acaba de llegar a su oficina Josh Panos , heredero y uno de los hombres más ricos del país.

— ¡Por favor llámame con Shanghai ahora! Le digo a mi secretaria nada más cruzar la puerta de mi oficina.

Cuando entro me encuentro con David Miller, uno de los ejecutivos de mi empresa y mi mejor amigo.

Conociéndome bien ya sabe que estoy de mal humor, ayer cayeron las acciones de una de mis empresas.

— Josh, no te preocupes, ¡lo solucionaremos! Dice David tratando de parecer confiado.

— Eso es lo que espero, te pagaré por ello.

Digo y me siento en mi escritorio, miro mi celular y suena el teléfono de mi escritorio, era mi secretaria transfiriendo la llamada que había solicitado hace un rato.

Contesto la llamada, y sé que esto me tomará tiempo, así que le hago una señal a David para que salga de la habitación, rápidamente entiende la señal, se levanta y yo me voy, dejándome sola en mi oficina.

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