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1

ISABELLA

La noche.

Creo que había sido una de las mejores que había tenido en mucho tiempo. Harry me acarició de una manera única, me besó, me hizo suya una y otra vez. Me había sentido viva después de meses, sentía que volvía a ser yo. Nadie pudo llenar ese vacío que siempre sentí, ni siquiera Noah. Harry era único y lo que me hacía también: físicamente y sentimentalmente. Cuando la luna llena se ocultó y vino el sol de otoño, desperté entre sus brazos. Harry dormía placenteramente a mi lado, me tenía abrazada como si temiera que me escabullera por la noche y me fuera. Sus cabellos le caían por la frente. Acaricié sus labios, sus ojos, sus mejillas... me parecía un sueño que él estuviera conmigo. Pero en ese momento tan bonito una sensación de culpabilidad me invadió, pensé en Noah, pensé en el bebé de Harry y toda ilusión de desplomó. A veces necesito que alguien me aconseje, creo que tendré que platicar con alguna psicóloga de mis problemas. No puedo sola. Me zafé lentamente del agarre de Harry y salí de la cama. Se removió un poco pero no se despertó. Cosa que agradecí.

Tomé la toalla y algo de ropa en mi ropero y salí en busca de las duchas. Me sorprendió que Piper o Trisha no hayan vuelto al dormitorio. O quizás volvieron pero Harry había cerrado con llave.

Me adentré a las duchas y busqué la última, la de siempre. Ahí me bañé, no quería quitarme el olor de Harry, de sus besos, de su perfume impregnado en mi piel, pero tenía que bañarme. Hoy no había clases así que vería qué hacer.

En la misma ducha me vestí, tomé las cosas y salí. En los pasillos no había nadie, y eso que eran más de las ocho. Quizás todos estaban desvelados y aprovechaban de que no teníamos clases. Al llegar al dormitorio Harry estaba sentado en la cama, eleva la vista y me mira. Parece que está algo pensativo o nervioso. Quizás no sabiendo cómo actuaré con el. Tenía que pensar muchas cosas antes de tomar una decisión.

—Buenos días —me dice—¿Cómo estas?

—Buenos días —respondí, dejando las cosas en el pequeño ropero— Estoy bien ¿y tu? —me senté frente al espejo y peiné mi cabello.

—Más que bien. He dormido mejor desde hace meses.

—¿A qué te refieres?

—Duermo más tranquilo cuando estás conmigo.

No sé por qué me decía estas cosas, pero me hacían ilusión y quería pensar con claridad. Le sonreí para no parecer insensible. En este momento m sentía mal porque me sentía de esos hombres que terminan de hacer el amor y se portan de manera fría o distante. Qué feo sentí. Derribé mis muros y me puse de pie.

—Harry, soy consciente de lo qué pasó anoche. Pero hay muchas cosas que arreglar antes de tomar ciertas decisiones.

—Yo entiendo. —acarició mi cabello—Y esperaré el tiempo que sea necesario. De verdad.

—Tienes que arreglar muchas cosas antes, con Helena y lo del bebé. —bajé la voz.

—Ya lo sé, pero todo se arreglará, Isa, confía en mí.

Quise decirle que desde hace mucho no confiaba en el, que había perdido toda la confianza que le tenía. Pero no podía ser tan cruel justo ahora. En eso su teléfono celular sonó.

—Discúlpame —buscó el celular en su pantalón y contestó—: Dime, Louis.

Terminé de peinarme y arreglarme un poco.

—Sí, estoy con ella. ¿A la Laguna? ¿Con quienes? ¿En serio? Pues no sabía. Esta bien. Le diré. Allá te veo. —cortó.

—¿Pasó algo?

—Louis dice que acamparán en la Laguna. Anoche hicieron planes con algunos de la universidad, incluida Piper, Trisha, Noah, Martha, Alberto, Kelsey... no sé, van más.

—¿Y eso? —fruncí el ceño.

—Supongo que les gustó el lugar al que los llevé la otra vez. La mayoría ya están allá. Nos esperan.

—Pero irá Noah... —le miré— Y ahorita él y yo estamos distanciados. Además no quiero que... me vea contigo.

—Yo lo entiendo, pero tienes que tomar una decisión, Isabella, no me gusta esconderme, me gusta estar contigo. ¿Qué haré allá solo?

—No estarás solo. Estará Louis. Iremos, pero mantendremos la distancia que hemos tenido estas últimas semanas.

—Prefiero la poca distancia que tuvimos anoche.

  —Harry, por favor... —me retiré un poco—... si vamos no quiero ni pensar lo que Noah haga cuando vea que voy contigo.

  —¿Y con quien iras entonces?

  —¿Martha y Alberto se fueron?

  —De hecho no, podemos ir los cuatro. Así no llegas sola.

  —Es una mejor idea.

  —Está bien, vamos.

  Los dos salimos de la habitación, no sin antes tomar un bolso con ciertas cosas para llevar. Al salir de la universidad nos dirigimos al auto de Harry, al montarnos nos dirigimos a su casa. En su casa estaba Martha afuera, también estaba Alberto. Ellos llevaban cosas.

  —Hola —les dije desde el auto.

  —¿Isabella? —Martha se sorprendió al verme. Y Alberto estaba igual.

  —Sí, soy yo —medio sonreí.

  Martha carraspeó y buscó como montarse con su novio. Cuando se montaron Harry salió de su casa de nuevo, íbamos otra vez a la laguna. Solo esperaba que esta vez no pasara nada malo como la vez pasada.

  Al llegar a la laguna me sorprendió que muchas personas estaban ahí. Algunos habían llevado casas de campañas. La mayoría eran de mi salón. Pero también pude notar a Piper y Trisha a lo lejos. Estaban los que miré ayer de otra universidad. Esos chicos eran un poco extraños. Busqué a Noah con la mirada, estaba dentro de la Laguna con otros chicos. Aproveché que no estaba viendo para bajarme rápidamente del coche de Harry.

  —Isabella... ¿puedes venir por favor? —Martha me tomó del brazo y me hizo alejarme de Harry y los demás.

  —¿Qué pasa?

  —¿No tienes nada que contarme? Has venido con Harry y anoche ustedes dos desaparecieron... ¿pasa algo?

  —No, ¿por qué habría de pasar algo?

  —Porque me parece sospechoso. Además, ¿Noah y tú están alejados?

  —Quizás un poco. —admití, mirando de lejos a Noah. Aún no se daba cuenta de mi presencia. Mejor para mi.

  —Tenemos tiempo de no hablar, Isabella, vamos a tener que hacerlo.

  —Te lo contaré todo, lo prometo, es solo que he estado en otras cosas que no hemos tenido tiempo de sentarnos a platicar.

  —Está bien —pareció entender—Traje cosas para que comamos.

  —Yo no traje nada —puse mis labios en una sola línea.

  —Tranquila, te compartiremos.

  —¡Martha! —le llamó Alberto desde lejos.

  —¡Voy! Ahorita vuelvo—me sentenció con la mirada mientras se iba para donde su novio. Respiré profundo porque me sentía un poco estresada. Cuando me giré, me detuve en seco al ver a alguien de brazos cruzados detrás de mi. Era uno de los chicos extraños. Usaba una chaqueta negra, camiseta blanca y vaqueros negros. Me miraba con diversión.

  —¿Tienes algo que decirme? —me crucé de brazos también.

  —No, ¿tendría que hacerlo?

  —Pues me ves de una manera extraña.

  —Me pareces alguien interesante.

  Elevé las cejas.

  —Interesante... —tanteé. Era consiente de que algunos nos miraban, quizás preguntándose qué hacían estos chicos aquí y por qué estaba hablando conmigo.

  —Así es. —se acercó. Pero no retrocedí, no les daría el gusto.

  —Me agradas —sonrió—¿Te divertiste anoche? Digo, bajo la luz de la luna, en el bosque.

  Fruncí el ceño sin entender, ¿cómo supo? ¿Acaso el estaba ahí?

HARRY

  —Martha, ¿donde está...? —la pregunta quedó en en el aire. Isabella estaba hablando con uno de esos tipos que no sabía de donde habían salido. Y estaban muy cerca. Me hierve la sangre el solo hecho de verla así con alguien. Ese tipo me daba mala espina, la miraba como si Isabella fuera un tipo de presa. Quise ir pero Alberto me detuvo del brazo.

  —Empeorarás las cosas —me dice, sabiendo que iría en busca de pelea. Pero lo único que quería era que ese tipo se alejara de mí chica. Noté que Noah salió del agua al ver también la situación. Fue directo donde ellos. Maldita sea, ahora él se tomará derechos sobre ella. Noah les dijo algo, el tipo se puso a reír. Noah se interpuso entre ellos, Isabella lo quiso detener pero Noah estaba fuera de sí ya, celoso.

  —Tengo que ir —me zafé del agarre de Alberto y me acerqué a ellos. —¿Pasa algo?

  —No, nada que te importe, Lee —espetó Noah. Ese chico nunca aceptaba una derrota.

  —Es suficiente —dije.

  —Harry tiene razón —me apoyó Isabella— Vinimos aquí para pasar un momento agradable. Dejémonos de peleas ya.

  —Hazle caso a Isabella —responde el tipo. ¿Quien era y por qué sabía su nombre?

  —Isabella, ven —Noah se la llevó lejos de nosotros.

  —¿Quienes son ustedes? —encaré al tipo. No pareció inmutarse.

  —Somos de Janesville —sonrió—Viejos amigos —fue lo único que me dijo para después irse donde su grupo, quienes solo se reían de lo que había pasado. Me volví al coche, a la espera de que Isabella terminara de hablar con el idiota de Noah. Ese grupo me daba mala impresión.

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