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Capítulo 21: El hombre en el hotel de aquella noche

Con un estado de ánimo caótico y ansioso, Rosaura no tomó el metro, sino que tomó directamente a un taxi a la empresa.

En lugar de presentarse en el Departamento de Diseño, fue directamente al piso del presidente.

Nada más salir del ascensor, se encontró con Jorge.

Rosaura le preguntó rápidamente:

—Asistente Jorge, ¿dónde está el señor González?

—¿Estás buscando al señor?

Jorge la miró y sonrió.

Luego él dijo:

—Yo también voy a buscarte. El señor te está esperando en la azotea. Puedes ir.

Al escucharlo, Rosaura se preguntó ¿por qué la buscaba Camilo?

Ella no pensó mucho en ello, de todos modos, ahora quería encontrarlo.

Jorge acompañó a Rosaura a la azotea, pero él no salió del ascensor, en cambio, tomó el ascensor y bajó.

En la azotea había una cafetería al aire libre, donde los empleados podían descansar.

Pero en ese momento, el café estaba tranquilo. No había ninguna persona, ni siquiera un camarero.

Rosaura entró y vio a Camilo en el mejor lugar de la azotea para disfrutar del paisaje.

Estaba sentado con elegancia, su cara de perfil se veía hermoso y noble.

Pensando en lo que iba a decir, Rosaura se puso un poco nerviosa, ella respiró profundamente antes de armarse de valor y se acercó.

Se sentó frente a él y le preguntó con cortesía:

—Señor González, ¿me estás buscando?

Camilo puso el café en la mesa, la miró con una mirada complicada durante un rato y luego dijo con voz baja:

—En realidad, el hombre con quien te encontraste en el Hotel Saopi es…

—¿Sabe lo que pasó esa noche?

Rosaura se quedó sorprendida.

Hasta ahora, ella se dio cuenta de que aquel hombre debería ser un hombre rico y poderoso, él había intentado por todos los medios averiguar quién era ella. Por supuesto, como jefe del Hotel Saopi, Camilo lo sabía esta cosa, tal vez, él sabía que la mujer era ella antes que ese hombre.

Apretando los puños con fuerza, Rosaura dijo en tono bajo:

—Señor González, he acudido a ti por lo sucedido aquella noche. ¿Puedes ayudarme?

Su voz se llenó de suplicación.

Al ver la sinceridad y el miedo en su cara, el rostro de Camilo se ensombreció, se dio cuenta vagamente de algo.

—¿Qué puedo hacer por ti?

Rosaura se sintió muy avergonzada de decirle a Camilo lo que había sucedido aquella noche.

Ella abrió la boca con dificultad:

—No quiero que me encuentre ese hombre, tampoco quiero tener nada que ver con él en el futuro. Pero mi pendiente fue dejado en la habitación del Hotel Saopi, que puede averiguar mi identidad, no puedo dejar que ese hombre lo consiga. Señor González, ¿puedes hacerme un favor? Dame el pendiente, o dame la autoridad de la habitación para conseguirlo por mí misma.

El rostro de Camilo se puso aún más feo y su voz se volvió ronca.

—¿Ya no quieres tener nada que ver con él? —preguntó Camilo fríamente después de hacer una pausa—, ¿le odias?

—Por supuesto, me acostó cuando estuve borracha, es un completo cabrón —le contestó sin hesitación.

Había un evidente asco y miedo en la expresión de ella.

Si no fuera un hombre peligro, definitivamente le daría una paliza.

La expresión de Camilo se veía extremadamente fea.

Con los labios cerrados, bine sentado, él era como una escultura de hielo ahora que daba una sensación fría.

Al ver que Camilo no hablaba, Rosaura no estaba segura de su actitud, por lo que preguntó con inquietud:

—Señor González, ¿me ayudarás? Ahora soy tu prometida nominal. Si me relaciono con ese hombre, no será bueno para tu reputación.

«¿No es bueno para mi reputación? Realmente sabes cómo pensar por mí.»

Camilo miró a Rosaura con los ojos oscuros, revelando un sensación extremadamente peligrosa.

Rosaura se sintió incómoda bajo su mirada, se preguntó si dijo algo malo.

Estaba muy confusa, así que continuó persuadiéndolo:

—Señor González...

Sin querer escucharla más, Camilo dijo con una expresión fría:

—Recibirás el pendiente pronto.

Terminando de hablar, se levantó y bajó las escaleras.

Rosaura se quedó atónita por un momento, mirando su alta espalda, finalmente soltó un suspiro de alivio.

Aunque Camilo sólo dijo que le daría el pendiente, ella sabía que si Camilo ya se había enterado de esta cosa, el Hotel Saopi ya no ayudaría de forma incondicional al hombre.

De este modo, ella estaría más segura.

Para celebrar salir de peligro por momento, y por la calificación del diseño de moda del presidente de Rosaura, Gloria propuso ir al bar.

El bar Duque, el lugar de entretenimiento favorito de los jóvenes de la Ciudad del Sur.

Había la música estridente aquí, y muchas personas bailaban en la pista de baile.

La escena era muy excitante.

Gloria llevó a Rosaura a través de los asientos y se dirigió hacia la pista de baile.

—Rosaura, vamos a bailar.

—Pero no sé cómo.

—Yo te lo enseño.

Gloria se detuvo de repente.

Ella miró fijamente al reservado VIP.

—Oye, es Camilo González.

Rosaura siguió su mirada y vio a varios jóvenes sentados en asientos VIP extremadamente lujosos, y Camilo estaba sentado en un sofá aparte.

La luz parpadeante le daba algo de misterio y nobleza.

Como si presintiera algo, Camilo levantó la vista en dirección a Rosaura.

En un instante, ellos se miraron mutuamente.

El corazón de Rosaura latió violentamente, como si ella hubiera hecho algo malo, rápidamente movió la mirada.

Tomó la mano de Gloria con inquietud y caminó en la otra dirección.

—¿Rosaura?

De repente, la voz de Roberto sonó desde detrás de ella.

Rosaura se detuvo, quiso fingir que no lo había oído y seguir caminando.

Sin embargo, Gloria la detuvo y sonrió ambiguamente.

—Ese hombre está saludándote, ya viene hacia aquí.

Roberto se paró frente a Rosaura, y luego dijo con una sonrisa:

—Rosaura, qué casualidad, ¿has venido a divertirte?

—Sí, qué coincidencia.

Rosaura asintió avergonzadamente.

—Camilo también está aquí. Ya que nos encontramos, ¿jugamos juntos?

—No...

Rosaura estaba a punto de negarse cuando Gloria la interrumpió, le dijo a Roberto con una sonrisa:

—Bueno, es más interesante que haya más gente.

Rosaura se quedó sin habla, se preguntó si esta mejor amiga era una traidora.

Ya que Gloria había aceptado la invitación, Rosaura no tuvo más remedio que seguir a Roberto. Con sólo una mirada, vio al hombre sentado en silencio.

Había muchas mujeres en el reservado que lo miraban sugiriendo alg.

—Rosaura, ¿a qué esperas? Siéntate.

Roberto empujó a Rosaura hacia el sofá donde se sentaba Camilo.

Excepto en el compromiso, Rosaura no se había acercado a Camilo en público.

Mirando a este hombre guapo, no pudo evitar ponerse nerviosa.

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