Capítulo 3
El domingo mi madre insistió en ir a la iglesia de la cuadra, quería dar sus diezmos como promesa a Dios por la prosperidad que había tenido en su negocio, y como le había estado funcionando desde hacía muchos años, lo seguía haciendo. Me puse el vestido semi elegante y como todos los días me recogí un moño en el cabello, por más polvo y labial que me echara, mi rostro parecía igual que siempre, nunca me había sentido tan fea o por lo menos nunca había pensado que era tan fea hasta ahora.
— ¿Estás bien? —preguntó mi mamá cuando tomamos asiento en las butacas del medio para esperar a que comenzara.
— ¿Soy fea? —pregunté. Mi madre frunció el ceño y parecía intentar comprender por qué le preguntaba tal cosa.
—Claro que no —dijo—, eres hermosa, que nadie te diga lo contrario, si ese chico Bryton no se fijó en ti...
—Brian —corregí.
—Como se llame, es un idiota por no ver lo especial que eres.
Asentí con la cabeza, pero solo lo decía porque era mi madre, ella tenía el cabello rubio y ojos profundamente azules, era hermosa en lo que cabe de una belleza comercial, en cambio yo, era igual a mi padre, con esto no digo que fuera feo, pero su cabello era negro y sus ojos marrones, mi cabello era muy largo y abundante, así que prefería amarrarlo porque me daba flojera peinarme, era alta al igual que ellos, pero ahora eso me hacía sentir como un poste averiado donde todos lo veían y detallaban los defectos.
Observé a la señora y el señor Craft caminar por el lado derecho de la iglesia y tomar asiento en una de las primeras butacas, detrás de ellos iba Habacuc y Calvin, no sabía que ellos asistían a la iglesia, Habacuc estaba vestido con un elegante smoking al igual que su padre, sin embargo Calvin parecía que apenas se hubiera levantado y se colocó la primera franela que encontró, aunque le quedaba a la perfección resaltando toda su musculatura, los tatuajes de sus brazos parecían gritar “mírenme”, todos volteaban y murmuraban entre sí, de seguro por los tatuajes y su falta de elegancia para venir a la iglesia, sentía pena ajena por Calvin y a la vez admiración de que no le importara lo que dijeran de él.
Seguidamente mi mirada se desvió hacia la pareja que acaba de entrar y buscaban asientos con la mirada, sentía que el suelo se abría bajo mis pies y un extraño vacío se abría en mi estómago cuando detallé que se trataba de Trami, tomaba de la mano a mí Brian descaradamente mostrando con orgullo que estaban juntos.
¿Pero es que a todos les dio por buscar de Dios hoy?
Por más que intentaba enfocarme en el servicio, mis ojos se desviaban a las sonrisas, gestos y cariños que hacían entre ellos, sentía mi corazón partirse a cada segundo, tres años ilusionada con Brian, tres años deseando estar como estaba mi ex mejor amiga Trami en este momento con él.
Cuando terminó el servicio, mi madre se quedó hablando con el sacerdote Requena porque quería... en realidad no sé qué quería preguntarle, me imaginaba que cosas de Dios o de como poder dormir en la noche (se le hacía difícil desde que papá murió), mientras tanto, me quedé sentada en una butaca revisando las redes sociales en mi teléfono, era tan aburrido usar Facebook ahora que no tenía a Trami para bromear o etiquetarnos en memes graciosos, tuve que resistir la idea de desbloquear a Brian y revisar su perfil como siempre hacía, así que preferí apagar el teléfono y pensar en cualquier otra cosa antes de ponerme a llorar.
Mi mirada se cruzó con la de Calvin cuando lo vi acercarse hasta donde yo me encontraba, la comisura de su labio se alzó un poco rebelando una ligera sonrisa que ahuecaba los hoyuelos de sus mejillas, sus ojos entrecerrados intensificaban su mirada en mí, me removí incomoda sintiendo como se me entrecortaban la respiración, era demasiado hermoso como para ser real, parecía justo lo que era; toda una super estrella del deporte.
—Como no adivinarlo —dijo—, la desaliñada chica que da clases de matemáticas, también va a la iglesia los domingos, que cliché.
Fruncí el ceño, y giré los ojos mientras enfatizaba mi disgusto cruzándome de brazos.
—Si intentas ser simpático, tienes que saber que no funciona.
—Al igual que tu exótico baile de ayer —dijo—, todo un espectáculo.
Sentí mis mejillas cosquillar, eso me pasaba antes de que todo mi rostro se sonrojara como un tomate. Él soltó una ligera carcajada mientras bajaba la mirada a su teléfono, extrañamente lucía muy juvenil cuando parecía relajarse, de repente se sentó a mi lado y su embriagante perfume me llevó a Saturno por un momento y me bajó haciéndome sentir nerviosa de su cercanía, se inclinó hacia mí entrecortando mi respiración por la intromisión de mi espacio personal, y me mostró la pantalla de su teléfono.
—Tienes buenos movimientos —dijo.
Bajé la mirada a la pantalla de su teléfono y me quedé estupefacta, me había grabado justo cuando me quitaba la camisa para pasear las manos por mi cuerpo y me tocaba sobre el sostén estrujando mis pechos, le había hecho tanto zoom que parecía que me grababa desde mi habitación y su teléfono era tan actualizado —para no decir costoso—, que la imagen era completamente nítida.
— ¡Mierda! —Expresé y cubrí mi boca al recordar que me encontraba en una iglesia— ¿Qué pasa contigo? ¡Borra eso!
— ¿Por qué? Ahora eres famosa —continuó Calvin, no sabía a lo que se refería hasta que se salió del video y pude ver que se trataba de una publicación de su Facebook, tenía casi tres mil reproducciones, muchos comentarios y reacciones.
Me iba a dar un ataque al corazón.
—Dime que no subiste eso a tu Facebook —murmuré en un hilo de voz—, dime que no lo hiciste. Mi vida no puede ser destruida en menos de tres días... por favor.
Calvin alzó la mirada y notó mi real angustia, pero antes de que probablemente preguntara a lo que me refería, nuestras miradas se desviaron hacia la persona que me tocó el hombro casi con nerviosismo, sobresaltándome de la impresión.
Hablando de personas que me destruyeron la vida...
—Hola, Claus —dijo Trami, sus ojos pasaron de mí hacia Calvin y pareció débilmente confundida.
La conocía tanto que sabía que le había parecido completamente atractivo y se preguntaba seguramente qué hacía sentado a mi lado tan cerca. De repente observé que mí Brian Cannoli se acercó y me saludo con una débil sonrisa, esa sonrisa que me volvía loca, ese simple saludo que me dedicaba eventualmente, que me hacía repetirlo en mi cabeza y me hacía tener fantasías cada día, lo peor era saber que él sabía que siempre estuve enamorada de él y yo nunca le parecí atractiva.
Demasiadas emociones para un solo instante, mi voz se había perdido, mis ojos se cristalizaron de saber que ellos estaban juntos y que él la prefirió a ella por ser hermosa antes que a mí; la desaliñada.
Aclaré mi garganta pero el nudo se apretaba cada vez más, me faltaba el aire, mi corazón latía demasiado rápido. ¿Qué le hizo pensar que quería hablar con ella? ¿Qué le hizo creer que quería volver a verla?
Vete, vete, vete, perra sucia.
— ¿Claus Harrison? —Murmuró Calvin posando nuevamente su mirada en su teléfono—, perfecto, ahora sí serás famosa.
No sabía cómo Calvin supo mi apellido, ni siquiera me importaba, miré a Trami, miré a Brian, quise sonreír, golpear, o decir algo con lo que saliera victoriosa de mi humillación, pero no podía hablar.
Me levanté y caminé hacia la salida de la iglesia donde ya casi todos se había ido, caminé rápido calle abajo en dirección hacia mi casa, necesitaba encerrarme, gritar o romper algo.
— ¿Por qué saliste así? —la voz a mis espaldas me sobresaltó y observé que se trataba de Calvin.
¿Por qué me seguía? No entendía su raro interés por no dejarme en paz, a lo mejor no tenía ningún amigo aquí y mataba el fastidio conmigo, pero yo no estaba de ánimos. Lo ignoré mientras seguía caminando y él me alcanzó manteniendo mi paso.
—La chica que dejaste allá —agregó— parecía que iba a llorar cuando te levantaste y te fuiste.
Me voltee y quise gritarle todo lo que me pasaba por la mente pero mis ojos comenzaron a desbordar las lágrimas y solo aceleré mis pasos, sin embargo, Calvin me tomó de la muñeca y me obligó a detenerme, sus ojos observando mi rostro con curiosidad, al parecer no había notado mi ánimo depresivo hasta ahora.
— ¿Estás llorando?
Entrecerré mis ojos y le hice la mueca más petulante que podía demostrar por su pregunta tan estúpida.
—Sí, estoy llorando —mi voz iba en ascenso—. Esa chica que estaba allá era mi mejor amiga hasta el viernes, cuando me enteré que se había estado acostando desde hace tres meses ¡con el chico del cual había estado enamorada desde hace tres putos años!
Calvin dio un paso atrás cuando prácticamente me había inclinado hacia él para explotar mis pensamientos en su cara, me eché hacia atrás completamente avergonzada.
—Lo siento —intenté limpiar las lágrimas que cubrían mis mejillas con la palma de mis manos—, tú no tienes por qué escuchar toda esta porquería.
Él pareció de repente bajar la guardia un poco y pude ver algo de lastima asomarse. Lo que faltaba, no quería que las personas me miraran de esa forma, me sentía más patética.
—Tienes razón, no tengo por qué escucharlo, pero... tal vez merecías que pasara esto.
¿Qué yo lo merecía qué?
Maldito, maldito, maldito.
En este momento estaba en mi fase depresiva de: “si no me apoyas, jódete”.
—Púdrete —dije entre dientes y comencé a caminar, sin embargo él me siguió el paso.
—Escúchame, tal vez te merecías esto porque necesitabas ver que tu mejor amiga no era realmente “tu mejor amiga” —dijo—, y que ese chico no era realmente “tu verdadero amor”. Es una de las muchas decepciones que tendrás a lo largo de tu vida.
—Ya, claro, no me digas el: “todavía eres joven” estoy harta de escucharlo —dije—, ella insinuó que él estaba fuera de mi alcance, y que mi fealdad resaltaba su belleza, es una perra, ¡perra Trami!
El sonido de nuestros pasos eran los que retumbaban en la calle a medida que caminábamos, e impensablemente Calvin soltó una ligera carcajada, lo miré frunciendo el ceño, ¿Cómo podía reírse en un momento así?
—Bueno, deberías vengarte, tal vez demostrarle a la perra Trami que eres una fuerte competencia —dijo—, ocúpate de buscar amigas de círculos sociales importantes, arregla tu imagen y haz que Brian la cambie por ti.
¿Qué Brian la cambiara por mí? Lo creía una misión imposible, ellos parecían amarse con locura en tan poco tiempo.
—No, no sería capaz —dije—, ni siquiera sabría cómo iniciar, había estado detrás de Brian desde hace tres años y solo hace cuatro meses atrás decidí hablarle... creo que mi error fue hablar tanto de lo maravilloso que me parecía, Trami comenzó a verlo como yo lo veía y...
Mi voz se entrecortó, ¿me estaba echando la culpa? No, la única culpable era Trami por tan alta traición, me había roto el corazón por completo, me quedé sin mi amor platónico y sin mi mejor amiga.
Fui deteniendo mis pasos cuando ya estaba frente a mi casa, casi sentí decepción de haber llegado, quería extrañamente seguir hablando con alguien para variar.
—Bueno, si cambias de opinión, sabes que vivo justo al lado de tu casa, al menos por esto tres meses —me guiñó un ojo y siguió caminando hacia su casa, ese simple guiño me hizo sonreír débilmente, dándome la absurda ilusión de que él pudiera interesarse realmente en una chica como yo.
Negué con la cabeza puede que solo necesitara enfocarme en otras cosas, dejar todo atrás y no pensar más en el cambio brusco que había dado mi vida en tan poco tiempo.
Cuando entré a mi casa me derrumbé en el mueble de la sala y le envié un mensaje a mi mamá para que supiera que me había ido de la iglesia sin ella, sin embargo fruncí el ceño al ver que tenía una notificación de Calvin Craft en Facebook, cuando la abrí, el teléfono se resbaló de mis manos y cayó en mis piernas de la impresión, no podía ser verdad, me había etiquetado en el video que subió y ahora tenía cien mil visitas.
