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en prendas. Dinero que nos dan nuestros padres para intentar compensar el tiempo que nos dan.
Me acerco a ella al mismo tiempo que Carmen, y sonrío cuando Alice levanta un vestido oscuro con diminutas lentejuelas. El área del cuello en el frente tiene pequeñas piedras preciosas, enmarcando una especie de curva excepcionalmente hermosa y destacando lo pequeña que es. Es una pieza de textura, ya que por detrás no parece que cubra mucho, pero a ella le encanta y trato de echar un vistazo a lo bonito que es. Examino el vestido como si fuera un especialista en él y asiento la cabeza.
—Es diminuto, trato de evitarlo—. Dicho esto, giro y los dejo a ambos allí. Alice me ignora como si estuviera molesta con mi respuesta. Evidentemente, deja el vestido donde estaba y sigue luciendo. No soporto cuando intentas buscar tus preferencias y no contemplas las mías, estamos aquí para comprar un vestido. No al revés.
—¿Cuál es tu opinión sobre esto?— Carmen pregunta, levantando un vestido blanco. Su cabello rojo fuego resalta muy bien de ese tono. Bien podría ser un vestido para ella, no tanto para mí.
—No lo creo.— Mi breve respuesta le hace esbozar una maceta, sin embargo deja el vestido y sigue mirando. No están seguros de por qué necesito comprar un vestido ahora cuando claramente tengo miles en mi guardarropa. De hecho, en realidad tampoco tengo la respuesta a esa pregunta, pero comprendo perfectamente que mi anhelo de aventurarme hoy fuera de casa afectó extraordinariamente la elección. Jorge, seudónimo de —el galán tonto de mi mamá—, paseaba como si fuera el dueño de la casa. Tuve que tirarle el teléfono a la cara cuando pasó junto a mí y no me miró, sino que marqué el número de chicas para conocer y aquí estamos. Mientras que mi madre probablemente esté jodiendo con ese conducto de caca en casa.
Voy al lado opuesto de la tienda notando la cantidad de vestidos que hay. Ninguno me llama la atención, ninguno me aturde. Preferiría no comprar nada.
Tomo un vestido rojo del montón y lo miro por todas partes. El rojo es mi sombreado #1. Al examinarlo, entiendo que está hecho de una textura exigua que muy probablemente se adhiere al cuerpo. Tiene un solo lazo en el hombro derecho, lo que me deja saber que el otro hombro está libre. el escote
se ve bien y no es de ninguna manera notable. Es simplemente algo que nunca podría usar, pero me encanta el color. Lo necesito.
—Este es el correcto.— Sonrío cuando veo una rosa extremadamente hermosa en el lado del hombro derecho, está hecha de una textura similar a la del vestido: seda brillante. Como es rojo, la delicada textura se enfoca bajo el increíble brillo de la luz, atrayendo la atención de los demás cuando lo veo encantado.
—¡Dios mío, es maravilloso, Nelson!— Carmen sonríe extremadamente entusiasmada por mi decisión. Estoy sentado.
—¿Vas a tomarlo?— —pregunta Alice, cruzándose de brazos. Le doy la vuelta al vestido y veo la marca: $999 dólares. Cerré los ojos desanimado porque no tengo ese dinero para gastar. Mi plan financiero no llega a la mitad ya que necesito pagar los costos de mi hermano menor. No necesito gastar tanto dinero en efectivo en un vestido. Obviamente lo tengo, pero no quiero ponerlo en esa pieza de textura.
Estoy viendo.
—No puedo llevármelo conmigo—, le digo, mirándolo con anhelo. Las jóvenes me miran, así que trato de poner una cara genuina. También es muy poco para siquiera pensar en costar así. Trato de evitarlo.
Alice echa un vistazo al vestido con una sonrisa cambiante, satisfecha.
—Afortunado, sí—. Alice toma el vestido de mis manos y lo lleva a su pecho, sonriendo. Su cabello claro rebotando en la cola de su cabello mientras lo investigaba. ¡Me encanta!
Sin pensar en ello, lo lleva al secretario, de todos modos, no va a intentarlo. Carmen sonríe siguiendo a Alice y me deja allí.
Perra.
Por lo general, necesita apostar y tener las cosas que necesito.
Voy a la pausa pasada y observo el vestido oscuro de lentejuelas con desdén. Lo saco del perchero y me dirijo al empleado. Alice me mira con espanto cuando vio que llevo puesto el vestido que parecía querer minutos antes. Actualmente yo soy la persona que lo tendrá. Hago lo que sea necesario para no fruncir el ceño cuando el agente me dice que son $699. Le doy mi tarjeta de crédito y trato de ignorar el dolor de deseo que me consume cuando Alice levanta el vestido rojo y me sonríe alegremente mientras paga $999 por él.
Confío en que perdure.
¿A qué te dedicas?
En el momento en que entro en la valla que impide el paso a mi casa, dejo escapar un murmullo por fin estar aquí. Solo me quedan como tres horas para que las señoritas regresen a casa con el objetivo de que Julio, mi chofer, nos lleve a la fiesta. Alonzo me da la bienvenida con una dulce sonrisa desde su entorno de trabajo en el jardín exterior. Salgo de mi vehículo y le doy la bienvenida al jardinero, lo conozco desde hace mucho tiempo y me doy cuenta de cuánto me mira. A pesar de ser una persona más establecida, le gusto mucho, más que a mi madre, y me trata como si fuera su jefe. Lo que hace que me guste mucho más.
Entro a la casa y lo primero que escucho son gemidos. Gemidos que parecen provenir de la habitación. Con los tacones temblando sobre el piso de mármol, camino rápidamente, tomándome un inesperado cuando vi a mi mamá acerca de un hombre.
Alejandro.
Él está de espaldas a mí, pero puedo ver la esencia de Megan, que rebota de principio a fin sobre su amor empapado en sudor. No tengo ni idea de por qué han llegado los tornillos, pero la escena me impacta.
—Quítate la caca que estoy a partir de ahora en casa—. El gemido de mi mamá se transforma en un chillido de miedo. Su novio gira la cabeza y no me caigo del trasero ya que estoy sosteniendo mi teléfono móvil. En la mecedora hay otro hombre que no es Alejandro. Sin embargo, Jairo, el sobrino de Alonzo, nuestro trabajador de la guardería, que se ocupa de la casa. La persona que ayuda a Julio cuando no está y que se encarga de la seguridad de esta casa desde que lo reclutamos hace un tiempo. Miro horrorizado cómo se levanta y se pone la ropa a toda prisa, humillado, mientras mi mamá se cruza de brazos cubriendo sólo sus senos. ¿Que esta pasando aqui?
Los miro a los dos, pero no puedo ocuparme de mis contemplaciones. Esto me supera.
—¿Por qué estás aquí?— pregunta con todo el descaro del planeta, como si yo fuera la persona que está haciendo algo mal.
—De hecho, recientemente he hecho algunas compras—. Pero la consulta aquí ¿haces jodiendo con Jairo cuando tu amorcito es Alejandro? ¿No es suficiente para ti y esa es la razón por la que buscas a otra persona? – suelta de rabia, mirándola sin tener opción a confiar en esto.
Ella se ríe.
—Jorge no es mi amor—. en ese momento elige ponerse el jersey que está en la parte trasera de la mecedora—. Y simplemente estoy pasando buenos momentos, cariño. No estoy haciendo nada malo.
Poco a poco me acerco a ella, pasando por alto a Jairo que nos observa sin saber qué hacer. Esencialmente ahora está vestido.
—Tres como no pasas buenos momentos, simplemente se joden la vida—. —Veo el presente joder, a Jairo, con consideración—. Huye de mi mamá antes de que ella también arruine tu vida.
La madre finge exacerbación.