Capítulo 9
— Vamos hermosa, no te enojes… —
Le doy otro beso prohibido, solo para que se calle.
— ...Sabes que cuando no estoy de humor no tienes que insistir, pero no me ofendo, estamos entre amigos. ¿Verdad, Charlot? —
digo levantándome, sacando mi billetera para pagar mi coca, recibiendo una mirada sucia de ella también.
- ¿Adónde vas? ¡Pedí otra cerveza! —
— Si quieres beberlo, vete solo a casa. Mañana es el examen de trigonometría. —
— ¡ No voy a venir, esos pendejos ya me pajearon de todos modos! —
— ¿Por qué no vienes? Mañana apostamos que podré besar a ese, ¿cómo se llama? ¿Molinero? —
— ¡Dana, eres adorablemente malvada! ¡Tengo curiosidad por ver la cara de esa niña de cuatro ojos! —
¿Por qué siguen enojados con ellos? Golpeo el dinero sobre la mesa haciéndolo temblar.
— ¿Qué carajo tienes contra esos dos? -
- ¡ Oh nada! Piensas en cómo follarla, ya ha pasado un día, te quedan otros veintinueve. -
- ¿Qué? — Pregunta Charlot quien aún no sabía de la apuesta.
— ¡ Blehhh, si te jodes a ese, no me verás más! —
— Créame, ¡con mucho gusto prescindiría de él! —
— Lo siento Ethan, si tiras la toalla me deberás los cientos habituales. —
— No puedo pedirles más dinero a mis padres. ¡Tendré que hacer el esfuerzo! —
— Ella no es uno de nosotros, no puedes cambiar las reglas. Si lo haces, también puedes unirte a su grupo, ya terminaste con nosotros. — espeta Charlot, ofendido por esto. Disgustado.
— Oye oye… ¿estás loco? — se queja Roger abriendo mucho los ojos. Ok, corregiré la apuesta. Sólo tendrás que besarla en el baile, delante de todos y luego... humillarla. —
— Te lo concedo. ¡Será divertido! — Sonríe con satisfacción.
— ¡ Qué perra eres! —
— ¿ Problemas Ethan Hans? —
me pregunta Charlot pasando su dedo índice por mis labios bajando por mis abdominales hasta mi cintura. Bloqueo su mano evitándola y muestro mi sonrisa.
- ¡ Ningún problema! ¡Considéralo ya hecho! Voy. ¡Haz lo que quieras! —
Me alejo cabreado, parcialmente aliviado por el cambio de apuesta. Me atrae la idea de besarla, de saborear esa boca espléndida y embriagarme con su aroma pero luego tener que humillarla… no tengo que pensar en eso. ¡Malditas reglas! No puedo esperar para ir a Columbia.
Salgo con paso rápido y como me imaginaba me siguen como perritos, los conozco como la palma de mi mano y la idea de quedarse a pie y llamar a un taxi o incluso tomar el metro no es parte de sus estándares. .
Por supuesto una vez en el auto ya se han olvidado del factor apuesta, y se comportan con normalidad, es decir, Roger está haciendo el tonto en el asiento trasero con Charlot y Dana intenta hacerme cambiar de opinión nuevamente, ataca mi cuello y parece tener tentáculos en lugar de manos, tanto que después de dejarlos debajo de sus respectivas casas, le dejé divertirse un poco, pero no demasiado.
— Baja ahora. ¡Tengo que ir! -
- Bien bien. ¡Veremos si puedes rechazarme en Miami! —
— Quién sabe, tendré una amplia variedad de opciones, no tengo la esfera mágica... ¡un lugarcito para ti también, tal vez lo encuentre! -
- ¡ Estúpido! —
Se baja y cierra de golpe la puerta del auto ofendido, pero no me importa, ya que sé desde el principio que mañana por la mañana todo volverá a la normalidad.
Me despierto con el ruido que viene desde afuera de mi habitación, Luky sube y baja corriendo las escaleras en un frenesí para atrapar al gato que Kate decidió adoptar por capricho, no sé cuánto durará, parece ser su presa favorita. Acompañando los pasos pesados que provocan roce en el parquet se oyen los gritos de mi madre, ansiosa por los rayones que pueda provocar, y no puedo evitar maldecir. Todavía me quedaba un cuarto de hora antes de que sonara la alarma, pero ahora decido levantarme. Salgo de la habitación en boxers y allí está él, al verme, se detiene y se desliza hasta mis pies.
—¡Lucy ! ¿Aún no lo has recibido? ¡Eres un cobarde! —
—¡Ethan ! ¡Eres cruel! —
No noté la presencia de mi hermana, mirándome de reojo con los brazos cruzados sobre el pecho.
- Broma. Luky, ven conmigo. —
Camino hacia el baño pero él permanece inmóvil, señalando al gato.
—¡Lucy ! ¿Estás sordo? — le grito pero él permanece impasible.
— ¿Es posible que nunca hagas lo que te digo? —
— Si usaras otro tono tal vez te escucharía. —
— ¡ Es un perro testarudo! —
— Natasha siempre la escucha. —
Lo agarro por el cuello y lo arrastro al baño conmigo.
— Mientras tanto, llévate ese gato. —
Me encierro en el baño y mientras me lavo él se tumba en el suelo observando cada uno de mis movimientos.
— Entonces Luky, escuchemos… ¿cuál es tu excusa? ¿No me escuchas que nos conocemos desde hace años y hacemos todo lo que ese rostro angelical te pide? —
Bosteza, se estira y se recuesta en el suelo.
- ¿Te gusta, verdad? Te vi ayer como lo lamiste... —
Me cepillo los dientes y escupo en el lavabo mientras lo miro en el espejo. Ahora se ha sentado y parece entender lo que estoy diciendo.
— ...Te entiendo, lo sabes. Yo también haría con gusto cualquier cosa que él me pidiera… — Sonrío.
— Si tan solo me dejara lamerla. —
Ladra y mueve la cola y luego se levanta colocando sus patas delanteras en el fregadero.
— ¡Tienes suerte, no tienes que seguir esa estúpida y absurda regla de no mezclar cartas! —
Vuelve a ladrar y lo golpeo un poco.
— Luky, Luky… la próxima vez que saltes sobre ella, además de lamerla, huele su cuello… mhm huele muy bien. —
Me meto en la ducha y extrañamente él sigue tranquilo, ni siquiera ha mordisqueado la pata del taburete que tiene las marcas de sus dientes.
Como era de esperar llego al colegio y todo ha quedado igual, entro rodeado de chicas, pero al ver a Charlot desaparecen dejándole el privilegio de mi presencia.
Esta mañana están enojados con Danielle, una nerd bastante fea que, según ellos, babea detrás de Roger. La engañan diciéndole que le gustaría conocerla, pero cuando ella se acerca a ellos, empiezan a burlarse de ella delante de todos y, al intentar escapar, se topa con Brian que, desequilibrado, acaba chocando contra la nada. además del inseparable amigo de Natasha, que está sacando los libros de su casillero mientras habla con ella.
- ¡ Disculpe! — Siempre se disculpa con su amabilidad.
- ¡ Ningún problema! ¡Tengo hombros anchos! —
Ella lo mira y juro que le sonrió.
¿Lo que está mal con él? Hasta ayer parecía odiarlo. ¿No le gusta Natasha? Ella justificaría el cambio de actitud al descubrir que él no es su novio.
Se acerca a mí y le cierro los ojos.
- ¿ En ese tiempo? ¿Qué tienes que mirar? - Pregúnteme.
- Nada. ¿No te desagradaba? —
Me hace una mueca y se encoge de hombros mirando hacia ellos, lo hago a un lado y le rodeo los hombros con el brazo.