Capítulo 3: Avances
Mi madre y Roberto se fueron hace una semana, dejándonos a Sergio y a mí solos en la casa. Al menos nos dejaron mucho dinero para cubrir nuestras necesidades de comida, los cuales pensé que se nos acabaría muy rápido solo comiendo comida chatarra como pizza o hamburguesas para el almuerzo, porque yo no sé cocinar, pero afortunadamente, Sergio si sabe y lo hace muy bien.
No hemos hablado mucho desde la conversación más larga de la vida en su habitación, pero al menos ahora me responde con palabras, eso es un avance, pero quiero más, necesito más. Extraño su voz, desde ese día que conversamos mucho descubrí que me encanta su voz y quisiera escucharla más a menudo. Un día se lo dije y él solo respondió con una gran sonrisa. Otra cosa que me encanta de él y que también cuenta como avances. Sonríe mucho cuando está conmigo y me encanta hacerlo sonreír. Tal vez no me hable, pero con que me regale una sonrisa como la que me regala cada vez que le digo algo gracioso o inocente, me basta y me sobra.
Hoy es viernes en la mañana y estoy con mucho sueño ya que anoche me quede jugando Call of duty con todos mis amigos hasta las 5 de la mañana. Ahora son las 3 de la tarde y aún estoy con mucho sueño. Me digo a mí misma que seguiré durmiendo cuando siento que alguien toca la puerta.
- ¡Pase! - grito mientras me acomodó más en la cama para seguir durmiendo.
No me doy cuenta de quién es- aunque es un poco obvio- hasta que siento una risa en el marco de la puerta. ¿Una risa? Sergio nunca se ríe, solo sonríe, pero esto es claramente una risa ¿Será de verdad Sergio?
-Eso te pasa por quedarte jugando toda la noche- me dice Sergio, con su voz grave y profunda, pero esta vez un poco más alegre que de costumbre.
Me doy vuelta para poder verlo. Es la frase más larga que le he escuchado en una semana y no voy a desperdiciar este momento solo por el sueño.
- ¿Cómo sabes que me quedé jugando? - le pregunto sentada en mi cama.
Él se acerca a ella y se sienta frente a mí, tal como hace una semana atrás, pero con los papeles invertidos y una habitación diferente.
-Te escuché- me dice tranquilamente- Gritabas cada vez que perdías. En verdad era muy divertido.
-Pues me alegro haberte divertido con mis tontos gritos de fracaso- le digo con una sonrisa en mi cara, al igual que la que tiene él.
Me inclino un poco más adelante para quedar más cerca de él. No sé lo que estoy haciendo, pero necesito tenerlo un poco más cerca.
Él parece percatarse de la cercanía, porque veo como sus músculos se tensan, pero no se aleja de mí y eso hace que me den unas cosquillas en el estómago que no puedo explicar.
-Tomando en cuenta que gritaste casi toda la noche, debo decir que eres una pésima jugadora- dice y se inclina un poco más a mí en plan ¿coqueto?
¿Qué está sucediendo aquí? No sé, pero me gusta.
-Al menos sé que soy mejor que tú jugando Call of duty- digo también en plan coqueto.
Esto ya me está asustando, pero lo empecé yo, no puedo alejarme ahora. Mierda, tampoco quiero hacerlo ¿Qué me sucede?
-Soy muy bueno en ese juego- dice mientras se para de la cama, alejándose de mí y dejándome suspirar. Estoy nerviosa.
-Pues hagamos un campeonato esta noche- le digo esperando que diga que sí.
¿Qué mejor que pasar una noche jugando con Sergio? Al menos lo haría hablar. Ya lo estoy haciendo hablar.
-Está bien- acepta sin pensarlo demasiado- pero ahora es la hora del almuerzo, vístete y baja. Hice bistec con arroz.
Y cierra la puerta de mi habitación, dejándome sola, confundida y con el corazón latiendo a mil por hora.
Para sacarlo de mi mente- y todo lo que había pasado en los últimos minutos- decido darme una ducha fría. Total, es verano y hace mucho calor. Busco ropa y me decido por unos short negros y cortos- los más cortos que tengo- con una playera roja ajustada y mis infaltables Vans negras.
Me baño, me visto y bajo a comer junto con Sergio, quien juro que por un minuto se quedó como baboso viéndome bajar por la escalera, para luego ruborizarse. Pero hago como si no me hubiera dado cuenta de aquello.
Comemos y luego cada uno se va a su habitación. Yo no puedo dejar de pensar en él y quiero hablar con Sergio. Se me ocurre una idea que, a pesar de que me va a costar caro y tendré que esforzarme mucho, podría funcionar, es más, sé que funcionará.
Le pediré prestado un libro, total, tiene miles.
¿El gran problema? No me gusta mucho leer, o al menos, aquellos libros que en el colegio nos obligan a leer no son de mi agrado. Pero tendré que leer para así poder entrar y hablar con Sergio.
Me dirijo a su habitación y por primera vez- lo sé soy una entrometida- toco la puerta.
- ¡Pase! - grita Sergio y yo entro mientras él me dice- Puedes entrar cuando quieras, no tienes que tocar.
-Gracias- le contesto.
Estoy más que feliz por la confianza que estamos teniendo de repente. Me encanta.
-Sergio- digo un poco nerviosa, creo que lo que había pasado en mi habitación me había dejado los nervios de punta y el nerviosismo no se va- ¿Te puedo pedir un favor?
-Claro- contesta- ¿Qué necesitas, Lianna?
¿Lianna? Odio que digan mi nombre.
-En primera, que me digas Lía- digo mientras él se ríe- y segundo, ¿un libro?
Sergio parece sorprenderse, pero a la vez ponerse feliz y se levanta de su cama para ir a su estantería de libros.
- ¿Uno en especial? - pregunta Sergio mirándome
-No- digo ya con mucho menos nervios- Recomiéndame uno.
El ríe y toma un libro, para mi desgracia, gigante. Mierda, lo que hago para que me hables Sergio Orozco.
-Toma- dice ofreciéndome un libro que se lee en su portada: Cazadores de sombras. Ciudad de hueso.
-Gracias- le respondo y salgo de su habitación.
5 HORAS DESPUÉS.
Mis ojos me duelen. Creo que voy a matar a Sergio por haberme pasado un libro tan largo y a la vez tan bueno, hipnotizante y obsesivo. Después de 5 horas de lectura, por fin he terminado el libro... y necesito la secuela. Son las 9 de la noche, pero estoy segura de que puedo seguir leyendo. Tomo el libro y voy a la habitación de Sergio, en la que entro sin tocar, como él me pidió.
No está allí, pero no me importa eso en este minuto. Sólo quiero ver si tiene la secuela de la historia. Así que me voy a la estantería de libros y busco la secuela. ¡Ahí está! junto con todos los libros de la saga. Dejo el primer libro en su lugar y saco el segundo. Ciudad de ceniza. Es cuando siento una puerta cerrarse detrás de mí. Sergio.
- ¡Sergio! Perdón por entrometerme solo buscaba el segundo libro de...- digo y quedo a mitad de la frase, ya que cuando me di vuelta me encontré con un Sergio mojado y tan solo con una toalla enrollada en su cintura.
Inmediatamente me doy vuelta para dejar de mirarlo, pero la imagen de su pecho desnudo y sus músculos al aire están grabadas en mi cabeza. Mis malditas hormonas de adolescente se mueven por todas partes y estoy muy nerviosa.
-Perdón- digo casi en un susurro- no pensé que estuvieses aquí ni sabía que te habías bañado. Sólo me iré tranquilamente y...
Nuevamente soy interrumpida, pero esta vez por unas manos frías que me hacen darme la vuelta y me encierran para quedar atrapada entre la estantería y su cuerpo, aun siendo tapado por solo la toalla.
-Te gustó el libro, ¿verdad? - me dice mirándome a los ojos, inspeccionándome- Has leído toda la tarde y no sabía que usabas lentes.
Mierda. Olvidé sacarme mis horribles lentes de lectura. Intento sacármelos, pero Sergio me inmoviliza las manos.
-Me gusta cómo te ves, no te los saques- dice y luego se aleja un poco- Puedes llevarte el segundo si quieres y cada vez que termines otro ven a buscar el que quieras. No te preocupes.
-Gracias- digo mientras él se aleja por completo, pero yo no quería eso, lo quería cerca.
No sé lo que hago. En absoluto. Mi cabeza ya no está pensando, solo actúa según lo que mi cuerpo quiere... Y mi cuerpo lo quiere a él.
Tomo su mano haciendo que se acerque nuevamente a mí. Él parece captar lo que quiero y vuelve a encerrarme con sus manos y de espalda a la estantería. No sé qué fuerza nos poseyó a ambos, pero nos acercamos poco a poco, sintiendo nuestros alientos fusionarse, nuestras respiraciones siendo una y hasta sentimos el corazón del otro, o al menos, yo siento el de él, el cual estaba latiendo con mucha rapidez.
Sergio toma mi cabeza entre sus manos y acerca su boca a la mía. Está pasando. Me va a besar... y yo quiero que me bese. No me importa si es incorrecto, solo quiero que Sergio me bese. Y eso hace mientras juntamos nuestros labios, fundiéndonos en un beso tierno y cariñoso. Agarro su cintura para poder acercarlo más a mí y él hace lo mismo con mi cabeza... Es el mejor beso que he dado en mi vida.