Capítulo 5 — Acepto
Alma se quedó paralizada, ¿Ese hombre le estaba ofreciendo el dinero para la cirugía de su madre a cambio de hacerse pasar por su novia por unos días y simular casarse con él?.
Eso le parecía muy bajo, pero, por otra parte, ella deseaba ayudar a su madre, deseaba obtener ese dinero de alguna manera y había pasado toda la tarde orando y pidiendo encontrar alguna manera de poder hacer esa operación.
¿Quizás, este sería su milagro?.
— ¿Entonces? ¿Qué me dices? ¿Es un trato?. — Volvió a repetir Edan.
Ella titubeó, todavía confundida, cuando, un momento después, apareció Mateo en la cafetería, el doctor que atendía a su madre, llamando a la señorita Alma Contreras, la familiar de Luz Rivas.
Edan la soltó cuando vio al médico que caminaba hacia ellos, Mateo se fijó de la escena entre Alma y su acompañante, a quien miró con cierto recelo.
— Alma. — Mateo se acercó a la joven. — ¿Tienes un minuto?.
— Cla… Claro. — Ella volteó hacia Edan un segundo, pero no dijo nada, se alejó acompañada de Mateo. — ¿Sucede algo, doctor? ¿Paso algo con mi mamá?. — Preguntó nerviosa.
— No, no… Escucha. — Él la tomó por los hombros. — Estuve moviendo algunos contactos y te tengo una grandiosa noticia.
— ¿Qué?. — Respondió ella, aturdida.
— Tengo un donante para tu mamá. — Anunció Mateo con orgullo.
Ella se quedó observándolo sería, eso era bueno, posiblemente, pero no modificaba su situación. De hecho, por la donación, no había problema, porque ella misma podía hacerlo, el verdadero problema, era el dinero.
— Gra… Gracias. — Fue todo lo que Alma pudo responderle. Él la soltó algo decepcionado con su reacción.
— Creo que te servirá de mucho, si tú hubieras donado, no podrías estar al pendiente de tu madre, cuidándola… — Le explicó nuevamente Mateo, para hacerle entender el beneficio. — Y hay algo más…
— ¿Qué?.
— Conseguí que el hospital apruebe la cirugía exonerando mis honorarios, es decir, que solo tendrías que pagar por el material y el uso de los equipos.
— Oh, valla. — Alma de verdad se sentía agradecida, pero ¿Cómo le explicaba ella al doctor, que no tenía dinero para pagar nada de eso?. — Gracias, doctor. — Ella intentó sonreírle.
— Puedes llamarme Mateo. — Respondió él, sonriendo en respuesta.
Mateo esperaba una reacción diferente de Alma, él había pasado toda la tarde hablando con diferentes personas, moviendo contactos, suplicando por ella y en el fondo se decía a sí mismo, que lo hacía como una obra de caridad, para ayudar a esas personas.
Aunque en realidad, en el fondo, él sabía que lo hacía, porque se había quedado prendado de esa jovencita. Ella era muy linda, dulce, inocente, y Mateo no había podido sacarla de su cabeza, en todo el día.
Él se sintió atraído hacia ella, apenas la vio, en aquel pasillo, cuando chocaron.
— Pues, gracias, Mateo. — Respondió Alma, intentando ser amable y al mismo tiempo, sintiéndose atrapada en un agujero, en el que había una sola salida.
Debía sentirse afortunada, aunque sabía que no era lo correcto, la vida le ofrecía una oportunidad. Sí, su madre había enfermado repentinamente, sin embargo, había dos personas en ese hospital que le ofrecían una mano y que la ayudaban.
¿Ella iba a dejar ir esa oportunidad por un sentido moral?.
¡No!.
Alma comenzó a sentirse optimista, su situación estaba mejorando y debía ser agradecida, debía ayudar a su madre, así que, con mucho más entusiasmo, volvió a agradecerle al doctor y se dio la media vuelta, para dirigirse directamente hacia Edan, que los miraba desde la distancia, muy serio.
— ¿Ocurrió algo?. — Pregunto él, al verla llegar con una actitud diferente.
— ¿Será solamente por unos días, verdad? ¿Prometes que no habrá contacto físico, que no sea necesario y no te sobrepasarás? Y todo lo del matrimonio será falso, ¿Cierto?. — Preguntó ella, rápidamente. Él expandió una sonrisa al darse cuenta de la intención de ella.
— Sí. — Respondió Edan, levantándose de su asiento con entusiasmo, sintiendo gran alivio por la nueva actitud de Alma.
— ¿Pagarás por la cirugía de mi madre?. — Preguntó ella, finalmente, y esa, era la pregunta más importante.
— Claro, por todo, no tienes de que preocuparte. — Asintió solemne. Alma estiró su mano hacia él.
— Bien, acepto.
Y como si fuese cualquier negocio, Edan estiró su mano, tomando la de ella, dándose un apretón.
Ahora, había ciertos detalles que debían arreglar, en muy poco tiempo, así que, Edan le pidió a Alma tomar asiento, debían hablar sobre lo que harían y sobre lo que dirían.
Todo debía verse lo más real posible, sus padres no podían sospechar. Así que ambos se sentaron, nuevamente, uno frente al otro.
Mientras que Edan, observó con cierta satisfacción, como el doctor que acababa de hablar con Alma, se alejaba, mirándolos, con una expresión de rabia.
*
— Bueno, Alma. — Empezó a hablar Edan, despegando su teléfono de la oreja. — Ya hablé con mi abogado, él redactará un documento, algo simple, dónde se especifica los puntos del trato que hicimos, así estarás más tranquila. — Ella asintió. — Además, él ya está ubicando a un actor, que vendrá mañana y se hará pasar por un notario, eso ya está solucionado.
— Bien. — Murmuró ella.
— Con respecto a lo de tu madre, mañana a primera hora, le pides a la administración, que te emitan la factura, con todos los gastos incluidos y una vez que me lo entregues, yo me encargaré.
— Perfecto.
— Bueno, creo que es hora.
— ¿Es hora?. — Repitió Alma sintiendo mariposas en el estómago, temblaba de los nervios.
— Vamos a presentarte a mis padres.
Nunca se había sentido tan nerviosa en su vida, Alma sentía que colapsaría en cualquier momento, pero debía ser fuerte, por su madre.
Ella, se levantó y dio un paso al frente, cuando de nuevo, Edan la detuvo.
— Espera… — La miró de arriba abajo. — ¿No cargas ropa extra en esa mochila? ¿O algo de maquillaje?. — Preguntó él, recordando su aspecto. Ella levantó una ceja, incrédula.
— ¿Qué? ¡No! Llevo todo el día aquí y me vine directo de la universidad…
— Bueno. — Él la Interrumpió. — Algo se me ocurrirá, pero por lo menos deberíamos buscar unos baños para que te laves el rostro y te cepilles el cabello.
Alma lo observó con la boca abierta, ese hombre podía estar vestido como un caballero, con las ropas más finas, pero no tenía nada de tacto.
Sin embargo, esto era un trabajo y se supone, que él le estaba pagando, por lo que, en términos generales, él era su jefe, así que solo asintió.
— Y otra cosa… — Ella esperó con mala cara. — Debemos buscar que hacer con ese bolso, no puedo llevarte con mis padres, con eso colgando.
— ¿Y qué se supone que haga? Aquí están todos mis libros. — Contestó ella un poco enojada.
— Mmmm. — Sopesó un momento la situación. — No hay opción, lo guardaremos en mi auto.
Fueron al estacionamiento y Alma casi se cae para atrás cuando vio ese lujoso automóvil, allí se dio cuenta, de que, ella no estaba con un hombre cualquiera, debía tener muchísimo dinero.
Mientras que, Edan no paraba de pensar en la vestimenta de la joven, ella era bonita, pero en el mundo actual, eso no era suficiente. A él le hubiera gustado llevarla a alguna tienda y comprarle algún conjunto de moda, sin embargo, sería imposible a esa hora.
Tendría que inventarle una buena excusa a su madre, porque su padre, de seguro, no lo notaría.
Volvieron a entrar en el hospital, subieron al ascensor y al llegar al tercer piso, se tomaron de la mano para comenzar con el show.