Capítulo 9: Se encontró con un experto
Mateo recordó que en ese momento en el baño del aeropuerto, había habido solo dos personas, él y ese chico.
No creía que un chico de cuatro o cinco años hubiera sido capaz de hacer eso.
Pero aparte de ese mocoso, ¿quién más sabía de esto? ¿O había estado alguien más en otro cubículo del baño al que él no había notado?
Mateo frunció seriamente el entrecejo.
Mariano sintió que la atmósfera depresiva en la oficina era un poco sofocante. Involuntariamente desabotonó el cuello de la camisa, como si así se pudiera sentir mejor.
De repente Mateo abrió la boca.
-¿Han recogido a Catalina? -preguntó.
Había ido él al aeropuerto especialmente por Catalina, pero no la había encontrado. Como no sabían su apariencia, Mateo había pedido que Mariano sostuviera un cartel identificativo. Desafortunadamente nadie les había venido hasta el final.
Al ver a Mateo cambiar de tema, Mariano dijo de prisa -La noticia enviada desde Estados Unidos dice que Catalina ha llegado. Tal vez llegamos tarde, o ella no tomó ese vuelo. Señor Mateo, esta diseñadora Catalina es de hecho algo arrogante e irrespetuoso. De todos modos ella es sólo una diseñadora, y le has mostrado suficiente respeto ya al recogerla personalmente. Ahora no apareció sin aviso previo, que es demasiado -
-Resuelve el problema del vídeo inmediatamente. Si después de cinco minutos todavía lo encuentro por Internet, puedes ir buscándote una buena tumba, y te la regalaré. ¡Fuera! -Mateo lo interrumpió de repente.
Se puso muy deprimido.
Mariano se calló al instante y salió corriendo.
¿Cinco minutos?
No se sabía qué programa troyano había instalado el hacker, y cinco minutos solo fue suficiente para descifrar el programa. Parecía que el señor Mateo quería que muriera prematuramente.
Mateo encendió inmediatamente el ordenador cuando Mariano salió de la oficina.
Descubrió que el sistema de seguridad de la compañía había sido completamente atacado y estaba totalmente paralizado.
¿Quién era?
¿Quién quería irritarle con eso?
Mateo frunció estrechamente el ceño y comenzó a teclear. Filas de códigos destellaron en la pantalla, y en poco tiempo consiguió el quebrantamiento de un cortafuegos.
Para no ver a Lidia, Eduardo se encerró en su habitación y encendió su ordenador. Al ver el colapso del sistema de seguridad del Grupo Nieto, se surgió una ligera sonrisa.
Esta vez, con el programa troyano lo podía hacer a Mateo preocupado por cierto tiempo.
De repente, la pantalla destelló. Su primer cortafuego fue quebrantado.
Se le fungió el entrecejo al instante.
No sabía que el Grupo Nieto poseía a un maestro informático.
Instantáneamente Eduardo colocó sus pequeñas manos en el teclado y continuó plantando virus.
Mateo descubrió la pista de Eduardo y rápidamente lo localizó.
-No importa quién seas. ¡Te encontraré hoy! -
No se había sentido tan enojado e tampoco había tratado tales asuntos personalmente desde hacía mucho tiempo.
Había que reconocer que este hacker tenía cierta habilidad, pero todavía no era suficientemente veterano para él.
Al ver su pantalla completamente paralizada, Eduardo supo que estaba bloqueada por el otro.
¡Mierda!
¡Se encontró con un experto!
Eduardo quería salir, pero ahora toda la pantalla estaba fuera de su control.
¿Qué tenía que hacer?
¡No podía revelar su ubicación en absoluto!
Se le ocurrió una idea a Eduardo, e inmediatamente conexionó un conector externo al ordenador.
Con un sonido emitido por el ordenador de Mateo, el programa troyano fue completamente descifrado, y en el mismo tiempo Eduardo logró localizar su dirección IP.
Al ver la dirección IP en la pantalla, Mateo frunció el ceño aún más fuertemente.
-Mariano, ¡ven aquí! -le llamó con furia.
Al escucharlo, Mariano entró corriendo.
-Señor Mateo -
-Averigua dónde está la dirección IP -
Mateo le presentó su descubrimiento.
Al verlo, Mariano quedó atónito.
-¿Qué pasa? -
-Señor Mateo, esta dirección IP corresponde a la de la antigua mansión de la familia Nieto -
Mariano tembló de miedo.
-¿De qué estás hablando? -
Se puso Mateo deprimido al instante. La atmósfera opresiva le hizo a Mariano empapado en sudor frío.
-Es verdad, Señor Mateo. Ésta es la dirección de la antigua mansión de la familia Nieto, que yo había instalado la dirección IP allí personalmente -dijo Mariano.
Se le oscurecieron los ojos de Mateo.
-Era astuto -él pensé.
Parecía que se había instalado un dispositivo externo en el último minuto, lo que había cambiado la dirección IP. ¿Pero quién podría ser si estaba tan familiarizado con él y su familia?
¡Sería demasiado aterrador si fue uno de sus enemigos!
-¡Investígalo! No importa de qué manera, ¡tengo que conseguir la fuente del vídeo y la información sobre este hacker! -mandó Mateo.
-¡Entendido! -
Sintiendo que era una carga pesada e importante, Mariano se fue corriendo con rapidez.
Eduardo se desplomó en una silla. Casi había agotado toda la fuerza.
Parecía que su padre no era un torpe.
Justo ahora, había estado él a punto de ser expuesto.
Pues de hoy en adelante, tenía que ser más precavido.
-Eduardo, sale a cenar -
Rosaría llamó a la puerta de su habitación. Le asustó tanto a Eduardo que él salió al instante de la página web y abrió la interfaz de un vídeo juego. -Vale, ya voy -dijo perezosamente.
En el segundo en que abrió la habitación, Rosalía miró hacia adentro. Al ver la imagen del vídeo juego, meneó la cabeza ligeramente.
-¿Cuántas veces te he dicho que gastes menos tiempo en los vídeojuegos? No me escuchas nunca. Además, tienes que pedirle perdón a Lidia, ¿lo entiendes? -
Eduardo frunció el ceño otra vez.
¿Quería que le pidiera perdón a esa mujer? ¡Qué estaba pensando!