Capítulo 7: No puedes ser más vieja
Eduardo calculó el tiempo.
Sus ojos se pusieron sombríos rápidamente.
Él pensaba, "Este Adriano es mayor que yo. Mateo Nieto es mi padre, pero tiene un otro hijo cuatro meses mayores que yo. Además, no fue engendrado por mi madre. ¿Qué significa esto?
¡Significa que Mateo la ha engañado durante su matrimonio! ¡Significa que Mateo ha traicionado a mamá!"
Los ojos bonitos de Eduardo ardían de furia. Él deseaba quemar a Mateo a través de la pantalla.
"Parece que el castigo que le di en el aeropuerto es un poco insignificante." Eduardo pensaba.
Él sacó el micro cámara de su bolsillo y la conectó a su computadora. Cambió rápidamente su dirección IP y publicó el vídeo de sí mismo orinando en la cara de Mateo por Internet.
Después de terminar todo esto, Eduardo se río.
Él pensaba, "Culpó a mi madre de tener amante en secreto, ¿no? ¡Entonces voy a dejarte probar la sensación de aparecer en la noticia más destacada por escándalos!"
Después de terminar todo esto, Eduardo investigó la situación de Adriano y descubrió que en realidad estaba estudiando en la guardería infantil donde trabajaba Lidia.
"Parece que no hay nada malo en regresar a estudiar en la guardería infantil de la Ciudad H." Pensaba Eduardo.
Él sonrió astutamente. Después de eliminar los rastros en el Internet, apagó la computadora y se levantó para ayudar a Rosaría a ordenar su maleta.
De hecho, era un poco difícil para él colgar la ropa en el armarió con un cuerpo tan pequeño.
Eduardo miró sus piernas cortas con frustración y juró en secreto que iba a comer más y crecer más rápido para proteger a su madre.
Trajo un taburete ante el armarió y colgó su ropa y la de Rosaría en él.
Se oyó el sonido de Lidia regresando desde afuera.
-Rosaría, ¿has regresado? Déjame ver si te has vuelto delgada durante los últimos cinco años -dijo Lidia.
Ella dio un paso adelante y abrazó a Rosaría, sus ojos su pusieron un poco rojos.
-Tonta, estoy bien, ¿Por qué lloras? -preguntó Rosaría.
Ella también estaba muy emocionada en su corazón.
-¿Estás bien? ¿Crees que así estás bien? Bueno, no te vayas esta vez. Vive conmigo, me encargaré de sustentarte -dijo Lidia.
-Vale. No me iré por ahora. Tengo un proyecto de colaboración por hacer aquí, así que podré quedarme aquí por lo menos medio año. Deja de llorar y te mostraré a mi hijo -dijo Rosaría.
Rosaría llevó la mano de Lidia a su habitación.
-Eduardo, saluda a Lidia -indicó Rosaría.
Cuando Rosaría abrió la puerta de la habitación, Eduardo estaba de puntillas para colgar su ropa. Cuando oyó el grito de Rosaría, se dio la vuelta de repente y se cayó del taburete directamente.
-¡Ten cuidado! -gritó Rosaría.
Ella dio un paso adelante intentando recogerlo, pero Lidia dio un paso más rápido. Ella abrazó a Eduardo, pero debido a la inercia, los dos cayeron al suelo.
Lidia era profesora, por eso protegió a Eduardo inconscientemente. Su cuerpo blando hizo que Lidia no quisiera soltarlo. Especialmente cuando vio la cara bonita de Eduardo, ella no pudo evitar gritar.
-Dios mío, Rosaría, ¡tu hijo es realmente guapo! -dijo Lidia.
Al terminar sus palabras, le dio a Eduardo un beso en la cara directamente.
Eduardo se quedó avergonzado.
-¿Por qué me besaste, vieja? ¡Levántate! -gritó él.
Lidia fue herida por la palabra "vieja" de Eduardo directamente.
-Mocoso, sólo tengo veintiocho años. ¿Soy vieja? -preguntó Lidia.
-Sólo tengo cuatro años. Para mí, no puedes ser más vieja. ¡Vieja! Levántate rápidamente, ¡me atropellaste! -gritó el chico.
Eduardo no era una persona tan grosera, incluso se desdeñó de discutir con las niñas idiotas. "¡Pero mi rostro fue besado por Lidia!" Pensaba él.
"¡Esto era insoportable!" Pensaba Eduardo.
Lidia estaba excitada.
-Rosaría, ¿estás segura de que es tu hijo? -preguntó Lidia.
Al ver a los dos así, Rosaría no pudo evitar reír.
-Basta, Lidia, levántate rápido. A Eduardo no le gusta que la gente lo bese -dijo Rosaría.
Mientras hablaba, Rosaría estaba a punto de ayudar a Lidia a levantarse, pero Lidia no quería dejarlo libre a Eduardo.
-No dejarás que nadie te bese, ¿verdad? Insisto en besarte. ¡Un beso, un beso! -dijo ella.
Lidia sostuvo la cara de Eduardo y lo besó varias veces de una manera traviesa.
Eduardo cambió la expresión. Sacó directamente un artículo de la maleta de Rosaría y lo chocó contra Lidia.
-¡Ay! -
Lidia saltó directamente por este ataque de la corriente eléctrica. Sólo entonces vio a Eduardo sosteniendo una máquina de descarga eléctrica en su mano.
-Mocoso, ¿quieres asesinarme? -gritó Lidia.
-Preparé esto para que mi mamá se protegiera de los hombres. ¡No esperaba que hoy la usara en una pervertida como tú! -dijo Eduardo.
Él se levantó con enojo y entró en el baño.
¡Quería lavar la saliva de esa vieja!
"¡Qué asquerosa!" Pensaba Eduardo.
Rosaría se río a carcajadas, pero Lidia se quedó muy triste.
-¿Cómo puedes tener un hijo como un demonio? Parece una muñeca de porcelana, ¿por qué es tan malo? -preguntó Lidia.
-Eduardo tiene un sentido de precaución muy fuerte. No pasa nada siempre que no lo toques -contestó Rosaría.
Rosaría conocía a su hijo y se disculpó apresuradamente con Lidia.
Lidia se sentía muy triste en su corazón.
¡Fue detestada por un chico de cuatro años!
"¡Qué pobre soy!" Pensaba Lidia.
-Mocoso, ya veremos -dijo ella.
Lidia apoyó su cintura entumecida y salió la habitación con Rosaría.
Rosaría fue a la cocina para apagar el fuego. Lidia estaba un poco aburrida, tomó su teléfono y miró las noticias. De repente, se sintió atraída por una noticia y estalló en risas