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Capítulo 5 Olivia Damschroder

Me acosté, pero no fue fácil conciliar el sueño. Retazos de lo que había ocurrido parte de la noche anterior regresaban a mi mente, di varias vueltas en la cama tratando de que regresara el tan anhelado sueño, no podía presentarme el día de mañana con las tremendas ojeras que tendría si no dormía lo suficiente. Cerré los ojos y me dispuse a respirar tranquilamente hasta que me quedé dormida.

El sueño me llegó como una epifanía, no solo fueron los mojitos que ingerí en la cena de recaudación, luego le seguí con cerveza para acabar con tequila. No debí hacerle caso a esa vocecita que me decía que no estaba haciendo nada malo, después de un par de meses volvía a ser soltera. ¿Pero precisamente tenía que salir a relucir cuando estaba con Owen? ¿No podía haber esperado a que estuviera en mis cinco sentidos y decidir por mí misma que iba a hacer? Se podría decir que prácticamente yo lo violé. No sabía si ponerme a llorar o reír.

Flashback

Cuando sentí la punta de su lengua lamer mi hombro, me encantó la sensación, sentí que me ardían las mejillas, como un simple roce me podía hacer sentir eufórica. Abrí los ojos y me di cuenta que a él le pasaba lo mismo. Tenía esa sonrisa del gato de Alicia que acaba de comerse al canario. No me importó, si volvía a ser libre, nada ni nadie impediría que me divirtiera.

Me tocó el turno de mis recién bautizados tequilas felices, esto se estaba poniendo caliente. Me atreví a pedirle al encargado la botella del tequila del que nos estaban sirviendo. Owen no objetó.

‒ Inclina tu cabeza a un lado ‒ le pedí y acto seguido puse el azúcar con las gotas de limón en su cuello, noté como se estremecía al pasar mi lengua por casi todo su cuello. Un residuo de lápiz labial quedó adherido a su piel. Al terminar de pasar la lengua por su cuello le di un pequeño beso.

‒ Eres bastante traviesa.

Sonreí y me encantó que él lo dijera, no era mi costumbre parecer tan desinhibida delante de otras personas. Ni yo misma me reconocía. Pero a nadie en la discoteca parecía interesarle que una pareja estuviera jugando un juego que se podía salir de sus manos. Cada quien estaba inmerso en sus asuntos. Tomó mi brazo y colocó el azúcar en el dorso de mi muñeca hasta casi la parte hueca del codo. Vi estrellitas, las orejas las sentí calientes y se me mojaron las bragas. Miré sus ojos y volvían a ser mi color favorito, azul y violeta mezclándose.

‒ Siempre me ha gustado el color de tus ojos ‒ dije sin ni siquiera pensármelo, ya aquí mi mente y mi boca estaban desconectadas. No era muy buena resistiendo el efecto del alcohol.

‒ Gracias, a mí también me gustan los tuyos.

‒ ¿Por qué no a pareciste antes en mi vida? ‒ tomé su mano y me serví otro tequila, azúcar sobre su palma, limón y me dispuse a pasar mi ávida lengua por su palma, que sensación tan dulce.

Para esto ya no cerrábamos los ojos, así veíamos las sensaciones de ambos. Seguimos con el juego y cada vez íbamos explorando un nuevo lugar o repetíamos los que más nos habían gustado, su cuello desde ahora era mi nuevo lugar favorito. Cerraba sus ojos y mordía su labio, eso me dio la pauta para saber lo mucho que le agradaba. Me ponía como una colegiala.

‒ Livy ‒ cerré mis ojos al escuchar como pronunciaba mi nombre. Podía sentir el galope de los latidos de mi corazón, me sentía tan bien.

‒ Owen ‒ susurré.

‒ Eres tan apasionada.

‒ Umm ‒ dije con los ojos aun cerrados, extrañamente su voz me trasportaba, me hacía desear pasar más tiempo con él y no precisamente el que pasábamos en la oficina.

‒ Tenemos que parar.

‒ Un ratito más, y me llevas a mi casa, pídele a Simon que me deje a la entrada del edificio.

‒ No puedo llevarte a tu casa, no estás en condiciones para estar sola.

‒ ¿A dónde me llevarás?

‒ Vayamos a la mía, hay habitaciones de sobra, y mañana temprano te llevaré a tu casa o la hora que desees.

Ya se nos notaba el efecto del tequila, aun así, no podía ir a su casa, no estaba por completo en estado de ebriedad, sabía lo que hacía. Solo era un poco de diversión, así como le había dicho a él, por una vez en mi vida debía dejar de ser tan correcta y soltarme el pelo. Solo se vive una vez.

‒ Sí.

Simon nos esperaba en la entrada de la discoteca y con ayuda de Owen, entré en la parte de atrás del auto. El aire me había hecho tambalear. Miré a través de la ventanilla el tiempo que nos tomó llegar a su casa, que no estaba muy lejos del lugar. Nos bajamos del auto y caminamos abrazados hasta la entrada, abrió la puerta y por poco caemos al piso, nos reímos como locos, pasamos cerca del sofá, me quise sentar en él, pero Owen me atrapó justo antes de que lograra mi objetivo y nos dirigimos escaleras arriba, no tengo idea de cómo llegamos a la parte alta sin rompernos el cuello.

‒ Este será tu habitación.

Abrió la puerta, pero en ese momento me pareció que debía darle un beso, pasé mis brazos por su cuello, lo atraje hacia mí, posó sus manos en mi cintura pegándome un poco más a él y empezamos a besarnos, mis piernas temblaron, nos movimos lentamente hacia la puerta que quedaba al lado de la que sería mi habitación y la abrió, seguíamos con el beso, me exploró con delicadeza para luego aumentar la presión del beso, nuestras lenguas se encontraron.

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